De entrada, la hazaña imponía. Cuando nos enteramos de que el laboratorio de Tea Tonic organizado por Tanqueray NªTEN que había funcionado a pleno rendimiento durante dos días en Madrid también iba a aterrizar en Barcelona, no tardamos en remover cielo y tierra para que nos invitaran a pasar la velada junto a todos los cocteleros (y suponíamos que también periodistas) que iban a acercarse hasta el Magatzem Escolà el pasado 28 de noviembre para aprender qué es esto del Tea Tonic. Justo cuando conseguimos lo que buscábamos, empezó el miedo… ¿Y si no estábamos a la altura? Porque lo cierto es que en Fantastic Plastic Mag nos encantan los gin tonics y podemos decir bien orgullosos que lo nuestro es mucho más que afición: nos pirramos por ginebras nuevas, por tónicas originales y por nuevas fórmulas para tomarlas. Pero una cosa es que lo hagamos en la redacción o en nuestras casas, y otra muy diferente hacerlo delante de algunos de los mejores profesionales de Barcelona.
Sea como sea, nos metimos en el embolado y teníamos que salir de él… Así que decidimos afrontarlo como lo que somos: periodistas ávidos de nuevos conocimientos y, además, con mucho humor. Nuestro objetivo no era hacer el mejor Tea Tonic del laboratorio: nuestra finalidad era, por lo menos, no acabar intoxicados ni matar a nadie por intoxicación. Con esa máxima en la cabeza, aterrizamos en el Matgatzem Escolà de la zona barcelones del Born: en el sótano habían montado no sólo varias hileras de barras para que los cocteleros trabajaran en sus pócimas mágicas, sino que había una larguísima mesa repleta de botes de cristales con hierbas y otros ingredientes naturales a la vista. Aquello parecía la cueva de una meiga gallega, pero no: tal y como nos explicaron nuestros guías para aquella jornada (la experta en botánicos Silvia Barreiro -de los Laboratorios Sanor– y los Brand Ambassador de Tanqueray: Stephanie Jordan, Jorge Pineda y Javier Reynoso), la enumeración larguísima de tarros de vidrio contenía todo un conjunto de botánicos que estaban siendo la base de los Tea Tonics.
Para entendernos: el Tea Tonic consiste en aplicar los principios teóricos del té (preparar un conjunto de hierbas, frutas y otros ingredientes con los que infusionar el líquido) a la práctica del gin tonic. De esta forma, y tras prepararnos un espacio en las barras con nuestra balanza, nuestros cuenquitos, nuestras cucharitas e incluso nuestras probetas (que nos moríamos de ganas de utilizar pero que, finalmente, no supimos cómo utilizar sin quedar como unos paletos), nos lanzamos a la aventura. La idea era intentar conseguir una mezcla de botánicos equilibrada: las raíces (de angélica, del diablo… y nosotros estuvimos buscando de Mandrágora pero no hubo suerte) eran básicas para darle consistencia a la infusión; si querías que te quedara de color rojo, le podías poner hibisco; y si querías darle un toque aromático lo mejor sería meterle algo como lemon grass o menta… Y así hasta el infinito y más allá.
Los cocteleros a nuestro alrededor parecían realmente científicos locos, pesando sus ingredientes, mezclándolos, viendo cómo reaccionaban con la ginebra. Nosotros, por el contrario, éramos algo así como niños jugando con el Quimicefa. Tras hacer nuestra mezcla de botánicos y tenerla un rato en un cuenco con nuestra ginebra Tanqueray NªTEN, procedimos a ponerla en la copa con hielo abundante y a regarla con una buena tónica servida como Dios manda: con la cucharilla en espiral. ¿El resultado? Podéis verlo en las fotos: a uno lo bautizamos con el nombre de Angelica Houston (por llevar una buena razón de raíz de angélica) y al otro como El Salmón (debido a su ¿sugerente? color)… Ahora bien, os podemos asegurar que el sabor era excepcional, es por eso por lo que, después de que nos dejaran meter nuestra mezcla en una bonita caja de metal y llevárnosla a casa, le hemos estado dando caña religiosamente cada tarde a las 5. Nosotros en la redacción no tenemos hora del té: tenemos hora del Tea Tonic de Tanqueray NªTEN.