La pregunta cuando alguien te dice que va a abrir una nueva sala de cine es inevitable: ¿pero no se están muriendo las salas de cine? Y, ojo, que por muy tendenciosa que parezca la cuestión, tiene su razón de ser: muchas son las salas que se han cerrado en los últimos meses y muchas más serán las que cerrarán en los próximos tiempos incapaces de hacer frente a la digitalización. Pero eso es un tema que mejor dejamos apartado ahora, porque lo que toca es celebrar que alguien ha sido lo suficientemente valiente como para abrir la sala Zumzeig en pleno barrio de Sants de Barcelona. Repetimos: «valiente», que no «insensato». Porque lo cierto es que la idea de Esteban Bernatas Chassaigne no parece ser uno de esos impulsos ciegos que no ven el muro contra el que se van a pegar una hostia, sino que más bien es un proyecto pensado y repensado en el que todos los elementos parecen dispuestos para afrontar la difícil situación que está viviendo el cine en las salas de nuestro país.
Para empezar, Zumzeig apuesta por una única sala de aforo medio: setenta butacas que quieren transmitir una sensación de cordialidad y familiaridad ideal para unas sesiones de debate cinematográfico que se prometen intensas, con la presencia de directores y animadores que echen leña al fuego encendido por el celuloide de las películas que se aquí exhibirán y que pretenden dar un espacio al espíritu de cineclub presente en otros países y que por aquí brilla por su ausencia. Y si el espacio dedicado a la exhibición ya debería ser suficiente para atraer a los cinéfilos (la sala es nuevísima, acogedora, confortable, con un sonido impecable diseñado por Philip R. Newell y con un total de tres proyectores -digital, 35mm y el dinosáurico pero delicioso 16mm-), Bernatas Chassaigne lo tiene todo más que pensado: en la rueda de prensa de presentación de Zumzeig, afirmó que podría haber estructurado el local en dos salas de cine, pero que prefirió tener una única sala y sumarle un espacio único en forma de bistrot. Será una mezcla entre restaurante y bar: un lugar en el que poder disfrutar de las cervezas artesanales más punteras o los vinos ecológicos más sabrosos, pero donde también picar algo (con delicias como el tartar de atún o winners reconstituyentes como el croque-monsieur) o donde trabajar un rato con el portátil ante un buen zumo. En resumen: la sinergia entre la sala de cine y el bistrot es una carta ganadora que busca una salida a la supuesta poca asistencia del público a las salas españolas.
Pero luego está, además, una política de programación más que inteligente. Si hay algo que escama de la actual distribución cinematográfica en nuestro país es que las películas, en el mejor de los casos, tienen una vigencia de dos semanas para desaparecer a continuación, sin dar posibilidad así al boca-oreja que suele convertir la taquilla de estos films en una carrera de fondo más que en el sprint practicado por los estrenos hollywoodienses. Por todo ello, en Zumzeig las películas se exhibirán un total de 25 veces, pero nunca en la misma semana, sino repartidas en el tiempo durante varios meses. Serán un total de 108 pases a la semana, con un total de unos 20 estrenos por mes. Y si quieres saber qué tipo de estrenos son los que podrás encontrar aquí, prepárate, porque Zumzeig le va a dar mucha caña al cine de autor, al cine independiente americano, los documentales, las obras audiovisuales de artistas visuales, los mediometrajes… Todo eso que solemos llamar por aquí «cine invisible» y que esta sala se va a esforzar por revelar al público ya sea desde su propia programación o desde su actividad como distribuidora (que también va a dar bastante que hablar).
Zumzeig abrirá sus puertas este viernes 4 de octubre con una batería de films impecables como «L’Encerclement» (el imprescindible documental sobre el neoliberalismo con el que su director Richard Brouillette está haciendo mucha pupa allá por donde pasa), «L’Âge Atomique» (la radiografía del París más fiestero por parte de Héléna Klotz), «Dragonslayer» (documental que muestra la cara más oscura de la cultura skater), «JJA» (impactante retrato de un evasor fiscal exiliado en Suiza), «Los Ilusos» (el film con el que Jonás Trueba se ha ganado la admiración de la crítica española), «Nostalgia de la Luz» (ajuste de cuentas con uno de los grandes nombres del documental poco conocido en España: Patricio Guzmán), «A Ritmo de Jess» (homenaje al gran Jess Franco) o «Buenaventura Durruti, Anarquista» (documental que revela el proceso creativo de una compañía teatral tan loca como Els Joglars). Para los próximos meses se esperan estrenos de la talla de «Two Years At Sea» (Ben Rivers), «Camille Claudel 1915» (Bruno Dumont), «Post Tenebras Lux» (Carlos Reygadas) o «Wrong Cops» (Quentin Dupieux). Pero no adelantemos acontecimientos: por ahora, disfrutemos de la inauguración de esta sala… Que en los próximos meses ya seguiremos hablando (y mucho) de Zumzeig.