David Fincher es de los pocos cineastas que, pese a hacer un cine decididamente comercial, ha contado casi siempre con el beneplácito de crítica y público. Desde los tiempos de «Alien3» y recién salido de la escuela del videoclip, Fincher ha sabido trasladarse al mundo del largometraje mucho mejor que cualquiera de sus colegas de profesión. Es difícil encontrar hoy en día a directores que vengan del campo de la publicidad o del video musical que sepan alejarse y distanciarse de ese lenguaje, ya que prácticamente todos pecan de intentar mantener muchas de las ideas aplicadas en sus trabajos anteriores olvidando que, por mucho que funcionen en un anuncio de televisión o en un video musical, no tienen por qué hacerlo en una película. Un claro ejemplo de ello lo pudimos ver en la pasada edición del Festival de Cine de Sitges con la película de Romain Gavras: “Notre jour viendra”. De factura impecable y llena de ideas que anteriormente había aplicado correctamente en varios de sus videos pero que aquí no funcionaban en absoluto, provocando un absoluto tedio en el espectador.
Es curioso cómo, haciendo un breve repaso hacia la filmografía de Fincher, uno no sólo se da cuenta de que es un cineasta que ha tocado prácticamente todos los géneros, sino que también hay varios puntos en común que unen a cada una de sus obras. Personajes solitarios, alienados y aislados, a veces forzadamente, como en el caso de “Alien3” o “La Habitación del Pánico”, y otras por voluntad propia como en “The Game” o “Zodiac”. Ciudades que son un personaje más en la historia como en “Seven”, o personajes que son incapaces de encontrar su lugar en la sociedad viéndose forzados a escapar de ella por razones distintas como ocurre en “Fight Club” o “El Curioso Caso de Benjamin Button”, respectivamente.
«La Red Social» no iba a ser una excepción, y aquí Fincher vuelve a tocar varios de los temas expuestos anteriormente… En la película se nos explica cómo se originó la red social conocida como Facebook, mera excusa para hablarnos de la soledad del ahora multimillonario Mark Zukerberg: un personaje incapaz de relacionarse o de mostrar sentimiento alguno hacia los que le rodean y que se acoge al termino de la amistad como una idea o concepto de popularidad, un personaje que prefiere el ser idolatrado y venerado por sus logros profesionales antes que desnudarse emocionalmente ante alguien, mostrando así una coraza perfecta e impenetrable que mantiene constantemente.
Fincher rueda con exquisita elegancia el magistral guión de Aaron Sorkin, pero desgraciadamente lo hace siempre desde la distancia, sin llegar nunca a ahondar ni a profundizar en los sentimientos y emociones de los personajes. Con esto no quiero decir que, personalmente, no me guste la película; todo lo contrario. Pero el sentimiento que me evoca el recordarla roza la indiferencia absoluta. De todas maneras, la cinta está llena de momentos brillantes; sin ir más lejos, la secuencia inicial en el interior de un pub nos expone claramente (a través del extraordinario dialogo escrito por Sorkin) con qué clase de personaje nos vamos a encontrar. O la reunión que mantienen los dos protagonistas con Sean Parker (interpretado por Justin Timberlake), el co-fundador de Napster, es toda una lección en su uso del montaje y la música, sin olvidarnos de la ya memorable secuencia de la competición de regatas. Hay que hacer una mención especial hacia la música electrónica de Trenz Reznor y Atticus Ross, que ayuda a que nos introduzcamos mejor en ese universo frio, calculador y distante en el que vive el protagonista permanentemente.
Durante todo el metraje vemos expuestas en la pantalla todas las acciones de los personajes, pero es prácticamente imposible que lleguemos a compartirlas y mucho menos, a identificarnos con ellas. Los pocos momentos en los que nos podemos mostrar más cómplices hacia ellos son en los que aparece el personaje de Eduardo, el compañero y co-creador de Facebook junto a Zuckerberg y aquí excelentemente interpretado por Andrew Garfield, el futuro nuevo Spider-man). La expresión que muestra al ver que sus acciones en Facebook se han reducido prácticamente a cero y su posterior enfrentamiento con el protagonista es toda una lección de interpretación.
En resumidas cuentas, “La Red Social” es una buena película e, indiscutiblemente, una de las más interesantes que se han estrenado a lo largo de todo este año. Técnicamente es enfermizamente perfecta, como toda la filmografía de su director, los actores están brillantes, en especial Jesse Eisenberg (injustamente siempre comparado con el soso de Michael Cera) y el antes mencionado Andrew Garfield. Pero, bajo mi punto de vista, el film no alcanza la maestría que podría haber logrado. No hay que olvidar que estamos ante una película de personajes pero en la que ninguno de ellos evoluciona, en especial el protagonista, y que se ha querido llevar tan al límite la postura estoica y pasiva de éste que al final termina cayendo en el error de ser un cliché.
[Alex Aviño D’acosta]