El penúltimo fin de semana de marzo tuvo lugar la ya tradicional cita con el FiV de Vilalba, que durante los últimos años viene abriendo la temporada de festivales en Galicia. Debido a su acertada organización y, sobre todo, al hacho de haber nacido desde la total humildad e ir progresando a la velocidad adecuada, sin sobresaltos ni cambios respecto a su idea original, ha ido adquiriendo una creciente fama a nivel estatal. En cuanto a su parrilla artística, suele seguir una línea eminentemente indie nacional, al estilo de otros certámenes como el Festival do Norte de Vilagarcía de Arousa o el Sonorama de Aranda de Duero. Sólo había que fijarse en el perfil de los asistentes para comprobar que el público juvenil es el que manda y que el cartel estaba confeccionado, en gran parte, en función de sus gustos…
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VIERNES, 22 DE MARZO. Vilalba nos recibió con su característico frío, aunque la lluvia respetó la jornada de estreno. Por motivos logísticos no pudimos ver al primer conjunto del día, el trío redondelano Belöp, pero sí al que le siguió: Cyan, que a pesar de contar con tres álbumes en su bagaje, carecen aún de las suficientes personalidad y carisma sobre las tablas. Por momentos, los barceloneses recordaban a unos Coldplay descafeinados (si eso es posible), incluidos los tramos en los que su cantante, Javi Fernández, se sentaba ante el piano.
A continuación se presentó uno de los grupos predilectos de un servidor: el trío madrileño Nudozurdo. Los chicos de la capital hicieron gala de su acostumbrado rock cuadriculado y con cierto toque oscuro. Su aparente frialdad sobre el escenario y la temprana hora de su actuación les impidieron conectar con la audiencia, a pesar de haber mostrado una gran fuerza través de las diferentes intensidades de sus pasajes sonoros.
También de Madrid llegó el cuarteto Hola A Todo El Mundo. Poco queda de sus inicios pseudo-folk, como refleja su recomendable último álbum, “Ultraviolet Catastrophe” (Mushroom Pillow, 2012). Ahora, el actual cuarteto se acerca a una especie de mezcla entre los juegos vocales de Arcade Fire y la épica de M83, lo que quizás provoca que a algunos de sus temas se les noten demasiado sus influencias. A pesar de ello, los madrileños ofrecieron un concierto compacto, con un sonido muy bien definido que enganchó al público.
El show de Guille Milkyway y La Casa Azul será recordado por los numerosos problemas técnicos que lastraron su desarrollo, sobre todo al principio; y también porque sus fans más acérrimos no se quedaron satisfechos con lo visto y oído, al contrario que los jóvenes que ocupaban las filas delanteras. Con todo, el público en general supo ser paciente, y el directo fue cogiendo ritmo basándose, principalmente, en “La Polinesia Meridional” (Elefant, 2011). La Casa Azul es un proyecto claramente orientado al baile y al hedonismo, y eso fue lo que Guille (parco en palabras, seguramente por culpa de las dificultades del arranque) entregó en Vilalba, incluido su mega-hit “La Revolución Sexual” para acabar por todo lo alto su espectáculo.
Siguiendo la tónica de la programación, en sostenido ascenso, entró en escena el que probablemente sea el grupo español que mayor proyección internacional ha conseguido en los últimos tiempos: Delorean. Quedan muy lejos sus comienzos allá por 2001, con el sonido post-punk de la época, ya que actualmente se podrían definir como una especie de Animal Collective enfocados hacia la pista de baile. Gracias a los de Zarautz, la carpa del FiV alcanzó el clímax y poco importó que sacaran a relucir varios temas nuevos: el gentío simplemente se dejó llevar por la euforia que transmitieron todas sus canciones. Justamente por esa razón, se alzaron con el honor de haber sido los triunfadores del día.
La sesión de Amable puso el broche a la jornada. Poco resta por decir a estas alturas de este experimentado dj, probablemente el pionero de los djs indies que pueblan nuestro país hoy en día. Cumplió con lo esperado: mantener al personal en movimiento. Ni más ni menos.