Frederik Peeters es Dios. Así, sin más. Cada cosa que toca, la transforma en una creación maravillosa, tanto en lo tocante a guión como en el dibujo. Lagrimones en «Píldoras Azules», perfección en «Constellation» -nunca tan pocas páginas han dado para tanto-, amor por la sencillez del día a día y una disección existencialista sobre el ser humano en «Lupus» y mi preferida, «Castillo de Arena», una obra tan increíble que no sabría ni por dónde empezar para describirla. Con todo esto a sus espaldas, y haciéndonos creer que ya había contado lo que quería dentro del género de la ciencia-ficción, va y nos deja estupefactos con la primera parte de «Aama«: ciencia-ficción de aventuras pura y dura siempre con el toque «vida cotidiana» marca de la casa, ya que aquí el motor de la historia es Verloc, un padre que ha perdido la custodia de su hija, la única cosa que le mantiene vivo. Todo esto contado con una maravillosa gama de colores, de la mano del propio autor. Después de crearnos una adicción enfermiza con el primer tomo y tras dos años de silencio, la historia continúa con un magnífico segundo tomo titulado «Aama. La multitud Invisible» (publicado en nuestro país por Astiberri): un chute que nos tendrá saciados hasta que decida iluminarnos con una tercera parte.
En «La Multitud Invisible» seguimos las andanzas de un Verloc magullado y amnésico que, como ya hacía en el tomo anterior, intentará reconstruir a través de los escritos de su diario qué pasó con sus compañeros de viaje, entre los cuales se encuentra Conrad, su hermano. Peeters crea tres líneas temporales distintas, haciendo avanzar la historia poco a poco, para que vayamos reconstruyendo el puzzle al que nos estamos midiendo: la miserable vida de Verloc. Por lo tanto, el suizo nos ofrece tres distintas versiones del mismo personaje, sólo que en tres momentos distintos de su vida… La primera es el Verloc que lee el diario e intenta recordar qué lo llevó hasta donde se encuentra. La segunda es el Verloc del diario, gracias al cual su contrapartida del presente puede reconstruir sus pasos. Por último, Peeters nos muestra al Varloc del pasado, que utiliza para relatarnos la relación de este con su mujer y de cómo terminó separándose de ella para acabar perdiendo la custodia de su hija. Una vez más, el autor demuestra que es un maestro de la narración y del uso de las estructuras temporales, desengranando la historia a través de incontables flashbacks. Saltos hacia adelante y hacia atrás en el tiempo que terminarán por encajar, dando sentido a todo lo que estás leyendo.
Aún así, «Aama» no sólo es una buena historia con un buen dibujo: también es una alarde del poder que tiene la imaginación de este hombre. A través de los distintos escenarios y personajes, Peeters crea un mundo futuristico completamente creíble. Un simio-robot como Churchill, implantes robóticos, viajes estelares, sustancias artificiales que crean vida… Estos son algunos ejemplos de como el autor de «R.G.» nos presenta un futuro no tan lejano, en el que todos nos podemos identificar. Para potenciar esta fusión entre lector y obra, Peeters recurre a lo que mejor se le da: construir personajes creíbles con necesidades reales y personalidades definidas. El autor vuelve a la ciencia-ficción filosófica e inteligente para contarnos una historia cercana y tangible, aunque en esta ocasión va mucho más allá y, página a página, presenta una dura y cruda crítica a un futuro que probablemente sea el que nos toque vivir, donde cada avance tecnológico simbolice un paso más hacia la deshumanización y la alienación completa del ser humano.
No hace falta decir que entre las manos tenemos uno de los mejores cómics del pasado 2012. Peeters está firmando una obra que, sin lugar a dudas, acabará siendo de las mejores en toda su bibliografía. Lectura obligatoria para todo el mundo, tanto si se es un amante del género como si no; porque, como ya hemos dicho, Peeters es Dios y, como tal, trasciende todo y va mucho más allá. Por último, decir que si por una parte recomiendo altamente «Aama«, os tengo que advertir que es droga pura y la adicción que crea es devastadora para vuestros cuerpos, así que… ¡Leedlo!