Lesión. Esta es la palabra que ha acaparado el protagonismo de la Liga durante las últimas semanas. Aunque no lo parezca, el fútbol es un deporte tremendamente exigente en el que es muy fácil sufrir alguna dolencia física tanto fuera del campo (por culpa de un frasco de colonia que cae sobre un pie, una incandescente plancha doméstica o un Ferrari estampado contra un muro) como, con más frecuencia, dentro de él. Pero cuando le sucede algo así a un jugador como Messi, que estará de baja hasta el comienzo del año que viene, todas las alarmas se encienden. Al menos, en el club en el que juega; en la acera de enfrente, por el contrario, incluso se alegran… La cuestión es que enseguida surgió la siguiente pregunta: ¿sin Messi habrá paraíso barcelonista? Mientras se concretaba la respuesta en Can Barça, el debate se centraba en descubrir las causas de la baja del argentino: sobrepeso (¿el nuevo barrilete cósmico?), una inadecuada pretemporada, falta de entrenamiento, obsesión por jugarlo todo, una mala recuperación de su anterior lesión, su nueva vida familiar (incluida su afición por los asados típicos de su tierra natal)…
Por fortuna para el Barcelona, jugadores como Neymar o Cesc se han convertido en los líderes del equipo, sobre todo tras ver cómo iban cayendo por lesión otro baluartes como Víctor Valdés o Dani ‘simulacro de hipster’ Alves.
Esta plaga de heridos en combate se debió a los efectos del denominado ‘virus FIFA’, producido por el intenso calendario de partidos internacionales de selecciones. De él no se libró tampoco el Real Madrid, que ha visto cómo el alemán Sami Khedira permanecerá seis meses alejado de los terrenos de juego. Aunque en la Casa Blanca madrileña sucedieron otras noticias más ligeras y rimbombantes que ayudaron a olvidar las penas médicas. Para empezar, se confirmó que Bill Gates mantiene negociaciones con el club merengue para que, en el futuro, su estadio pase a llamarse Microsoft Santiago Bernabéu… ¡El milenarismo va a llegar! Seguramente, más rápido de lo que nos imaginamos: Sergio Ramos y Pilar Rubio serán padres… Glups. Aquí tienen el tuit (en inglés, sin acento morri crismas) que anunció tal buena nueva con la foto adjunta oculta a propósito para no ver la pose empalagosa de la pareja y evitar vomitar hasta expulsar todas las vísceras.
De vuelta al plano deportivo, Cristiano Ronaldo siguió sacando su mazo goleador para prolongar su venganza sobre el campo (él mismo insiste en que es donde debe hablar; mejor para sus neuronas y las nuestras…) contra la mofa chiquitera del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y su bromita del comandante. Una respuesta que se ha unido a la discusión en torno al futuro ganador del Balón de Oro, tema convertido en asunto de estado. Hasta tal punto, que la parroquia blanca organizó antes del reciente partido de Champions contra el Galatasaray turco toda una celebración para recordar que el portugués debe ser el vencedor con máscaras de cartón con su cara incluidas. ¿Seguirá produciéndose esta fiesta carnavalera en la Liga hasta que se entregue el dichoso premio dorado? Un infierno mediático nos espera las próximas semanas, amigos…
Mientras tanto, el Atlético de Madrid continuó a lo suyo: mantener su privilegiada segunda posición en la tabla clasificatoria a base de buenos partidos y llamativas palizas, como la que le endosó al Getafe en el Vicente Calderón la pasada jornada por siete a cero. Este resultado, sumado a las goleadas del Barcelona al Granada (4-0) y del Real Madrid al Almería (0-5), hizo resurgir las preguntas en torno a la Liga que cada día tienen una respuesta más clara: ¿el torneo español es equilibrado y competitivo? ¿Se puede afirmar que es el mejor del mundo? Rotundamente, no. Por eso vamos a romper una lanza a favor de los equipos más modestos del campeonato y de aquellos que se merecen una mayor atención.
Por ejemplo, el mencionado Almería, que está luchando para evitar los puestos de descenso a Segunda División cuando todo el mundo lo daba por defenestrado; el también nombrado Granada, que se mueve con holgura en la mitad de la clasificación; el Rayo Vallecano, entrenado por Paco Jémez (el Guardiola cordobés) y practicante de un juego vistoso que no siempre recibe los resultados deseados a cambio; el Osasuna, eterno bregador de la Liga; o el Elche, que está sorprendiendo a propios y a extraños por su adaptación a la categoría máxima tras más de veinte años de ausencia. Un peldaño por encima se encuentra la Real Sociedad, que parece que vuelve a la senda victoriosa de la temporada pasada -con jugadores como el mexicano Carlos Vela marcando un póker de goles contra el Celta de Vigo– que tanta admiración despertó entre los buenos futboleros. La verdad es que da gusto hablar de estos clubes, pero luego los colores blanco y blaugrana nos nublan la vista. Son las cosas de la Liga.
En el siguiente capítulo, ya con las Navidades a la vuelta de la esquina, analizaremos qué entrenadores corren el peligro de no comer el turrón en los banquillos de sus respectivos equipos. En teoría, porque, viendo el desarrollo de esta Liga, casi resulta más interesante fijarse en lo que sucede fuera del campo que dentro…