El imperio musical británico sigue buscando sucesora (temporal) a su verdadera reinona: nuestra adorada y aborrecida a partes iguales Amy Winehouse. A propósito: ¿qué es de ella cuando quedan pocos meses para que acabe 2010? Aparte de que parece que su cuerpo de zombie huesudo narcotizado vuelve a recuperar un poco la forma, las últimas noticias afirman que anda sobreponiéndose a otro turbulento affaire amoroso (y eso que parecía que su historia con Blake Fielder-Civil ya le había dado suficientes emociones…) y que su intención de reconducir su vida artística va en serio, tras colaborar en el próximo álbum de Quincy Jones. Aunque todavía quedaría por resolver el gran enigma del disco que dará continuación a “Back To Black” (Universal Republic, 2006), del cual sólo se sabe que Mark Ronson repetirá presencia en su grabación. A este paso, mejor que Amy regrese a Jamaica (donde intentaba, según ella, empaparse de su atmósfera para componer sus nuevos temas… ¡ja!) a coger un poquillo de color bajo el sol. Como debería haber hecho Duffy, una de las candidatas a sentarse en el trono vacante, a la que le hace falta urgentemente un bronceado que disimule su cada vez más blanca tez galesa. Los esfuerzos de la rubita fueron estimables pero no dieron los frutos deseados, y una larga lista de féminas esperaban como en la cola de la carnicería para presentar su candidatura. La industria musical probó con diversos maniquíes cantores que no cuajaron del todo: Corinne Bailey Rae, demasiado blandengue, chupiguay y comepiruletas; VV Brown, arrancó con fuerza pero se perdió por el camino; ¿y Leona Lewis? Ni de coña, con esa pinta de tía que de pequeña nunca cogía los caramelos que repartían delante del colegio por creer que tenían droga. Menuda cobarde…
No quedaban muchas opciones interesantes de las que tirar, así que un sello como Rough Trade (¡sí, la legendaria e intocable Rough Trade!) tuvo que intervenir para poner un poco de cordura en el asunto. Vamos a ver, ¿Rough Trade, cuna del sonido indie por antonomasia, revitalizadora del neo-soul británico? Ni aún repitiendo mil veces más el nombre de la discográfica saldríamos de nuestro asombro. Sin embargo, la nariz de Geoff Travis no suele fallar, y si olió que Roxanne Tataei (ROX) tenía muchas posibilidades de convertirse en la dama que apartaría a sus rivales a base de nalgadas, por algo sería… Bueno, no sólo de ese modo, sino también gracias a un fortalecido pernil y un tonificado tetamen: fíj. ense en el vídeo que cierra esta reseñaMas lo que importa realmente no es el físico bello y exótico (de origen jamaicano-iraní) de la señorita ROX, por mucho que sea más atrayente y saludable que el de la Winehouse y compañía. No, aquí nos centraremos en encontrar alguna razón por la cual el histórico hogar de Travis decidió darle cobijo y lanzar su debut, “Memoirs” (Rough Trade / Pop Stock!, 2010). Quizá sería, principalmente, por la cantidad de piropos que recibió la susodicha de parte de sus célebres admiradores (Mark Ronson o Daniel Merriweather, entre otros) adecuadamente amplificados por los medios de las islas británicas, que tenían unas ganas enormes de, por fin, encontrar a la cantante perfecta que no apareciera en la InTouch un día tras otro con la jeringa colgando del brazo.
Tras un par de singles (“No Going Back”, que se podría ver como la dark side del “Mercy” de Duffy, y “My Baby Left Me”) y varias apariciones en programas de televisión y radio, llegaba el momento de confeccionar el álbum. Para ello ficharon a los productores Commissioner Gordon (Lauryn Hill) y Al Shux (Jay-Z y Lupe Fiasco), cuya influencia queda más que patente en el resultado final de “Memoirs”: pinceladas del sonido negroide de la ex-Fugees: aires dub y, sobre todo, pop-soul retro. Este último estilo, justamente, es el que mejor le sienta a ROX y donde mejor se aprovecha su voz, moldeada siguiendo las pautas de las clásicas divas Motown. Eso sucede en los dos sencillos citados anteriormente y en la vivaracha “I Don’t Believe” (de estribillo contagioso), curiosamente lo más destacable y salvable del lote. Porque del resto poco más hay que rascar… Si acaso, los cortes en los que se dedica a imitar a las luminarias que todavía tiene (y para su desgracia, tendrá) a años luz: por un lado, a Sade, en “Precious Moments”; y por otro, por supuesto, a la Amy Winehouse más oscura, en “Page Unfolds” y “Breakfast In Bed”. Lo que sí que no tiene arreglo es la manera en que se enfangó a la hora de meterse en los medios tiempos y baladas (“Oh My”, “Sad Eyes”), más propias de Leona ‘sigo siendo virgen aunque no lo creáis’ Lewis. Pero esperen a la traca final, llamada “Rocksteady”, simulacro reggae que pretende ser un homenaje a la parte jamaicana de su árbol genealógico y que suena como si Rihanna compusiese una canción por ella misma y la interpretase junto a Big Mountain (esos que versionaron “Baby I Love Your Way” de Peter Frampton; vaya tela…).
¡Ay, Geoff Travis de mi vida! Esta vez tus fosas nasales no captaron apropiadamente el aroma de la excelencia. Y por lo que se ve en alguna de tus imágenes recientes, tu nariz sigue en su sitio, nadie te la rompió, como en el retrato familiar junto a la mismísima Rox y Jeannette Lee. ¿No sería idea de tu inseparable compañera de fatigas darle ese toque llamativo a Rough Trade? En todo caso, si quieres salvar la papeleta, transfórmate en Berry Gordy para que ROX se dedique sólo a editar singles en serie y se deje de álbumes con más relleno que un pavo horneado para la cena de fin de año. Así podría irle mucho mejor a la niña…