British Sea Power (BSP) podrían ser en la escena alternativa británica lo que los coches alemanes en el mercado automovilístico: eficaces, sólidos y siempre fiables. Desde su Brighton natal (histórica ciudad de tamaño mediano pero fértil en cuanto a grupos musicales: sigan este enlace, lean la lista y alucinen…), se han ido ganando, quizá sin la repercusión merecida, la reputación de banda capaz de seguir a la velocidad adecuada un camino recto y ascendente dentro del rock independiente de las islas. Claro que, a pesar de mantener la dirección correcta, su travesía fue realizando sorprendentes paradas. Así, tal como contamos en el momento de la salida del que era su último álbum hasta la fecha, “Valhalla Dancehall” (Rough Trade / PopStock!, 2011), el sexteto encabezado por Scott ‘Yan’ Wilkinson comenzó su andadura fijándose en el post-punk brioso e intelectualoide para, posteriormente, saltar sin reparos al rock de mensaje existencialista, arrimarse a la épica eléctrica elevada por Arcade Fire, coquetear con ciertos sonidos del kraut rock e incluso introducirse en el mundo de las bandas sonoras para films y documentales.
Gracias al notable nivel y la regularidad de cada una de sus referencias, British Sea Power lograban construir una imagen que iba mucho más allá de la de grupo histriónico que había caracterizado sus inicios; y, debido a su imprevisibilidad estilística, se desprendían del influjo de determinados nombres con los que, a veces, eran relacionados con razón (David Bowie, por las inflexiones vocales y el aspecto de algunas composiciones de Yan) y sin ella (Kings Of Leon, analogía que no tenía ningún fundamento). En tal caso, si hubiera que establecer algún tipo de comparación para analizar a BSP, sería con ellos mismos, conectando cada nuevo elemento de su discografía con el inmediatamente anterior. Este sería el proceso a seguir en “Machineries Of Joy” (Rough Trade, 2013), su quinto trabajo, cuyos espejos en los que se refleja se hallan, de manera evidente, en la serie de EPs (hasta seis) que la banda publicó durante 2012 como muestra previa en versión demo de lo que ofrecería su nuevo álbum y, de modo más velado, en el mentado “Valhalla Dancehall”.
De él, BSP rescatan, por un lado, la rítmica motorik que tan sabiamente manipularon en uno de los mejores temas de su carrera, “Mongk II”; aunque esta vez la dulcifican y le eliminan todas sus aristas para dar forma a la titular “Machineries Of Joy” (que toma su denominación de una colección de historias de Ray Bradbury -autor de cabecera de Yan– para, entre aires melancólicos, jugar con el concepto del ser humano actual) y la envuelven de electricidad en la inquietante “Loving Animals”, que conecta con la simbología perturbadora tan del gusto de la banda (basta con echar un vistazo a la portada de este LP). Por otro lado, también recuperan su poderoso rock ejecutado a base de latigazos (resumido en las desatadas “K Hole” y “Monsters Of Sunderland”) y parte de su interpretación del pop ensoñador (“Hail Holy Queen” y “What You Need The Most”, adornadas con unos arreglos de cuerda que aumentan sus efectos evocadores), que pasa de ser un componente secundario de su repertorio a adquirir aquí un mayor protagonismo.
Efectivamente, British Sea Power se sirven de “Machineries Of Joy” para enseñar su cara más reposada y profundizar así en sus propias reflexiones: el último cuarteto del disco no se sale de la senda del pop amable que mantiene su gancho melódico (“Spring Has Sprung”) y su riqueza formal (“Radio Goddard”, regada de coros y vientos), aunque se distancia de la acostumbrada intensidad de Yan y los suyos y de su afán por exprimir su energía hasta la última gota. Esos son los British Sea Power que esperan escuchar sus seguidores y todos aquellos que saben que los de Brighton son únicos domando los caballos desbocados del indie-rock y el power-pop. Siguen siendo eficaces, sólidos y fiables, como un coche alemán, pero en esta ocasión han abandonado algunas de sus señas de identidad más atractivas.