Vaya por delante que a los programadores de Antena 3 a los que se les ocurrió programar Top Chef el mismo día que «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» no les deseamos ningún mal… Pero sí una semana de buen estreñimiento. Porque no es que esté la parrilla española para tirar cohetes ni dedicarle tiempo, y que coincidan los dos realities estrella de la temporada en el mismo día nos da un poquito por el orto y nos supone un buen quilombo, como diría nuestro querido Leo. Aunque el reality culinario capitaneado por Alberto Chicote arrasó como el Katrina, se llevó más de tres millones de espectadores y dobló así la audiencia del programa de Luján Pandamonium, con lo que nos olemos un cambio de día para los solteros de Cuatro como solución extrema para evitar la defunción de su programa. Y si lo cambian, nosotros tan contentos… Lalala.
Así que el pasado miércoles tuvimos que aparcar las aventuras y desventuras de Leti en Ibiza y de Maricarmen y sus muñecas, marcar Antena 3 en nuestra tele (que ya ni recordábamos en qué canal estaba) y sintonizar la cuenta de Twitter de El Hematocrítico, que en un giro inesperado y único se ha convertido en el tuitero oficial del programa de cocina después de que mandara a Cuatro a freír monas cuando se apoderaron vilmente de sus «tróspidos» sin darle rédito ni nada por el estilo. Nos tragamos pacientemente la más de hora y media de concurso y estuvimos atentos a todo lo que se coció en el programa. ¿Nos gustó lo que vimos? En parte, sí. Y en parte, no demasiado.
Como diría Mariló Montero, «Master Chef» «aún está blandito» en la parrilla televisiva y «Top Chef» recuerda en exceso al reality de La Primera. Pero, en lugar de aprovechar y solucionar los errores del primero, en Antena 3 parece que van a reincidir en sus fallos: el ritmo fue lento, la puesta en escena dolorosa y fea de ver, a Chicote se le veía como desnortado (aunque hubo algunos momentazos gracias a sus hiperbólicas salidas, como la de «esto está más duro que el martillo de Thor«), Susi Díaz no nos quedó claro si iba de hija de puta o de coleguita y a Ángel León le falta engrasar un personaje que, sin embargo, pinta como el más interesante del programa. El cásting de concursantes es potente (en lo weird, porque en lo culinario no nos explicamos la proliferación de dueños de cátering en un formato tan supuesta top) y nos dejó momentos bastante gloriosos que prometen multiplicarse en futuras entregas. Aquí hay de todo: una propietaria de cátering un poco «Samantha style» que no sabe si va o viene; un cocinero muy reputado que nos dejó picuetos al verlo en un concurso así; un cocinero que ha cocinado durante décadas en el Ministerio de Defensa y que, según el, ha dado de comer «a políticos de alto estándar«; el típico cocinero chulo; cocineros experimentados y otros no tanto… Ah, y también está el padre del chino de «Un Príncipe para Corina«.
«Top Chef» dio para mucho y, como siempre, no hemos podido evitar recopilar lo mejor de su primer programa no sin antes dedicarle un momento a uno de los concursantes, Antonio Canales, que a pocos días de que se emitiera el primer programa sufrió un grave accidente de coche. Esperamos de corazón que se recupere pronto y pueda ver cómo se las apañan sus compañeros con su familia.
Y ahora, al lío…
10. Erika: la cocinera a la que no se le nota el cariño. Tenemos que reconocer que la expulsión fulminante de Erika (no le dieron ni una segunda oportunidad, pobre) nos partió un poco el corazón. Esta chica hubiera sido una excelente concursante en «Master Chef» (se hubiera comido a Maribel con patatas), pero lo de «Top» se le queda más grande que el cuchillo que Bárbara escogió para masacrar a su rodaballo (ya llegaremos a este punto, ya). En cuanto le pusieron una pintada en las manos, reconoció que no tenía ni repajolera idea de qué hacer con ello, así que después de intentar mandar a Chicote al dentista más cercano con una lámina de yuca que tenía pinta de estar «dura de cojones» y de responder entre lágrimas «¿no se nota?» cuando el juez le preguntó si había puesto cariño en su plato, a Erika la pusieron en la calle sin pasar por la casilla de salida. Y repetimos que nos dio penita porque se a la chica se le veía simpática y seguro que hubiera desengrasado un poco la tensión del «Juego de Tronos» que está a punto de desatarse en «Top Chef» (¿o no es clavada la de los morros operados a Cersei?)
