¿Y qué lleva Miuccia de pendientes en la Milan Fashion Week? ¡¡¡Pues bananas!!! En un desfile evocando la época dorada del jazz mezclada con aires del Caribe, donde se han tomado Daiquiris a trocomocho y en el que Anna Della Russo ha aparecido con un sombrero de sandía de Alan Journo (tsss… apuntadlo en la lista de cosas a chequear en Google). Lo normal, oiga, que esto es un desfile de Prada para la próxima primavera / verano y para recordarnos que lo que tan tristemente dejamos atrás volverá… y mejor. Los zapatos, killer totales. Rafia de colores, siempre con esas formas, ese estilazo que justamente te permite combinarlos tanto con la camisa estampada de las susodichas bananas como con un vestido liso de escote en V interminable (casi hasta el ombligo) de lo más sobrio y perfecto. Cabe decir, querida Miuccia, que Martin Lamothe se ha adelantado casi una semana en presentar la rafia como alternativa durante esta pasada Cibeles; pero, claro, a ella se le adelantó Marc Jacobs en hacerlo con la piel durante la pasada New York Fashion Week, a principios de este septiembre. En cualquier caso, el tándem piel/rafia no se puede dejar escapar para la próxima temporada estival porque va a ser el MUST total. Que los grandes lo han dicho.
Al ritmo del “Te He Visto Pasar” de Esther Borja, se ha visto desde el vestido Ibiza meets Perú y se va al Caribe, a los bichos de rayas timburtonianos que hubieran nacido si Alicia hubiera caído en Trinidad y Tobago. Rayas, rayas y rayas, verdes, amarillos, rojos y azules y combinaciones con estampados maravillosos de inspiración que parece grecorromana pero se basa más en los tótems con el mono como animal a adorar. Locura de superposiciones y ojo a las gafas de sol. Se acabó el retro radical (¡¡por fin!! Fan total pero ya un pelín cansino, no?), con formas que conservan el espíritu Prada, pero con detalles en colores y formas originales y bastante locas, pero no de esa locura que da corte ponerse: hasta me las pondría yo, que a veces un botón rojo ya me parece que da el cante. Me ha ido gustando más y más a cada paso de alguna que otra torpe modelo que parece llevarse bien con los tacones pero no con las plataformas (Doh!!!) y, desde luego, he amado la sencillez con la que ha aparecido la creadora para saludar recatadamente y casi sin asomar, con las dos bananas colgando de las orejas.
La única cosa por la que la maldigo ahora mismo es por las ganas de tomarme un Daiquiri que me han entrado.
[Aitana V.]