La verdad, tampoco es que necesitemos nuevo material de Disclosure: su «Settle» (Cherrytree, 2013) sigue pareciéndonos un disco más que redondo, uno de los pocos álbums que ponemos en la redacción con frecuencia y que, pese a ello, sigue levantando miradas de complicidad entre nosotros canción a canción. Miradas de «¿cómo puede ser tan buena la mierda de los hermanos Lawrence?«. Vamos, que sigue resultándonos un puñado de canciones bien frescas que cualquiera dirá que no han envejecido porque no le han dado tiempo (ya que el disco salió hace escasos cuatro meses), pero ante lo que nosotros apostillamos que hay otros trabajos que envejecen con tan sólo un par de semanas e incluso algunos días. Así que repetimos: no es que necesitemos nuevo material de Disclosure… Pero a nadie le amarga un dulce.
Y dulce es un buen rato este «Apollo» que acaban de hacer público Howard y Guy Lawrence… Para empezar, se aleja de la accesibilidad pop de su álbum de debut, pero que pierda lo pop no significa que pierda también lo accesible, de tal forma que «Apollo» acaba definiéndose a sí mismo como un pildorazo de techno-house durillo de finales de los 90 con unas voces deconstruidas en las que, sin embargo, sigue habiendo toneladas de alma. Puede que no sea un tema tan brillante como los incluidos en «Settle», pero que levante la mano el que se crea capaz de mantenerse quieto y parado si un temarral de este calibre sonara en un club un sábado de madrugada. Y decimos que levante la mano para identificarlo entre la multitud y planear así una muerte lenta y dolorosa para él. Por mentiroso. O, como mínimo, por aburrido to the max.
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