David Foster Wallace era un tío difícil que siempre llevó fatal la fama que obtuvo en vida como escritor. Seguramente, si viera hasta dónde está llegando su figura después de su muerte, pensaría que estamos todos locos y se iría a jugar al tenis… O a escribir un rato (y poner pies de página como si le fuera la vida en ello). Está claro que su repentina muerte no hizo sino sino acrecentar el mito e, irónicamente (y como suele pasar siempre que alguien relevante la diña), ha ayudado a que lo conozcamos más como persona y mejor como escritor. Gracias a la edición de «Conversaciones con David Foster Wallace» de la mano de Pálido Fuego, pudimos leer por primera vez en nuestro idioma una serie de entrevistas que dio el autor de «La Broma Infinita» antes de que se le cruzara el cable y decidiera cerrar el grifo con los periodistas (principalmente, cuando uno de ellos publicó una foto del botiquín con sus antidepresivos).
Wallace desconfiaba de los periodistas y sólo había una cosa que odiaba más que las entrevistas: hacer giras para presentar sus libros. Se entiende entonces que saltaran las chispas durante el tour de presentación de «La Broma Infinita» cuando tuvo pegado a su culo a David Lipsky de Rolling Stone para documentarlo todo. De ahí salió el libro «Although Of Course You End Up Becoming Yourself: A Road Trip With David Foster Wallace”, con todos los dimes y diretes que dio de sí la gira. De este tomo se extrajo una parte importante que se publicó en Rolling Stone (y que se incluye en el libro de Pálido Fuego que mencionamos más arriba). Ahora, además, el libro de Lipsky va a servir como guión para el biopic de Foster Wallace que se rodará el año que viene y que dirigirá James Ponsoldt (que tiene en barbecho otro film sobre Hillary Clinton). En un rincón del cuadrilátero, encarnando al escritor, tendremos a Jason Segel (que lo han cogido porque como es el actor más alto de Hollywood…) y, en el otro rincón, a Jesse Eisenberg encarnando al flemático (y paciente periodista). Así que Foster Wallace también tendrá su propia película. Lo único que le faltaba para llegar a la categoría de rockstar… involuntario, claro.