EL JUEGO. La saga «Saints Row» no necesita presentación alguna… O, al menos, no debería necesitarla. Pero por si hay algún despistado en la sala, ciñámonos a las explicaciones básica. Esta es una serie de videojuegos creada por Volition, Inc. que está caracterizada por dos grandes rasgos comunes en todos y cada uno de sus juegos: sus entregas siempre están emplazados en un mundo abierto y, sobre todo, siempre tienen unos niveles de cachondeo muy pero que muy superiores a cualquier otro juego que te puedas echar a la cara. Así las cosas, la saga recibió su nombre precisamente por seguir los periplos muy despendolados de una banda callejera que se hace llamar The Saints y que cada vez va creciendo más y más hasta que su líder se convierte en el mismísimo Presidente de los Estados Unidos de América. Pero, un segundo, no adelantemos acontecimientos porque esto es algo que ocurre precisamente en «Saints Row IV» y que queda explicado en una primera partida muy pero que muy tronchante.
PRIMERA PARTIDA. El Modo Campaña de «Saints Row IV» se abre como un FPS cualquiera… Y eso, tratándose de la saga «Saints Row«, ya es algo suficientemente sorprendente. Una intro sintetiza la historia de The Saints y te mete directamente en lo que parece una misión secreta más propia de «Rainbow Six» que de esta serie de videojuegos. Pero no adelantemos acontecimientos. Vas en helicóptero junto a algunos de tus compañeros de The Saints y empieza a sobrevolaros una duda: ¿os dirigís de cabeza hacia una trampa? ¿O más bien se trata de un asesinato internacional? Todo depende de quién hable. La cuestión es que por fin aterrizáis en un sitio en el que una mujer os insta a que la sigáis. Vais a matar a alguien y os ocultáis entre las rocas de un paraje desértico esperando a que ese alguien entre en vuestro punto de mira y así cargároslo de forma rápida y limpia. Pero hay problemas: viene otro coche cargado de unos terroristas que deberían estar en el diccionario al lado de la definición de «terrorista». Da igual. Tú eres un ultracrack y saltas a la acción para cargártelos a todos. Bueno, tú no. Ya me entiendes: todavía no estás jugando y el personaje se mueve solo. Faltaría más.
Una vez entráis por una escotilla, por fin tomas las riendas del personaje. Vuestro grupo sigue a la tipa que os ha traído hasta aquí, que se llama Asha y que, como diría cualquier canción de reggeatón, está bien buena. Cuando te pide que te cargues a tu primer terrorista, lo haces. Y este te lo cargas tú, de verdad, así que por fin aprendes a matar con sigilo. Con el siguiente maloso en interponerse en tu camino ya no eres tan silencioso y te toca disparar a bocajarro. Mucha sangre. Muy espectacular. A partir de aquí, la cuestión es ir alcanzando los puntos de control mientras vas en pos de tu misión, que en este caso no es otra que llegar a un sitio concreto: la sala de comandos. Desde el principio hay mucho disparo, pero justo cuando te estás confiando una explosión te manda de baretas y aprendes a hostias: no puedes confiarte. Un segundo… ¿Estás pasando por una zona de recreo terrorista y hay una pantalla de ordenador con porno? Muy fan. Lo que también hay son muchas explosiones por todos lados… Un poco más adelante, entras en un combate en el que se activa una especie de bullet time que te deja matar a gente muy tranquilo. Genial.
Después de un rato correteando por esta base subterránea atestada de terroristas, por fin encuentras el maloso más chungo del lugar: te enzarzas en una lucha importante y parece que, en lo que respecta a luchas importantes, «Saints Row IV» va a optar por la dinámica de apretar el botón adecuado en el momento adecuado. Sea como sea, ni apretando el botón adecuado te libras de que el tipo te clave un cuchillo. Él tampoco puede evitar, por otro lado, que le pegues un tiro en la cabeza y lo mandes de cabeza a un pozo de lava. Aun así, es demasiado tarde: un macromisil está a punto de acabar con la humanidad, así que corres hacia él, saltas, te agarras y te elevas por encima de la base terrorista mientras suena «I Don’t Want To Miss A Thing» de Aerosmiths. Ese es el nivel. Muy fuerte. De nuevo, toca apretar el botón adecuado mientras vas escalando, esquivando partes del fuselaje que están a punto de arrancarte la cabeza y, finalmente, cuando ya has creado varios cortocircuitos en diferentes paneles de seguridad, te desprendes del cohete y saltas hacia la cámara. Justo en el momento en el que haces un «thumbs up», el cohete explota en mil pedazos… Y aparece el logo de «Saints Row IV«. ¿Fin de la intro? Espera, espera: caes en el despacho oval. Así. A las bravas. Y el juego te indica que has completado tu primera misión: «La Noche Más Saint» (toma chascarrillo con cierta película reciente mata-terroristas). A continuación, desbloqueas varios logros tan divertidos como «La adoración de EEUU» o «Presidencia de los EEUU«, además de desbloquear a diferentes nuevos colaboradores como el jefe de gabinete Benjamin King («¡El p**o Venjanmin King!») o el vicepresidente Keith David.
¿Estás listo ya para crear a tu personaje? Porque ya va siendo hora. Pero, tratándose de un «Saints Row«, no podía ser un proceso de tuneo de personaje al uso… Sino más bien una sátira de otros procesos de tuneo de personaje mucho más serios. Primero tienes que escoger una portada de un diario, con lo que defines los primeros rasgos de tu personaje: sexo y raza. Y, a partir de ahí, puedes tunearlo absolutamente todo: el cuerpo (puedes elegir una complexión incluso gordota, piel -¡con colorinchis casi extraterrestres!-, bronceado -de granjero, bikini… No se puede estar más loco, en serio-, edad -básicamente, pones o quitas arruguitas- y incluso un atractivo que se mide ¡¡a través del tamaño del paquete!!), la cara (con rasgos que no se dejan fuera ni las verrugas, ni los lunares ni las cicatrices, además de un número abrumador de parámetros que van desde el occipucio y la nuca hasta la frente, pasando por las cejas, las orejas, los pómulos, la nariz, la boca, la barbilla y el color de unos ojos en los que te permiten frikadas como que todo sea blanco o negro), el cabello (aquí eliges el vello facial y las cejas, pero también un peinado que puede tener nombres tan tremendos como «animadora vintage», «Caballero de las Flores» o «psychobilly suave»), maquillaje (todo femenino, aunque para los hombres también hay pinturas de toda la cara tipo zebra, esqueletos y cosas raras)… Por último, te toca definir tu personalidad a través de una voz y unos gestos que ves en forma de cumplidos y provocaciones, como hacer la gallina de «Arrested Development«, el gesto de «Los Tres Amigos» o burlarte de tu contrincante con el gesto internacional de hacerte un pajote. Sí, es un proceso muy pero que muy desquiciado. Pero también el proceso de creación de personaje más divertido con el que te vas a encontrar nunca