Un año. Un añito entero hablando de los dichosos mayas. Entre naves del misterio y chascarrillos varios, para cuando llegó la fecha el tema ya estaba más que agotado; pero, por si todavía había alguno con ganas de festejar el fin del mundo, la gente de Discos Humeantes (pequeño sello asturiano que, poco a poco, va sacando la cabecita a base de hacer las cosas bien) planteó con cinco de sus bandas un sarao en la sala La Iguana de Vigo de lo más interesante, no sólo por la falta de ofertas interesantes en fechas navideñas (el panorama es bastante desolador si uno intenta encontrar un buen motivo para escaquearse de comilonas y compromisos varios en estos días), sino porque hablamos de propuestas emergentes, algunas de ellas haciendo runrún desde hace meses, que había ganas de catar en directo.
Prometieron una “mandanga puntualísima” y no cumplieron, pero a nadie pareció importarle demasiado: al fin y al cambio, la hora prevista inicialmente era bastante tempranera y, qué carajo, el ambiente era de fiesta. Abrieron fuego Jay, que se autodenominan “proyecto felino y enrabietado de cuatro jóvenes vigueses” y que se presentaban con una cassette autoeditada que adquirir in situ por el módico precio de un euro. En otras palabras: empezábamos con producto local y… felinos no sabemos, pero enrabietados sí que lo son un rato. Comenzaron atronando con una pelota sonora que, por momentos, recordaba a los Lisabö más burros para luego ir tocando otros palos, siempre dentro del rock más o menos ruidoso. Recién fichados por la escudería, anuncian disco para 2013 y por aquí pensamos seguirles la pista.
La noche continuaba con SraSrSra, que presentaban probablemente la propuesta más desenfadada de la noche. Son de A Coruña, acaban de entregar su primer largo, «Punchao«, y su rollo consiste básicamente en ametrallar al personal con descargas de punk-hardcore, la más larga de minuto y medio de duración y con unas letras digamos no excesivamente complicadas. Ellos parecieron divertirse y el público (hubo hostias como panes en las primeras filas, como debe ser), también. Notables.
Los terceros invitados fueron los asturianos Las Nurses, que pusieron un poco de calma (relativa) al ritmo desenfrenado que llevaba la noche hasta ese momento. De salida, no les benefició partir como la opción más “seria” (entiéndaseme) de la fiesta, pero al final acabaron convenciendo a base de oficio. Los de Oviedo llenaron la media hora que les correspondía de riffs electrizantes e intensidad repartida en dosis contundentes. Fueron de menos a más y dejaron con ganas de revisar con más detenimiento su disco de debut, lanzado en julio de 2012.
Había ganas de comprobar (jugando en casa, además) el directo de Fantasmage, el bolo que más fieles reunió en la velada (o, al menos, esa fue la impresión que nos dio). Está un poco feo decirlo, porque aquí estábamos en familia y lo importante era participar, pero si hay que proclamar un vencedor de la noche, yo me mojo y digo que sin duda fueron ellos. El dúo vigués la lió pardísima sobre el escenario (y en todo el local, de hecho) con su garage-punk sin florituras. Se dejaron de historias, fueron a por todas y se llevaron al público de calle, quizá con “Vuelta a Empezar” (su primer medio-hit) como momento álgido de la noche, aunque también sonaron de maravilla cortes más pop como “Huesos”. Son probablemente el grupo nacional al que deberías estar prestando más atención en este momento.
Y los encargados de cerrar la historia fueron Fasenuova, los Suicide de Mieres (toma ya). Digámoslo claro: en una noche (y un sello) mayoritariamente rockera-punkarra como esta, su propuesta era quizá la que más daba la nota y eso echó a más de uno para atrás. Después de tres horas de guitarrazos, una oferta de sintetizadores viejunos y atmósferas opresivas a lo Esplendor Geométrico descolocó a algunos, pero los que se dejaron seducir remataron una noche redonda. Un fiestón de los que deberían hacerse más.