Antes del verano, los responsables de la edición española de «La Casa de Hojas» convocaron a todo aquel que quisiera escucharles hablar sobre la apasionante odisea de esta edición española del libro de Mark Z. Danielewski. Una de las cosas que dijeron fue, básicamente, que este es el libro que todos los hipsters llevaban debajo del brazo hace diez años cuando paseaban por Nueva York (cuna del hipsterío por excelencia). ¿Y dónde está la proeza de esto? Básicamente, en que esta no es una novela sesuda ni un ensayo anti-capitalista, sino un libro de género que se publicó antes de que «Lost» popularizara la subcultura entre las masas e hiciera que esto de consumir sci fi, terror o cualquier otro género nerd-friendly. Aquí acaban, sin embargo, las conexiones de «La Casa de Hojas» con «Lost«, porque esta novela es una exploración elevada del horror. El mismo Stephen King describe la novela de Danielewski como «El Moby Dick del terror«. Y si lo dice King, que sabe un rato de terror, habrá que fiarse.
Eso sí, ahora vamos a desvelar cuál fue el motivo de que los hipsters del mundo se apasionaran unánimente por «La Casa de Hojas«: este no es un libro de terror al uso, en el que la historia empieza en la primera página y acaba en la última. Ni hablar. Danielewski opta por trenzar en sus páginas (todas con diseños intrincados) varias «versiones» de la historia principal, que es la de cómo Will Navidson, fotoperiodista demasiado absorbido por su trabajo, intenta salvar a su familia trasladándose a una casa situada en un entorno muy rural en Virginia. La casa, que es la del título, resulta que presenta un curioso enigma: su espacio interior es ligeramente superior al que ocupa sobre el terreno exterior. Y esto es sólo el principio de las múltiples y terroríficas vivencias de la familia Navidson dentro de la Casa de las Hojas, que acabará mezclándose gracias a la pluma de Danielewski con la de otros personajes como Tom (el hermano gemelo de Will) o Johnny Truant (un tatuador canalla de Los Ángeles).
Lo mejor de todo es que el mencionado diseño intrincado de las páginas de «La Casa de Hojas» está plagado de juegos con el lector, desde pictogramas a palabras inexistentes que pueden llevarte a ampliar la experiencia de la lectura en Internet, donde el foro oficial del libro es el faro guía de un mundo virtual en el que a veces es difícil saber qué es real -ideado por el autor- y qué es irreal -locuras de los lectores. Y, por suerte para nosotros, este diseño y estos juegos se han respetado al cien por cien por los editores de «La Casa de Hojas» en España, que son ni más ni menos que Alpha Decay y Pálido Fuego. Desde FPM no tenemos ninguna duda de que estamos ante el libro del año en nuestro país… No esperéis a que la fiebre por «La Casa de Hojas» se haya extendido demasiado y lanzaos a la de ya a los brazos de Danielewski. Nos lo agradeceréis eternamente.