Después de la explosión de colorinchis y estampados loquérrimos de Maria Escoté, la colección de Elena Martin bajo su alias Martin Lamothe fue como beber un vaso de agua después de ponerte hasta el culo de Coca-Cola: tan balsámico como aburrido. Y es que no podían coincidir en un mismo desfile dos propuestas tan alejadas. Ojo, no es que queramos desmerecer aquí los «Mechanics» de Lamothe (así se llamaba la colección que presentaba), sólo es que la anterior nos había puesto el torrente sanguíneo por las nubes y aún intentábamos relajar el pulso cuando ya llevábamos medio desfile.
Sobria y mecánica, así se desveló la colección de invierno de la joven diseñadora catalana (una de las grandes promesas de nuestra moda, por otra parte). Jugando con texturas y formas muy contrastadas su intención era mostrar una colección con un marcado espíritu «vintage y cálido», que se adaptaba al cuerpo con líneas rectas y algún que otro volumen que favorecía el movimiento. La colección se componía de paños de doble cara (de ahí lo del espíritu calentito), cuadros en lana rígida, nylons, cashmere enfieltrado y piel tratada con diferentes técnicas de estampación. Los colores fueron tres básicos: el blanco nuclear, el petróleo y el verde aceite, lo que le daba a la paleta de colores un aire industrial que, unido a las formas robóticas de las prendas jugaban a una mezcla futurista.
Para esta colección, la diseñadora colaboró con Iu Gironés (diseñador industrial e interiorista), que le ayudó con las creaciones de metal y madera tallada de los accesorios (gafas, collares, cinturones, esclavas…), y con Pilar Burgos, que le ayudó con el calzado.
[Fotografías extraídas de Yo Dona]