Suelo participar en todos los concursos de entradas, cenas, ropa y eventos que me voy encontrando en las redes sociales. Y esta vez sí que sí. Se ve que mi tierna y sincera respuesta llegó al corazoncito de los responsables de Fantastic Plastic Mag y esa entrada doble para asistir al concierto de Foals el pasado 27 de octubre en la sala Razzmatazz fue para mí. Con esto no pretendo hacer una crítica del concierto: noy voy a hablar de tecnicismos ni me voy a poner en plan melómana cuando todo lo que puedo decir sobre el concierto es que estuvo bien y que el cantante dio la nota. En cuanto al sonido, a la elección de canciones y a ese bla, bla, bla, lo dejo realmente para los que saben de música (o creen que saben). Pero sí que voy a dar mi impresión sobre algo que me preocupa bastante.
Con las entradas agotadas y con muy poco retraso, empezó el concierto, empezó el show: móviles fuera y ¡acción! Fotos, vídeos, más fotos, más vídeos y allí, in-situ, las redes sociales empiezan a arder. Mientras tanto, me toca “disfrutar” del concierto a través del pantallote del smartphone del chico de delante. Y dile algo, cuando la rara eres tú, que en casi dos horas no sacas el móvil del bolso. La sensación que me da a mí es que los “fans” están más pendientes de contarle al mundo lo que están presenciando en lugar de disfrutar del concierto en sí. Ya que has pagado una entrada, que muchas veces supera el valor real del evento (¡gracias IVA!), ¿por qué ver un concierto en directo como si lo vieras desde YouTube?
Hace poco, los Yeah Yeah Yeahs pidieron a su público que se abstuviera de grabarles por respecto a ellos mismos pero también a las personas que, como yo anoche, de repente no tienen otra forma de ver el concierto sino a través de una cámara. Y yo me pregunto: ¿está el público tan enganchado a sus aparatejos como para no darse cuenta de lo grave de la situación? ¿Será necesario que otras bandas también cuelguen carteles y hagan reflexionar un poquito?
No sé, no me gustaría llegar a pensar que mi mejor opción es ahorrarme la entrada, quedarme en casa y, al día siguiente, ver el concierto gracias a los vídeos del chico del pantallote.
[JENNIFER CAZORLA / Traductora]