Es escuchar el nombre de Beach Fossils y, a no ser que seas un arqueólogo aficionado a excavar en arenales solitarios, enseguida te vienen a la mente y a los oídos sonidos dulces, evocadores y nostálgicos que remiten a ese indie-pop ochentero que navega entre las aguas de lo orgánico y lo sintético y que tan bien cuidan y ofrecen el sello Captured Tracks y muchas de las bandas que cobija. Tan intensa y marcada parece la conexión entre ellas que se podría equiparar a la de cualquier familia monárquica en la que las relaciones endogámicas están a la orden del día y las herencias se guardan como oro en paño para perpetuarlas en el tiempo. Precisamente, la pequeña historia de Beach Fossils encaja en ese relato fantasioso: para empezar, copió los pasos dados por el proyecto que se consideraría su hermano mellizo, Wild Nothing, al pasar de funcionar como un alias unipersonal (el de Dustin Payseur) madurado entre las cuatro paredes de una habitación a ser un grupo hecho y derecho; a la vez, la evolución creativa y los estilos de ambas bandas son prácticamente miméticos; y, finalmente, en los fósiles playeros crecieron dos músicos que decidieron trabajar de manera autónoma sin desvincularse de su hogar discográfico común ni del sonido que practicaban juntos en amor y compañía (el guitarrista Zachary Cole Smith en DIIV y el bajista John Peña en Heavenly Beat).
Pero, a pesar de las similitudes comentadas y de las idas y venidas en su alineación (con la consecuente competencia originada a raíz de ello), Beach Fossils no han perdido un ápice de su condición de abanderados de Captured Tracks (son unos de sus niños mimados) y de esa corriente denominada skygaze. Un gran primer pretexto para creerlo se encuentra en la vigencia de su debut tres años después, “Beach Fossils” (Captured Tracks, 2010), que todavía conserva todo el fulgor de su pop lo-fi, surfero y ensoñador de toques new-wave indicado para alegrar días depresivos y reconfortar el alma en noches tristes. Y un buen segundo motivo vendría dado por su continuación, “Clash The Truth” (Captured Tracks, 2013), el cual, a simple vista, no se distancia demasiado de su antecesor ni del EP de entretiempo, «What A Pleasure» (Captured Tracks, 2011). Un hecho que no debería extrañar porque, si nos fijamos en el modus operandi del colectivo al que pertenecen Beach Fossils, este no destaca por ser radicalmente innovador.
Con todo, esta es la clase de previsibilidad que se acepta sin rechistar, ya que “Clash The Truth” se exhibe como otro catálogo de piezas lustrosas (eso sí, con la dosis de baja fidelidad más reducida que antaño) dirigidas por la siempre difuminada voz de Payseur, acordes de guitarra livianos, robustos e imparables, ritmos briosos y melodías adhesivas… aunque sin llegar al nivel de “Daydream” (que rivalizó con “Summer Holiday” de Wild Nothing por el premio al himno melancólico alternativo del verano de 2010). Pero que no cunda el pánico: la huella dejada por la citada canción se intuye en “Shallow” (punto culminante del álbum, y eso que ya se descubrió hace más de un año…), “Generational Synthetic” o “Birthday”; y se recicla para adaptarse a la intervención vocal de Kazu Makimo (Blonde Redhead) en “In Vertigo”. Entre medias, en un peldaño inferior, el repertorio transita bajo una atmósfera eléctrica cambiante, yendo de la transparencia de “Clash The Truth” a la agudeza guitarrera de “Careless”, pasando por la calma estival de “Taking Off” y el entusiasmo de “Burn You Down”.
El principal achaque que sufre “Clash The Truth” es el de la sensación de reiteración en su aspecto formal, sobre todo a medida que se llega a su tramo final, como si Dustin Payseur demostrase al oyente que domina ciertas estructuras y texturas al dedillo y que sólo las tiene que agitar variando la posición del acelerador a su gusto. Este defecto, por otro lado, suele ser el que se detecta con más facilidad en la obra de grupos contemporáneos que recuperan del pasado etiquetas tan sencillas en apariencia como el twee-pop o el C86, de los que beben también Beach Fossils… Aunque hay que anotar fuera de esa columna del debe la languidez acústica de “Sleep Apnea” y la energía de “Crashed Out”, dos razones para reafirmar que este tipo de discos y grupos revisionistas continúan siendo contingentes y necesarios. Que jamás cese el revival de la prole de Captured Tracks.
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