Vuelven los muchachos. “Take The Kids Off Broadway” (Jagjaguwar, 2012), el debut de los jovencísimos Foxygen (Sam France y Jonathan Rado apenas sobrepasan la veintena) nos pilló desprevenidos. Quién hubiera pensado que en pleno 2012 íbamos a asistir a una reinvención tan sorprendente y a la vez respetuosa del legado stoniano y, por ende, de casi todo el sonido y la herencia rockera de la década de los 60. Los muchachos habían entregado, a pesar de contar con un CV escaso y emborronado de tachones, una carta de presentación admirable, que les ponía en el disparadero para afrontar 2013 con opciones de hacer algo grande. Ay, los muchachos.
Y aquí los tenemos de vuelta, sin apenas tiempo de haber digerido las uvas de nochevieja (y el look Leland Palmer de Imanol Arias). “We Are The 21st Century Ambassadors of Peace & Magic” (Jagjaguwar, 2013) llega de entrada con un impulso cuantitativo y cualitativo mayúsculo: produce Richard Swift y la pérdida del entorno lo-fi que dominaba “Take The Kids Off Broadway” les sienta fetén. Apenas nueve canciones (en realidad casi ocho, ya que ese “Bowling Trophies”, pequeña píldora de rock lisérgico, sirve como transición entre cara A y cara B) que se abren con una portentosa declaración de intenciones. “In the Darkness” es un fantástico zambullido psicodélico, con ecos de Lennon / McCartney resonando aquí y allá, con esos pianos, percusiones, vientos y efectos que retrotraen directamente a “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (Apple, 1967): sus dos minutos pelados la convierten en la más lacónica lección de historia del rock jamás contada.
“No Destruction” parece querer hermanar a héroes de batallas pretéritas como Bob Dylan o al Lou Reed menos apesadumbrado y más groovy, barnizando finalmente con ironía y mala leche (“There’s no need to be an asshole, you’re not in Brooklyn anymore”) un pegadizo tema, poseedor de un estribillo que te acompañará, como mínimo, toda la semana. De nuevo, asombro ante la pasmosa habilidad de estos dos jovencitos para crear filigranas de rock absolutamente disfrutable, como la mencionada “No Destruction” o “On Blue Mountain”. “San Francisco”, otra de de las joyitas más evidentes y deslumbrantes de este segundo álbum de Foxygen, es un relato atemporal encantador que recuerda a Belle & Sebastian o a otros popes del pop de cámara y pastoral homenajeando a Scott McKenzie, con ese coro (“That’s okay, I was bored anyway / That’s okay, I was born in LA”) que es como para tocarse.
La cara B de este “We Are The 21st Century Ambassadors of Peace & Magic” ahonda en lo anteriormente comentado. Así, “Shuggie”, el tema que sirvió de adelanto al álbum, con sus variaciones armónicas y rítmicas, incide en el homenaje a cara lavada a los más grandes -aquí, fragmentos que recuerdan tanto a Marc Bolan como a las mismísimas arañas de Marte- y resulta adictivo y circense, en el mejor sentido. “Oh Yeah” y “We Are The 21st Century Ambassadors of Peace & Magic” forman un binomio donde a Foxygen no les hace falta moverse como Jagger (espero sepan disculparme por traerles a la memoria aquella mamarrachada de Maroon 5) para hacerle el mejor homenaje posible al abuelo Mick. Curiosamente, cierra el álbum posiblemente su pieza menos inspirada, “Oh No 2”, aunque no desentona con el poso más que agradable que nos dejan France y Rado.
Ahora mismo, lo que te pide el cuerpo es alinear a Foxygen al lado de MGMT, The Dodos o Ariel Pink’s Haunted Grafitti, por ejemplo, y no iríamos tan desencaminados. Aun así, el potencial en el dúo californiano es a priori tan grande que de momento no se ve dónde puede estar su límite. Aparentemente lo tienen todo a favor para trascender a un plano diferente a las bandas antes mencionadas, incluso en términos puramente comerciales. Time will tell. Sí parece que algo grande se está gestando ante nosotros. Esto no debería quedarse en flor de un día, ojalá que no. Es verdad, suenan clásicos, pero nunca añejos y siempre con miras a dar una pequeña vuelta de tuerca al género al que tan gozosamente manosean en este disco. Lo que entregan aquí y ahora Foxygen es una obra notable y excitante, que permite mantener la esperanza en que el rock & roll todavía puede ser esa música apasionante con la que muchos crecimos.
No se me ocurre mejor forma de empezar 2013 que con la obra de estos dos post-adolescentes certeros, revivalistas, acojonantemente talentosos. “We Are The 21st Century Ambassadors of Peace & Magic” es la pócima, el antídoto frente a las barbaridades sonoras migrañosas que tristemente a veces se topan con uno (pongan aquí el ejemplo que mejor les parezca; yo mismamente elegiría el “Centipede Hz” -Domino, 2012-). Parafraseando en negativo a Adrian Thaws (o sea, Tricky): “Retro, you’re brand new”. Chico, chica, por esta vez, believe the hype!