Puede que el Jardín de Epicuro se haya idealizado con el paso del tiempo… Pero, ¿cómo no mitificar un espacio como este, en el que nació la filosofía como fuente de felicidad? Por si hay algún despistado en la sala, expliquemos un poco qué fue este lugar: fue el jardín en el que el filósofo Epicuro practicó una alternativa a la filosofía imperante del ágora de la ciudad de Atenas, que es dónde los líderes políticos y económicos inculcaban a las masas una filosofía de la tristeza y la resignación que poco tenía que ver con su propio modus vivendi, mucho más hedonista y abundante. En el Jardín de Epicuro, para empezar, no había ningún tipo de clase social ni de división de ningún tipo: allá podía filosofar cualquier, independientemente de su cuna y de su extracción económica. Y allá, al fin y al cabo, Epicuro atacó directamente la filosofía imperante, optando más bien por una filosofía como doctrina que cada uno ha de encontrar y practicar para llegar a la felicidad: una medicina para la mente y un camino hacia una vida feliz y equilibrada.
Tampoco es que hayan cambiado demasiado las cosas desde entonces: la filosofía que intentan inculcarnos es cada vez más desvergonzadamente hipócrita… Así que no es de extrañar que Errata Naturae haya decidido recopilar los escritos de Epicuro en un tomo titulado «Filosofía Para La Felicidad» que bien debería servir para hacernos pensar que siempre hay alternativas. El libro llega, además, con la mejor traducción posible, surgida de la pluma infalible de Carlos García Gual (Premio Nacional de Traducción otorgado al compendio de su trabajo); y, además, con tres ensayos que prologan la experiencia de «Filosofía Para La Felicidad» con la opinión de tres firmas tan interesantes como las del propio García Gual, Emilio Lledó y Pierre Hadot. Si no empiezas a andar tu camino hacia la felicidad, es porque no quieres.