Si hay un rasgo que distingue al rockstar de entre el resto de razas humanas es su perseverancia. Quizá sea por los avances en la medicina moderna, la creciente información sobre las consecuencias de la ingesta de sustancias ilegales o simplemente por el efecto adictivo que provoca la adrenalina en el escenario, en los últimos tiempos hemos visto viejas glorias desafiar a las leyes de la gravedad y a los temidos radicales libres tras varios años de letargo. En el caso de Frank Black (o Black Francis, según le dé, pero vamos a llamarlo Frank), que no es precisamente Chris Cornell ni Brett Anderson u otros camaradas de la legión L. Casei Imunitass, su vuelta a los ruedos nos deja aún más perplejos. Porque al mirarse al espejo, en la barrera de los cincuenta, calvo y con preocupante sobrepeso, un músico prudente habría optado por quedarse en casa componiendo bandas sonoras para documentales sobre tribus perdidas en el Amazonas. Pero el amigo Frank y sus Pixies (esta vez sin Kim Deal, que se fue, ¿o huyó?) dicen que no, que todavía son unos chavales y que ellos también pueden soltarle un «fuck you!» a la naturaleza.
«EP1» es el primer lanzamiento de nueva música en formato físico desde su potente y último LP, «Trompe Le Monde» (Elektra, 1991). De aquello han transcurrido, agárrense, 22 años. Hace 22 años, muchos no sabíamos hacer la raíz cuadrada y por supuesto ni se nos hubiera ocurrido escuchar a los Pixies. Los que terminamos enamorándonos a posteriori de su peculiar interpretación del post punk y su imaginativa mezcla de virtuosismo con las melodías más infecciosas y refrescantes del college rock de finales de los 80, deberíamos de congratularnos por recibir este regalo: vivir en nuestras carnes adultas la emoción de escuchar canciones de los de Boston por primera vez. En «EP1» se vislumbran los típicos giros melódicos, los grandes contrastes entre la calma y la furia, los estribillos pegadizos… Elementos que siempre estuvieron presentes. Pero… ¿están aquí los verdaderos Pixies presentes, en cuerpo y alma? Me temo que no.
El primer corte se llama «Andro Queen» y dejará a muchos fans rascándose la cabeza en desconcierto. Una balada tan descafeinada y tan poco inspirada que hace saltar todas las alarmas… Y sólo acabamos de empezar. «Have you ever seen Andro Queen?» nos pregunta Frank Black bajo una densa capa de reverb y delays que suena extrañamente fuera de lugar en los tiempos que corren. Pues no, no hemos visto a Andro Queen. Pero tampoco te hemos visto a ti, Frank, de momento. Con tan poco entusiasmo no vas a convencernos de que esta vuelta era la mejor idea. Afortunadamente, se remonta el vuelo con el segundo tema. «Another Toe In The Ocean» es al menos más disfrutable, y recuerda a los Pixies de antaño. O, mejor dicho, a unos Pixies hipotéticos descarrilando a mediados de los 90, tirados por la insaciable locomotora de la radiofórmula del alt-rock americano. Eso nunca llegó a producirse, sin embargo, y es hoy en 2013 cuando tenemos la suerte o desgracia de saber cómo habría sonado su caída libre al abismo de la mediocridad. La canción no está del todo mal, pero si acaba de sintonía en algún programa chorra de la MTV, que no os pille desprevenidos.
«Indie Cindy» es el tema que sirve de lanzadera para la noticia que sí nos pilló desprevenidos: la reaparición de Pixies, con videoclip incluido. Probablemente el más potable de los cuatro, podría haber sido cara B de su excelente «Doolittle» (Elektra, 1989) acompañando, por ejemplo, su single más celebrado y soleado, «Here Comes Your Man». Es casi igual de pegadizo, hay que reconocerlo. Pero es quizá «What Goes Boom» el que, tras varias, escuchas sale mejor parado. Eléctrico, casi rabioso, no hubiera desentonado demasiado entre los quince temas que componían «Trompe Le Monde», su disco más contundente y rocoso. El sufijo numérico y diversos rumores que corren por la web dan a pensar que este será el primer EP de varios que se avecinan. Si esto sirve de excusa para poder ver otra vez a Frank Black y compañía en directo, bienvenido sea. Pero si con nuevos trabajos como este se van a poner a derribar el mito que hace cuarto de siglo empezaron a erigir a base de una capacidad inusitada para sacar temazo tras temazo, más de un fan va a acabar un poco triste. Y si los fans acaban tristes, ¿para qué volver, hijos míos?