Reconozcámoslo: The National dan bastante vergüenza ajena en su último videoclip, rodado para “Sea Of Love”, primer single de su último trabajo, “Trouble Will Find Me” (4AD, 2013). Pero nadie debería sorprenderse (al fin y al cabo, ya salían dando saltos en la cama en “Mistaken For Strangers”) dada la afición de Matt Berninger y compañía por la autoflagelación y el exhibicionismo melodramático y casi paródico con que airean sus penurias y exorcizan sus demonios. Siempre ha habido un elemento de comedia en la que es, por otra parte, la música más seria de la escena rock actual.
Para muchos de nosotros, Berninger se ha convertido en algo así como un amigo imaginario: junto a él hemos sufrido amargas decepciones, hemos visto el amanecer tras una noche de jolgorio descontrolado y destructivo, hemos amado y odiado la mujer que nos despoja de horas de sueño por la noche, hemos perdido amigos mientras nos hacíamos mayores y distantes… Junto a él hemos (sobre)vivido los miedos y las obsesiones de la vida de mil hombres y la nuestra propia. A través de sus letras, descarnadamente honestas y de una desnudez arrebatadora, muchos hemos sido Matt Berninger.
Es fácil perderse en la poesía que este crooner del siglo XXI recita con su profunda voz y no reparar en la excelencia de los músicos que lo acompañan. En “Trouble Will Find Me”, los hermanos Dessner y los hermanos Devendorf llegan a cotas de exquisitez y buen gusto en la instrumentación que parecían inalcanzables tras sus excelentes discos anteriores. Ayuda también la colaboración de un equipo de artistazos que incluye gente como Sufjan Stevens, Nico Muhly o St. Vincent. Su presencia, sin embargo, huye de todo afán de protagonismo y se diluye en el conjunto total, compuesto por una multitud de diminutas piezas que funciona como una máquina casi perfecta. Lo que The National han perdido en inmediatez y garra, lo han ganado en solidez, extremadamente comedida y discreta. Qué lejos quedan aquellos “Available”, “Abel” y “Mr. November”, esas explosiones de catarsis que rompían con la línea melancólica que siempre han seguido los de Brooklyn.
Es por ello que este trabajo termina siendo más homogéneo que los anteriores y, a la vez, más complicado a la hora de hincarle el diente. Es curioso porque, una por una, las composiciones no son más complejas de lo que nos tienen acostumbrados, pero el conjunto puede resultar menos atractivo a primera escucha. Además, Berninger ya es un hombre casado, padre de familia, y la temática que ya se hacía presente en «High Violet« (4AD, 2010) termina siendo la conversación central del último disco: las dificultades de la vida en pareja, los nuevos miedos que asaltan al llegar la responsabilidad parental… nuevas inseguridades, nuevos retos, nuevas putadas. Atrás quedan líneas tan memorables e importantes dentro del imaginario crápula y canalla: “On the coffee table cock in hand”, “I have weird memories of you, pissing in a sink I think”, “I leaned on the wall and the wall leaned away”, “Come be my waitress and serve me tonight, serve me the sky with a big slice of lemon”…
“Don’t make me read your mind, you should know me better than that” son las primeras palabras que pronuncia Berninger al comienzo de “I Should Live In Salt”, palabras de un hombre frustrado y cansado en medio de una relación estancada. La tristeza y el pesimismo son dos enormes nubarrones que cubren este nuevo disco, pero nunca estalla la tormenta. Sólo llueven unas pocas lágrimas difícilmente contenidas, sólo queda un hombre resignado y con pocas ganas de luchar. Ahora prefiere narrarnos los miedos desde el otro lado de la barrera, en lugar de afrontarlos, o al menos en lugar de sumergirlos en litros y litros de alcohol. “It takes a lot of pain to pick me up”, cantan los coros en “This Is The Last Time”, en medio de unos arreglos de cuerdas que ponen los pelos de punta. Un momento que dura un instante pero que resume este trabajo a la perfección. The National se han convertido en unos maduritos que hacen música maravillosa, emocionante y que habla de las penas del hombre moderno y de clase media como nadie en el mundo se atreve a hacerlo. Y sólo por eso merecen todo nuestro respeto y admiración.