Sabes que alguien está haciendo (rematadamente) bien su trabajo cuando es capaz de contagiarte su pasión por lo que hace. Es relativamente sencillo hacer partícipes a los demás de tus pasiones cuando eres músico, escritor, diseñador o alguno de esos oficios que tan bien lucen en los cibernáculos hipsters. Pero, ¿un panadero? Todos estamos de acuerdo en que la panadería está viviendo una renovación absoluta: la misma generación que ha decidido que prefiere las pequeñas tabernas de toda la vida a las macrocadenas de fastfood, que se ha embarcado en la búsqueda del café pluscuamperfecto, que ha dejado de comprar verduras en los supermercados y se ha lanzado a la compra del producto Km. 0… Esa misma generación es la que, en los últimos tiempos, también ha decidido que las baguettes a 40 céntimos son una aberración de la naturaleza que muy probablemente nos provoque el crecimiento espontáneo de un tercer brazo en la espalda, así que han abrazado propuestas de panadería tradicional de la ciudad condal como la Baluard o el Mistral, además de otros hornos más novedosos como el Triticum de la Fàbrica Mòritz. A todos ellos habrá que sumar ahora Cloudstreet, una panadería que abrió el pasado 29 de julio en el número 112 de la calle Rosselló (justo al lado de la parada de Metro de Hospital Clínic).
La propuesta de Cloudstreet no podía ser más seductora para todos aquellos que huimos del pan industrial como quien escapa de un enjambre de zombies: no sólo todo el pan que encontrarás en las estanterías es ecológico, sino que se realiza utilizando un horno de leña construido en 1926 y que se ha conservado en perfecto estado desde entonces. De hecho, antes de abrirse Cloudstreet, el horno permaneció una época apagado y, al volver a ponerlo en marcha, tardaron la friolera de un mes en conseguir que la piedra recuperase la temperatura ideal para hornear de forma óptima… Ese es el nivel de meticulosidad con la que se aborda la tarea de hacer pan en Cloudstreet. ¿Crees que no te pueden impresionar más? Pues desengáñate: cuando visites la panadería, échale un vistazo a la parte inferior, que es donde está el horno, y quédate perplejo con el gigantesco espacio necesario para maniobrar con las inmensas palas con las que se introducen y extraen los panes de este horno de una profundidad de varios metros. Palas que, por cierto, también se utilizan como parte de una decoración tradicional pero con la claridad y luminosidad del coolness más moderno.
Y si al principio de este texto decía que sabes que alguien está haciendo bien su trabajo cuando consigue transmitirte su pasión por lo que hace es porque me bastó una visita para verme contagiado del amor por la panadería que se respira en Cloudstreet. Allá no sólo me explicaron que sus panes se realizan con masa madre en vez de con levadura (un proceso ancestral que, en este caso, además, utiliza dos masas madre: una normal -¡a la que han bautizado como Lali!- y una de centeno), sino también que en el proceso de fermentación participan agentes tanto hetero como homo. Si quieres saber más al respecto de esta locura, visita Cloudstreet y pregunta. Y, además de irte ese día a la cama con algo nuevo aprendido, seguro que te vas a casa también con alguno de sus deliciosos panes: entre sus variedades de harina blanca o integral, todos con una textura sólida pero esponjosa, seguro que encuentras tu pan ideal. Y, si no, siempre puedes ir probando hasta dar con el pan de tus sueños e incorporarlo así a tu dieta diaria.
En Cloudstreet hay un maestro panadero… Pero también una maestra pastelera. Cada uno se ocupa de un área diferente de la tienda, y la recomendación es no pasar por alto las exquisiteces pasteleras que se pueden encontrar en esta panadería con nombre de libro infantil australiano. De Australia precisamente llegan algunas de las propuestas de pastelería (como el delicioso bizcocho de chocolate), pero tampoco hay que dejar pasar los clásicos croissants, los dulces brioches o el siempre apetecible pain au chocolat. En un futuro próximo, se esperan amplias novedades de pastelería y panadería utilizando el horno de leña. Y también novedades a todos los niveles, como diferentes cursos de panadería con la posibilidad de alojarse en el piso superior del local, utilizado por el panadero anterior y su familia hasta su jubilación. Al fin y al cabo, resulta imposible no pasar por Cloudstreet y, de alguna forma u otra, desear quedarse a vivir allá. Ya sea por la pasión que transmiten en su trabajo… o porque eso te daría la posibilidad de pasarte el día comiendo sus maravillosas creaciones.