“Lloyd, I’m Ready To Be Heartbroken”. Así se titulaba la canción con la que Camera Obscura, respondiendo a Lloyd Cole vía llamada telefónica a cobro revertido realizada con veinte años de retraso, destapaban el tarro de las esencias pop de su obra cumbre, “Let’s Get Out Of This Country” (Elefant, 2006). Del mismo modo, tan lapidaria y desoladora frase (a la sazón, su inapelable estribillo) plasmaba el aura de lánguida resignación y cotidiano dramatismo sentimental que envolvió desde sus inicios cada composición de la banda liderada por la adorable pero hastiada Tracyanne Campbell: sólo con observar su mirada en el videoclip del tema en cuestión resultaba fácil adivinar que la chica ya se sentía un poco desencantada (dicho con buenas palabras) ante tanta frustración amorosa acumulada desde la tierna juventud y musicada, capítulo tras capítulo, por himnos pop. El pan de nuestro de cada día y combustible del motor creativo de Tracyanne (qué gran nombre…).
Han pasado los años (siete desde “Let’s Get Out Of This Country” y cuatro desde “My Maudlin Career” -4AD, 2009-, un álbum que no logró igualar el nivel de su antecesor aunque acabó resultando igualmente provechoso) y Tracyanne sigue en las mismas. Eso sí, no pudo olvidarse de que, en el mundo exterior al de los avatares del amor, también ocurren sucesos desagradables como el que afectó a la salud de uno de sus compañeros y determinados problemas personales que a punto estuvieron de finiquitar la trayectoria de Camera Obscura. Estos contratiempos, sin embargo, funcionaron como un acicate para que los escoceses se centrasen en su futuro, cogieran los bártulos y cambiasen de aires (Glasgow por Portland, al otro lado del charco) para grabar su quinto trabajo, “Desire Lines” (4AD, 2013), bajo las órdenes en la producción de Tucker Martine (Beth Orton, Laura Veirs o R.E.M., entre muchos otros) y con la intervención estelar a los coros de Neko Case y Jim James.
Resumido sucintamente el agitado recorrido de Camera Obscura durante los últimos tiempos, volvamos a la interpretación sobre los asuntos del querer que Tracyanne desgrana en sus canciones. Como decíamos, la chica sigue en las mismas, desenmarañando diferentes enredos del corazón, apaciguando pensamientos introducidos en veloces e interminables ciclos de centrifugado, soltando pullas directas y dejando caer mensajes subrepticios al otro sujeto para que se decida a salir, entrar, subir, bajar y decir que sí o que no. Todo ello insertado en las partituras pop pulcras y clasicistas habituales en la discografía de los escoceses y que tantas veces los emparentaron, inevitablemente, con sus vecinos Belle And Sebastian. De ellos replican en ciertas fases de “Desire Lines” su corte indie-pop elegante, distinguido, de aires sesenteros, con ínfulas AOP (Adult Oriented Pop) de radio FM setentera y hecho a medida para oyentes cabizbajos que necesitan una caricia (“This Is Love (Feels Alright)”, “William’s Heart” o “Cri Du Coeur” -esta última incorpora unos arreglos de cuerda muy refinados y apropiados- con las que se puede escapar alguna lágrima que otra) o un empujoncito (a través de la agilidad casi twee de “Troublemaker” y la apasionada “Do It Again” o los buenos propósitos que contiene “New Year’s Resolution”) para salir del atolladero.
Pero lo más jugoso, en cuanto a presentación sonora, llega en el tercio final del álbum. Ahí, Camera Obscura refrendan que su viaje a tierras estadounidenses les sirvió para renovar la cara (siempre joven y lozana pero relativamente previsible) de su repertorio, inclinándose hacia sonoridades antes ajenas a ellos (en “Every Weekday” , Tracyanne une sus pequeños sollozos a unos refulgentes acordes de guitarra ejecutados entre palmeras tropicales) o más propias del lugar donde registraron “Desire Lines”, como el country: entre sus atmósferas pesarosas y dramáticas, pero reconfortantes, se desarrollan el baladón lacrimógeno “Fifth In Line To The Throne” (o cómo sentirse no sólo el segundo plato de alguien, sino el quinto…), “Missed Your Party” (o cómo cambiar planes con ese alguien por otros más caseros y televisivos) y “Desire Lines” (norteamericana hasta el tuétano, empezando por su mención a California y acabando en su steel guitar). Sólo la briosa “Break It To You Gently” rompe la norma apostando de nuevo por el pop marca de la casa escocesa, adornado por unos protagónicos teclados y guiado por la transparente y expresiva voz de Tracyanne.
Pobre Tracyanne, preguntándose una y otra vez, aunque no lo cante literalmente, qué ha hecho para merecer eso… Tras escucharla al frente de Camera Obscura durante todos estos años y a lo largo de “Desire Lines”, no queda más remedio que acompañarla en el sentimiento. Maldita incertidumbre. Maldito silencio. Maldita falta de respuestas. Aunque sólo una está clara, la de la pregunta que, en su momento, lanzó al aire Lloyd Cole: “Are You Ready To Be Heartbroken?” Por enésima vez, sí. A los románticos nos la juegan siempre…