¿Cuánto tiempo has estado fuera, David? ¿Diez años, dices? Caray, parece que hayan sido mil. Y te digo una cosa: es una sensación que no mola. Caramba, que no soy tan vieja. Y la verdad sea dicha, tú tampoco. Por lo menos no tanto como para retirarte definitivamente, que es lo que todos pensábamos ya que habías hecho… y un poco por la puerta de atrás, si te he de ser sincera. Que ya sé que en los últimos tiempos has estado haciendo tus cositas (que si poniéndote el traje de Nikola Tesla para tu aparición estelar en «The Prestige«, que si produciendo las gilipoyeces musicales de Scarlett Johanson, que si apadrinando una exposición sobre tu carrera en Londres…), también sé que no has tenido la salud más boyante del mundo (¿qué esperabas, querido, que las toneladas de coca que te metiste en su día se diluirían con la orina?) y que una angina de pecho no es moco de pavo pero, entiéndelo: diez años sin tener noticias musicales de ti son muchos. Más teniendo en cuenta que te «despediste» con «Reality» (Columbia, 2003), que estaba bien pero tampoco era nada del otro mundo.
De hecho, ya que estamos siendo sinceros el uno con el otro, he de decirte que en los últimos años has salvado la papeleta por los pelos. Que lo de la vanguardia y la experimentación musical está muy bien, pero desde la trilogía berlinesa parece que es algo que te queda grande. Da la sensación de que llevas mucho tiempo buscando tu sitio sin encontrarlo. ¿No te retiraste más bien por eso? Que yo sé que tu eres muy orgulloso, que tienes un concepto muy elevado de ti mismo y que desde que empezaste a finales de los 60 siempre has tenido muy claro la estrella que querías ser. De ahí lo de inventarte cada día una historia diferente sobre tus ojos bicolor (¿cuánta gente sabe realmente que es por una paliza que te dieron por culpa de una chica?), marear con tu vida personal mintiendo e inventando, lo de decir que eres gay para decir que luego eres bi y los alter egos, los alias y todas las huídas hacia adelante. Pero mira, da igual. No he venido aquí a echarte cosas en cara. No quiero ser rencorosa contigo. Contigo, no. Y menos después de saber que has decidido volver. Y que lo haces con un disco tan grande como ha resultado ser «The Next Day» (Columbia, 2013). ¡Ay, David! Qué emoción al escuchar «Where Are We Now«, qué balada más bonita y más adecuada para anunciar tu comeback y celebrar tus sesenta y seis años. A la gente le encantó. Sí, sí, de verdad. Mucho. A mi también. ¿Sabes? Fantaseé con la idea de que el disco pudiera tirar por ahí: que ibas a desmarcarte con un álbum tranquilo y sereno, que iba a ser rollo «soy un señor mayor y me apetece hacer esto ahora«.
Pero no, luego presentaste «The Stars Are Out Tonight» (una de las canciones más redondas que has firmado en décadas, por cierto, con esa melodía pegadiza y esa referencia velada a Ziggy Stardust y a esa fama que tanto has perseguido y tanto daño te hizo durante una época) y al final resulta que «The Next Day» es todo lo bueno de tus discos de los 70 pero puesto al día, con toda la energía que desprendías en aquella época. Claro, de ahí esa portada reciclada de «Héroes» (Virgin, 1977) (¿nos confirmas con eso que lo consideras tu cénit artístico?) con la etiqueta del nombre del disco encima. Hombre, una foto nueva te podrías haber hecho. No pasa nada, estabas tan guapo en esa época… Pero tienes razón, mejor vuelvo a la música. ¿Qué te decía? ¡Ah, sí! Que «The Next Day» suena a tus discos de los 70: ahí está tu vuelta a las andadas con «Dirty Boys» (¿se pone celosa Imán cuando la cantas?) con ese saxo que parece recuperado de «Young Americans» (Virgin, 1975), el jugueteo sexy de «Dancing Out in Space» (que de verdad no parece estar ejectuada por un señor de sesenta y seis años) y la fiereza con la que abres el disco con la misma «The Next Day«, tan aseverativa y tan rocker; «I´d Rather Be High» y «How Does the Grass Grow» crecen con cada escucha y ni siquiera ese punto AOR que tienen las dos consigue lastrarlas del todo. Eso sí, para puntillo AOR lo de «Boss of Me» y «How Does the Grass Grow«, que podrías haberte ahorrado perfectamente. Pero lo que más me gusta de este disco es que me parece la composición perfecta de un todo realizada mediante la elección precisa de las mejores partes porque, aunque es verdad que todas tus canciones nuevas están marcadas por el espíritu de tus años de juventud, también es cierto que has conseguido hacer canciones que suenan tan emocionantes como nuevas, las que más «Valentine´s Day» y «Love is Lost«, con esa oscuridad latente con la que palpitan ambas y que recuerdan a los pasajes más neblinosos de «Low» (Virgin, 1977). Y mención aparte merecen «You Feel So Lonely You Could Die» (otra balada perfecta) y el cierre con «Heat«, con ese atrevido retruécano de convertirte en Scott Walker durante una canción.
¿Qué más quieres que te diga? No sabes lo felices que nos has hecho con este regreso. Lo único que nos pone un poco tristes es saber que no vamos a poder verte tocándolo en directo ni en el Primavera Sound ni en ningún otro sitio de España, porque realmente es un disco que parece muy disfrutable en directo y somos ya varias generaciones las que nos quedamos con las ganas de ver esa energía que te has reservado para grabar este álbum ejecutada en vivo. Pero lo entendemos: tienes que cuidarte. Claro, a tu edad.
Por cierto, dale recuerdos a Tony Visconti y dile que muy bien, no dejes de trabajar con él nunca, que te hace bien. Eso sí, coméntale que de vez en cuando quite el piloto automático porque dicen por aquí que tu disco suena calcado a lo que hizo Morrisey en su respectivo regreso.