A veces hay grupos que te gustan y no sabes por qué no triunfan. No lo sabes porque, dejémoslo claro, todos creemos que lo que nos gusta siempre es lo mejor y, si no triunfa algo que te gusta, pueden pasar tres cosas: que pienses que la gente no tiene ni idea, que no han tenido la promoción adecuada o que incluso te sientas mejor contigo mismo porque te gusta un grupo indie, pero tan indie que ni su familia les reconoce cuando les dan los buenos días (la tercera opción sólo te pasa si eres un hipster encantado de haberse conocido). Pues bien, a mí me pasa un poco esto (la segunda opción) con The Soft Pack. Me gustan mucho, sobre todo por hits como «Extinction» o «Answer to Yourself«. Pero luego llega el día esperado, el día que vienen en concierto y les ves en directo, y la decepción es tan grande que ni un millón de galletas Princesa podrían hacer que te recuperases. Aunque también es verdad que hay cierto gusto malsano por criticar y que, al final, si te decepcionan de esta manera, una buena vía de escape para tu frustración puede ser el acto de rajar sin parar del susodicho grupo.
Los de San Diego salieron con una desgana propia de gente que en lugar de sangre tiene horchata en las venas. O de gente que se ha fumado diez porros antes de salir al escenario. O, bueno, simplemente de gente que en este caso particular estaba decepcionada con el público asistente (éramos aproximadamente unas cuarenta personas). Pero, oye, no hay público pequeño sino banda desagradecida… Una opción más: igual lo de The Soft Pack el pasado 13 de febrero en la Sala Apolo de Barcelona fue simplemente falta de carisma. Pero, la verdad, en disco están mucho mejor que en directo, con el plus de que puedes hacer el monguer todo lo que quieras en el salón de tu casa sin que la gente piense que estás como una puta regadera.
Los de San Diego empezaron con «Saratoga«, tema que también abre su último disco, «Strapped» (Mexican Summer, 2012), a la que siguió después una ralentizada y sin gracia «Extinction» (primera decepción de la noche). Luego se animaron (es un decir) algo más con temas como «Pull Out«, de su álbum homónimo, y con una «Head on Ice» en la que el cantante, Matt Lamkin, nos recordó irremediablemente a Ariel Pink (aunque menos mamarracha) y a ratos a Julio Iglesias (por su parsimonia en el escenario y por meterse las manos en los bolsillos sin saber muy bien qué hacer con ellas). Hasta que llegó «Bound to Fall» y volvieron a dormirse y dormirnos en los laureles. Llegados a ese punto, el nivel de zumo de cebada en nuestra sangre (es lo que tiene el aburrimiento) ya era elevado, y como que nos daba igual que los tíos tuvieran el mismo semblante que Nicolas Cage en cualquiera de sus películas. Los únicos que parecían un poco más entregados a la causa de hacer un buen concierto fueron el batería y el saxo, una nueva incorporación a esta gira, ya que han incorporado este instrumento en muchas de las canciones de su último disco… Así que, finalmente, disfrutamos de «Mexico» y del gran hit «Answer to Yourself» como si se nos fuera la vida en ello, demostrando que algunos SÍ tenemos sangre en las venas.
[FOTOS: AnTruan]