Después de mi primera visita a Oval, tengo que reconocer que mi comentario fue: «Creo que me daría miedo recomendársel a determinadas personas«. Que nadie me malinterprete: fue una de las mejores experiencias hamburgueseras que he tenido en Barcelona. De hecho, creo que perfectamente podría situarlo en mi Top 3 de hamburguesas de la Ciudad Condal. La reticencia, sin embargo, venía debida a un hecho muy concreto: cuando suelo recomendar a la gente que vaya aquí o allá, lo hago sabiendo que van a tener una experiencia óptima porque la cocina es excepcional y el chef es infalible. En el caso de Oval, sin embargo, resulta que el chef eres tú mismo, por lo que lo sublime de tu experiencia depende de ti y de nadie más que ti. De ahí venía mi miedo a enviar hacia el Oval a ciertos amigos que sé que son capaces de comerse un Frankfurt crudo acompañado por un tomate a mordiscos y se quedan tan anchos. Sea como sea, también tengo que reconocer que ese miedo se esfumó cuando, en mi segunda visita al lugar, fui acompañado por un grupo bastante amplio y, al fin y al cabo, resulto que nadie fabuló una receta incomible rozando lo tóxico: será que todos tenemos un chef dentro o será, más bien, que si elegimos unos ingredientes para nuestra hamburguesa es porque nos apetecen y, por lo tanto, van a sentarnos fetén. Otro gallo cantaría si tuviéramos que armar la receta de una hamburguesa para que se la comiera el de al lado… Pero, como no es así, a Oval sólo se va a disfrutar. Por la puerta grande.
Y lo de la puerta grande no es una forma de hablar metafórica: es puramente real. El local de Oval casi no distingue entre su espacio abierto al exterior (una terraza que ocupa el tramo más externo del local, añadiendo intimidad a la experiencia siempre demasiado exhibicionista de estar en un espacio como este) y su interior, separados por una amplia puerta cristalera que permite que de día entre una gran cantidad de luz natural y que, de noche, no tengas la sensación de estar encerrado entre cuatro paredes claustrofóbicas. La decoración se ve punteada por la profusión de maderas de tonos claros, ladrillos de obra vista y reutilización de elementos antiguos de la finca regia en la que se encuentra. En conjunto, Oval es un espacio cálido con toques modernos, pero no de esa modernidad que te agobia por intrusiva y excesiva, sino una modernidad de colores blancos que te deja espacio mental para lo verdaderamente importante: disfrutar de lo que te vas a echar a la boca.
Una vez sentado a la mesa, y una vez los camareros han tomado nota de las bebidas, toca enfrentarse a la carta. Es algo sencillo y, a la vez, complicado: se trata de ir escogiendo ingredientes de diferentes secciones para que, una vez todos bien juntitos, obtengamos la hamburguesa de nuestros sueños. Primero, el corazón de la receta: la hamburguesa, con opciones tan suculentas como la ternera de Nebraska o ese ganador absoluto que siempre es el buey. A continuación toca elegir el pan, ya sea clásico, blanco, con cereales, integral, sin gluten e incluso podemos optar por tener nuestra hamburguesa al plato, sin nada de pan. Lo siguiente es escoger cuidadosamente el queso, y aquí las posibilidades se disparan con variedades tan suculentas como el Idiazabal, tan explosivas como el azul de cabram, tan clásicas como el Cheddar o tan suaves como el cremoso. Si aquí ya has tenido dificultades, prepárate porque vienen curvas: también tendrás que escoger cuatro ingredientes que van desde los básicos (tomate, lechuga, diferentes tipos de cebolla) hasta propuestas mucho más arriesgadas (olivas negras, piña a la brasa, jalapeños, arándanos…). Y, por si todavía quieres más, también puedes añadir a tu receta algunos ingredientes premium como los champiñones salteados, el jamón serrano o el huevo frito. ¿Cómo acabar un abuena hamburguesa? Con la salsa perfecta, y aquí podrás elegir emtre el alioli al chipotle, varias mostazas, ketchup, teriyaki, tres pimientas, cacahuete, pesto, la muy sabrosa mayonesa de cebolla caramelizada y ajo o muchas más.
También tendrás una gran variedad a la hora de elegir tu acompañamiento: a las dos ensaladas existentes (de feta o de cabra) puedes añadir las imprescindibles patatas fritas que en Oval tienen un variante más que simpático, los moniatos. En ambos casos, pueden ir solos o acompañados de queso fundido. Y, por si lo dicho fuera poco, puedes pasar de las opciones habituales e irte directmente a por unos nachos con guacamole, queso fundido y jalapeños. ¿Que eres una persona de poco riesgo? No te preocupes, que la carta del Oval tiene un apartadito donde los menos arriesgados pueden escoger alguna de las cuatro recetas de hamburguesas ya montadas que te ahorrarán todo el proceso descrito hasta este momento. Pero, sinceramente, si no has venido aquí a probar lo buen chef que eres, ¿qué haces en Oval?