«Ropa atemporal, cómoda, que puedas combinar fácilmente con cualquier prenda de tu armario y que, sobre todo, dure muchísimo«. Estas son las premisas que sigue Laia Martinell, la propietaria de Nonchalante, a la hora de escoger el catálogo de prendas que vende en su pequeña tienda del número 203 de la calle Aribau (según me explica ella misma). Y es cierto que, cuando ojeas un poco entre las marcas con las que cuenta en su espacio, puedes observar un denominador común: todas tienen una identidad propia y son sofisticadas sin ser excesivamente llamativas. Lo que hace de Nonchalante un claro exponente de lo muy elegante que puede llegar a ser la sencillez.
La aventura barcelonesa de este negocio acaba de empezar (abrió el pasado mes de noviembre), pero su propietaria cuenta con una holgada experiencia en el mundo de la venta de moda. Durante dos años, regentó en Lisboa una tienda de mismo espíritu que Nonchalante y consiguió situarla entre las mejores de la capital portuguesa: la elitista LVMH City Guide 2012 la recomendó como una de las tiendas más estilosas de la ciudad y en ELLE fue destacada como una de las boutiques más cool de Lisboa. Ahí es nada.
Obviando la mala situación económica de nuestro país y pasando de las predicciones agoreras que nos asaltan desde hace meses, Laia se embarcó en la apertura de una nueva tienda en la capital catalana traslando el espíritu de su negocio lisboeta e importando las marcas que le habían proporcionado tanto éxito en el país vecino. Y hablamos de marcas que difícilmente se pueden encontrar en cualquier otro punto de venta barcelonés, con lo que Nonchalante puede presumir de vender moda de firmas exclusivas y en exclusiva, y lo hace con el ojo puesto especialmente en la moda francesa y nórdica. En su tienda se pueden encontrar los bolsos de alto octanaje de Toscannia, elaborados en piel de primerísima calidad, con un diseño de esos que los hacen para toda la vida y que hasta ahora solo se podían comprar online; las alegres (y calentitas) budandas de Erfurt; el encanto afrancesado y romántico de la ropa de Virginie Castaway y les petites; el chic actual de Ba&sh y Bellerose y otras firmas que en breve adornarán las perchas de la tienda y que, según Laia, van a gustar muchísimo (viendo su acertado criterio escogiendo las marcas, es como para fiarse).
Todo esto hace de esta pequeña tienda un hotspot fundamental dentro de cualquier ruta de shopping en general y en el barrio de Sant Gervasi en particular. Y luego está la amabilidad de quien la regenta, claro. Mientras estuve allí, Laia atendió con dulzura a varias clientas que no pudieron resistir al charme de su marcas y de la propia propietaria. Con esto, le auguramos un gran (y más que merecido) futuro a este flamante y recién estrenado pequeño negocio.