Al principio del todo, Reptile Youth fueron otra de esas muchas bandas que jugaron al despiste… Pasaron de llamarse Reptile and Retard a denominarse Reptile Youth sin que casi nadie se diera cuenta, aunque observando la decisión con retrospectiva queda claro que el cambio fue para bien. Y, de pronto, ya con su nombre definitivo, se encontraron en boca de todo el mundo de la mejor forma posible: no por un hype inducido, tampoco por una campaña de marketing insidiosa, sino simple y llanamente porque cualquiera que pasara por alguno de sus directos salía con la cabeza echa pedazos debido a la intensidad inaudita de lo vivido sobre y bajo el escenario. Mindblowing, que dicen por ahí.
A partir de allá, lo de Reptile Youth fue puro suma y sigue: su debut homónimo, «Reptile Youth» (HFN, 2012), fue carnaza suculenta para todos aquellos que echaban de menos la frescura de la renovación punk-funk de Nueva York trasladada a la capacidad para los estribillos coreables del indie moderniqui puramente británico. Y, mostrando una seguridad pocas veces vista en unos debutantes, decidieron que su disco no iba a ser sólo suyo, sino de todo un conjunto de remixers de pro que se marcaron un estimable álbum de remezclas y también de un grupo de artistas del audiovisual que hicieron suyas las piezas de «Reptile Youth» para sacarle el máximo partido visual. Un sentido del riesgo que seguro que alargarán hacia su segundo álbum… y hacia cualquier otra aventura en la que se embarquen, porque estos dos tipos resultan ser realmente alérgicos a la rutina.
Pese a que Reptile Youth son conocidos precisamente por sus directos, en España no hemos podido disfrutarles con la asiduidad que desearíamos. Por eso hay que celebrar que forman parte del inminente Santander Music Fest 2013, que se celebrará del 1 al 3 de agosto. Para ir abriendo boca, no se nos ocurre mejor aperitivo que entrevistar a Mads de Reptile Youth y que nos cuente qué nos tienen preparado.
Lo primero que supimos de Reptile Youth, incluso antes de vuestro debut, fue que la gente se volvió loca con vuestro directo. ¿Creéis que, al contrario del marketing basado en el hype de otras bandas, esta es la mejor forma de darse a conocer? La gente que primero escucha nuestro álbum y luego nos ve en directo siempre tiene una experiencia muy diferente a los que primero nos ven en directo y luego escuchan nuestras canciones. Yo siempre soy diferente y, además, me veo incapaz de decir qué es mejor para el resto de la gente.
Venís de Dinamarca y la tentación de meteros en la escena de allá es demasiado tentadora. ¿Os sentís parte de una escena danesa? La verdad es que no. Pero supongo que es imposible mantenerse al margen de las influencias de tu propio entorno, por mucho que lo intentes.
Si tuvieras que recomendar tres bandas de Dinamarca, ¿cuáles escogerías? Para empezar, Broke: son increíblemente talentosos, son nuestros amigos y tocan con nosotros en directo. A CTM la elijo porque su EP «Variations» es puro sexo. Y el debut de Pinkunoizu, «Free Time«, ha estado en repeat en mi iPod desde el día de su lanzamiento.
Aunque sois daneses, en Spin Magazine hablan de vosotros como los herederos del espíritu del post-funk neoyorkino. Esa mención está en vuestra propia web, así que… ¿estás orgullosos de la comparación? Es algo realmente extraño que te comparen con otros. Es como verte a ti mismo desde fuera de tu cuerpo. Como verte a ti mismo y darte cuenta de que no eres tú mismo. Además, el orgullo es algo que no me preocupa de ninguna forma.