9. «Nabo Chef». Quince concursantes iniciales. Sólo once entran directamente en el programa y, de ellos, únicamente tres mujeres. En la primera vuelta eliminatoria, sólo una conseguía asegurar su puesto en el programa, otras dos eran galardonadas con una «segunda oportunidad» y a la cuarta (la protagonista de nuestro punto número 10) le obligaron a salir por la puerta de la manita de la pintada que otro concursante había deshuesado (¡súper creepy!). Sabemos que el mundo de la cocina es bastante masculino por definición (como todo en el mundo en general, vaya) y no queremos ponernos en plan FEMEN de más, tampoco queremos que se metan mujeres por el hecho de ser mujeres sino porque lo merezcan realmente, pero estadísticamente es inevitable pensar que en «Top Chef» les ha queadado un bonito campo de nabos.
8. ¿Qué coño hace aquí Jesús Almagro? Eso mismo nos preguntamos muchos cuando le vimos en los primeros minutos del programa… Almagro no sólo es un cocinero con una trayectoria reconocidísima en el panorama gastronómico español, sino que hace unos años incluso se presentó como candidato en representación de nuestro país a uno de los certámenes culinarios más prestigiosos de todo el mundo: el Bocuse D’Or. De hecho, si todavía no has visto el documental «El Pollo, El Pez y El Cangrejo Real«, donde se retrata su participación en el campeonato, ya estás tardando. En el desastroso programa conducido por Paula Vázquez (que se emitió después de «Top Chef«), Chicote reconocía que Almagro le advirtió que sólo participaría en este concurso si el resto de los concursantes estaban a una altura aceptable. Chicote le dijo que sí… Y le mintió como un bellaco, visto lo visto. Aun así, cualquiera que haya visto «El Pollo, El Pez y El Cangrejo Real» conoce de cerca cómo afectó la presión (y la dolorosa derrota) a Almagro, así que por su salud mental esperamos que finalmente sea el ganador de esta primera edición de «Top Chef«.
7. «Top Chef 1963». Sabíamos que la puesta en escena de Top Chef no iba a ser el «Avatar» de los realities televisivos pero, oiga, el set y la realización del programa son como para mear y no echar gotita. Antena 3 tiene el dudoso mérito de tener el peor historial de realities de nuestro país, todos malos («El Bus«, «Estudio de Actores«. «El Castillo de las Mentes Prodigiosas«, «Escuela del 63«…), que dejaban clarinete que lo de la cadena no era hacer este tipo de programas (aunque de ellos fue «Confianza Ciega» y «Confianza Ciega» es R.E.S.P.E.C.T.). Pero, coño, lo normal es esperar que hayan mejorado un poco. Pues no. «Top Chef» es hórrido. Los chefs concursan en un set espeluznante cuyo exterior parece un croma sacado de un spaguetti western, mientras que el interior de la cocina tiene un superhábit de bombillas lilas y rojas que parpadean como si estuvieras en la disco móvil de tu pueblo y que amenazan con dejarte Jack Nicholson a medio programa. Pero eso no es lo peor… Lo peor es «esa» sala en la que esperan los seleccionados a que lleguen los que superan la prueba de eliminación, que más que una sala de espera parece una sala de interrogatorios o el almacén de material de Antena 3: hay unos ficheros que no pintan nada y que seguramente les sobraron del rodaje de «Compañeros«, el típico póster de las partes de la vaca que tienen en las carnicerías de barrio, las sillas parecen rescatadas del hundimiento del Costa Concordia y, en general, todo está muy puesto ahí sin pintar nada. Es feo y es deprimente. No sabemos si es una nueva técnica para añadir presión a los concursantes, pero a nosotros la única presión que nos añade es la de cambiar de canal.