Aquí estoy porque he venido, porque he venido aquí estoy; si no le gusta mi canto, como he venido, me voy. Pero, antes, déjenme hablarles de London Grammar, uno de los indiscutibles hypes de la temporada. Precedidos por el éxito de cada uno de los temas que han ido presentando en sociedad desde finales del año pasado y favoritos para llevarse el Mercury Prize casi antes siquiera de publicar su debut, el esperado debut del trío británico está finalmente en nuestras manos. Y, sí, suena lo suficientemente calculado, inteligente y emotivo como para llevarse finalmente casi todos los parabienes a los que apuntaba, amén de un éxito comercial (número 2 en su semana de debut en la lista de ventas del Reino Unido) que no tantos esperaban.
Antes ya les habíamos hablado de los muy jóvenes (apenas sobrepasan la veintena) y muy molones Hannah Reid, Dan Rothman y Dot Major en nuestra sección WhatsHype!? de hace unos meses, por lo que insistir en presentaciones se antoja innecesario. Así, por entrar rápidamente en materia con respecto a este ansiado “If You Wait” (Columbia, 2013), se trata de una obra en efecto preciosista y liviana, sin sobresaltos, ocasionalmente desbordante, en esencia debido al caudal lírico de la voz de Hannah Reid, que se sitúa no tan lejos de Florence Welch pero siempre más contenida y, por qué no, con más clase.
Como viene ocurriendo habitualmente en cuanto a lanzamientos musicales, ya se conocían parte de los temas más sobresalientes que componen “If You Wait”. Así, la apertura con “Hey Now” sigue sonando poderosa y adictiva, mostrando orgullosa sus nada disimuladas influencias eminentemente deudoras de The xx. “Metal & Dust” suena encantadora con su pequeño matiz 2-step y su chorus calmado; gusta más cuanto menos da ella, aunque echa un poco para atrás cuando se pone estupenda con sus cuerdas y sus gorgoritos (“… we don’t argue…”). La muy finisecular “Strong” sigue recordando el avance subrepticio del “Teardrop” de Massive Attack con un cierto tamizado por la vía de sus hermanos espirituales Daughter, con los que comparten no sólo fisonomía (trío chico-chica-chico) sino también el hecho de que sus álbumes, este “If You Wait” y aquel “If You Leave” (4AD, 2013), se titulan de forma complementaria y opuesta, casi a modo de broma privada, como una opción dual de la serie de novelas juveniles «Elige Tu Propia Aventura«. Y es que, además, hay bastante teenage angst o adolescentismo emocional en London Grammar, algo muy patente por ejemplo en las letras de la mencionada “Metal & Dust” y de “Wasting My Young Years”, quintaesencia del sonido de la banda, ambas himnos para una melancolía pre-adulta y absolutamente dancing with tears in my eyes.
Hannah Reid se apropia del “Nightcall” de Kavinsky llevándolo a su terreno doloroso, despojándolo del hedonismo italo característico del original y transmutándolo en una balada minimalista a voz y piano que elige romperse al final casi al modo que lo harían Propellerheads. Y si incluir esa revisión de “Nightcall” parece un acierto, la titular y preciosa “If You Wait” acaba de conquistar gracias a su arreón final, baladón rompeyrasguista de pura cepa. Por el camino, “Shyer” ahonda en las guitarras paradigmáticas de Romy Madley Croft, depurando el sonido de The xx, en una pieza que ocupa el pódium mis favoritas personales; mientras que quizás “Sights” o “Flickers” se cuentan entre los temas que dicen menos y que parecen desenmascarar la principal baza en contra de “If You Wait”. Hablo del escaso componente de sorpresa, de anomalía, de descaro, en la propuesta calculadísima del debut de London Grammar.
Partiendo de las virtudes más notables que caracterizan al trío, como serían la gravedad en la voz maravillosa de Reid y el paladeo minimalista con el que Major y Rothman acarician los temas, quizás London Grammar tenían los mimbres necesarios para construir una obra que sobresaliera en excitación y emoción… Y es ahí donde seguramente “If You Wait” acusa mayores déficits. Repito adverbio: quizás ello obedezca a la unidimensionalidad sonora por la que ha apostado el trío británico. El gozo reside en que, partiendo de donde parten y con la proto-materia de que disponen, lo que estos muchachos pueden crear en futuras obras se antoja maravilloso. Hasta entonces, no será difícil disfrutar con este notable debut largo, a pesar de sus pesares.