Seamos sinceros: el restaurante Acontraluz es uno de los grandes deseados de Barcelona. A todos nos han hablado maravillas de su carta y de su espacio, su buen hacer les precede… pero a muchos la cartera no nos acompaña. Lo mejor de todo es que ellos lo saben y no quieren que nadie, absolutamente nadie, se quede sin catar no sólo sus maravillas culinarias, sino también uno de los espacios más especiales de la Ciudad Condal. Situado en el número 19 de la calle Milanesat, Acontraluz se divide en dos espacios tan sugerentes como el salón interno (con una decoración que picotea con sabiduría en lo actual pero se permite concesiones clásicas tan sugerentes como el suelo de madera) y un jardín secreto ideal para el verano.
Si quieres poner en práctica la teoría aquí planteada de Acontraluz, ahora lo tienes más fácil que nunca, ya que el restaurante inauguró el pasado mes de diciembre sus Jueves Tártaros: unas veladas que, evidentemente, tienen lugar los jueves de cada semana y en los que por tan sólo 26 euros tienes a tu disposición una experiencia única de maridaje de tartars con gin tonics. Todo ello, además, regado por la buena música de la dj Mónica Mira. Como se dice en inglés: mindblowing. Y como decimos nosotros: paladar-blowing. Porque la verdad es que la redacción de FPM pudo disfrutar en primera persona (y en primera boca) de la experiencia de los Jueves Tártaros de A Contraluz y fue una velada de las más singulares a vivir últimamente en Barcelona.
La experiencia arranca con un tentempié de pan y aceite (¡pero qué pan y qué aceite!), a lo que le siguen lo tres tartars fríos servidos a la vez: uno vegetal (con tofu como ingrediente principal mezclado con una especie de acertadísima sanfaina), uno de salmón (clásico infalible) y un steak tartar (sin duda, uno de los mejores que probarás nunca: con un toque de hierbas justo que nunca mata el poderoso sabor de la ternera). A partir de ahí, los gin tonics son servidos paulatinamente: primero uno clásico acompañado de pepino para maridar idealmente con el tartar vegetariano; el pomelo de la segunda mezcla contrasta con la sutileza del salmón, revelando sabores ocultos; mientras que el tercer gin tonic es un sorprendente combinado que consigue que el gengibre case a la perfección con el steak tartar. Por último, se sirve en compañía el único tartar caliente (de ternera y foie vuelta y vuelta) acompañado de un originalísimo Tintonic en el que el gin tonic de toda la vida se ve renovado por los toques de vino tinto y el aderezo de una uva negra. Repetimos: paladar-blowing puro y duro.