Qué difícil es ser estrella del rock y llevar, a la vez, una carrera ejemplar, modélica, sin grandes altibajos. Hay ciertas bandas, muy pocas, capaces de sostener durante al menos dos décadas el mismo nivel de calidad a lo largo de su discografía, construyendo sin prisa pero sin pausa un legado creativo alimentado por las justas dosis de invención y muchas ganas de hacer las cosas bien. Ganarse el respeto de la mayoría es jodido pero, claro, en realidad ellos nunca fueron grandes estrellas del rock. Lo cual es una ventaja. Se me vienen a la cabeza artistas como Low, Fugazi, Tindersticks… Yo La Tengo.
Yo La Tengo se han ganado el respeto de la mayoría porque, entre otras muchas cualidades, son incapaces de sacar un mal disco. Yo creo que si intentasen hacer un truño a propósito, con mucho empeño, les quedaría bonito. Los de New Jersey han hecho de la sutileza en las formas y la fogosidad en el fondo sus señas de identidad, ya desde sus inicios, a mediados de los 80. Marido y mujer, Ira Kaplan y Georgia Hubley iniciaron su aventura con “Ride The Tiger” (Matador, 1986) espoleados por su amor hacia la Velvet Underground, los paisajes gaseosos y las las melodías susurradas al oído. Y, a partir de ahí, han ido labrándose una reputación inmejorable, desafiando a la edad y el agotamiento creativo. Si pensabas que este sería el año en que Yo La Tengo tuvieran su primer gran tropezón, te equivocas.
Empezar a escuchar “Fade” (Matador / PopStock!, 2013) es como entrar por la puerta de la casa de unos viejos amigos y recordar viejas batallitas al calor del fuego y el vino, entre miradas cómplices, ambiente de celebración y buena, sobre todo buena música. “Ohm” tiene el gusto reconfortante de lo conocido y lo reconocible. A los fans del grupo les dará una razón para sonreír y a los primerizos una buena excusa para iniciarse en su extensa discografía. Todo desde el primer minuto suena instantáneamente familiar, íntimo. Doméstico pero no ordinario. Amable pero no tontorrón. “Is That Enough” incorpora deliciosos arreglos de cuerda, probable influencia del productor de turno, John McEntire (Tortoise, Sea and Cake), a las ya famosas melodías made in Kaplan / Hubley. La canción es preciosa y, aun así, no deja de tener ese aire agridulce del que ya ha vivido mucho. “What can’t come back’s what we can’t bear to lose” canta Ira, melancólico.
Hay grandes temas en este trabajo, el decimotercero de la banda. Yo La Tengo poseen una capacidad tan natural de componer grandes canciones que parecen sacar una tras otra sin sudar la camiseta. Como ver jugar a Zidane, haciendo fácil lo difícil. Como un experimentado zapatero que conoce todos los gajes de su oficio, han perfeccionado su método de forma que todo les salga sin grandes esfuerzos ni florituras, simplemente apoyándose en lo que mejor saben hacer. “Paddle Forward” es la continuación de esas guitarras distorsionadas que aparecían en “Sugar Cube” y “Little Honda”. “Stupid Things” rescata del armario esas viejas prendas krautrockeras que los de Yo La Tengo gustan de lucir en determinadas ocasiones. En “Two Trains” directamente hacen uso del auto-robo y usan la misma percusión que en “Saturday”. Podría parecer un exceso de conformismo por su parte, y es cierto que Yo La Tengo no inventan la rueda precisamente en su último trabajo… Pero, ¿realmente lo necesitan?
En la magnífica “Cornelia And Jane”, Hubley canta con una delicadeza casi conmovedora: “Too many sirens they keep you up at night, sit back and hold your ears, how will we hold your tears”. Las guitarras repican incesantemente como en un estado de levitación, en continua espera, sereno pero alerta. Instrumentos de viento van tomando presencia, majestuosos, a cámara lenta. Las melodías, inolvidables. Son Yo La Tengo. Los de siempre. No queremos que cambien. No queremos que reinventen la rueda. Queremos que sigan haciendo temazos como este toda la vida… de aquí a la eternidad. Si no es mucho pedir, claro.