Tal y como reza en su web, “ceo nace en 1981 y en 1891. En 3064 y mañana. Después de Ibrahimovic y antes de Nectanebo II. ceo crece en Miami, en el Infierno, Los Andes, Sparta, Chianti y Wall Street. Puedes llamarme Sohia, Yukio, Fanta, Eric, Kiki y Kishna. Y Wii y Withney” (añado aquí, además, que ceo no utiliza mayúsculas, ya sea porque es un moderno recalcitrante o porque, con tanta torrada mental, se olvida de las reglas básicas de ortografía). Podría pensarse que semejante definición es un intento por parte de ceo de marear la perdiz, de ocultar su identidad en un efectivo juego de espejos esperpénticos (algo que, por otra parte, parece que es la regla general si quieres que se le preste atención a tu nuevo proyecto musical). Pero si tenemos en cuenta que esta definición se vio matizada por el lanzamiento de su primer single, no había lugar para la duda: “Come With Me” sonaba, sin rubor alguno, a The Tough Alliance. Aquella voz, aquel sentir (homo)erótico-festivo, aquel rollito baleárico en perfecto maridaje con el pop más bailable… No, no quedaba espacio para dudar al respecto del lazo que une a ceo con The Tough Aliance.
Luego llegaron las explicaciones: evidentemente, ceo es la mitad de aquel dueto. Para más señas, y por mucho que afirme que le podemos llamar de mil formas diferente, ceo es Eric Berglund, capo además del sello Sincerely Yours que, como nido un de víboras benevolentes, ha sido el epicentro del nuevo sonido baleárico de bandas como jj o Memory Tapes. Entonces, si por un lado intentaba despistar y por el otro deja tan clara su procedencia, ¿a qué juega ceo cuando se define con semejante ambigüedad y dispersión ubicua? Más que a intentar desenfocar la personalidad que consta en su carnet de identidad, resulta que Berglund opta por aplicar el filtro de desenfocado sobre la propia música y abrir más todavía el abanico con el que The Tough Alliance aventaron sus estimulantes vientos baleáricos: en “White Magic” (Modular, 2010), ceo se enfrenta a su debut haciendo de cada canción una celebración única e intransferible. Está claro que el tan cacareado sentir baleárico sigue siendo la espina dorsal del proyecto de Berglund, aunque en esta ocasión, y soslayando el peligro de los lugares comunes en un sonido al borde del colapso por culpa de la reiteración, las canciones de “White Magic” optan por buscar otros aires que no sean precisamente los que se atribuyen (extraña y) comunmente al Mediterráneo. “Oh God Oh Dear” bebe del ambient malrollista ochentero para engalanarlo con las luces parpadeantes de una melodía sinfónica que quita miedos a base de dulzura; “White Magic” (el tema) es un arrollador y fascinante salmo africanista que bien podría pasar por el el conjuro de un chamán que reza por la protección de su tribu y en el que, de repente, se engarza una guitarra española que queda asimilada por la vía de la melancolía; y “Den Blomstertid nu Kommer”, por su parte, cierra los escasos 30 minutos del álbum con un bello y místico canto de iglesia que suena a limbo y a espacio final antes de una nada cálida que abraza pero no ahoga.
Claro que en “White Magic” también hay hits bailables que llevan los ritmos tropicalistas y suaves de lo baleárico al terreno del dance-pop más desprejuiciado (“Illuminata”, “Love and Do what You Will”, “Come With Me”, “No Mercy”). Pero no son estos aciertos de nivel impresionante los que hacen del debut de ceo uno de los discos destinados a marcar a fuego las partes traseras de la vaca (musical) sagrada de 2010: lo fascinante de “White Magic” reside en la belleza con la que lo esperado se trenza con lo inesperado, en ese plano casi irreal (y muy surreal) en el que se encuentran con suavidad diferentes mundos sonoros a la espera de acceder al cielo o al infierno. Subido a los lomos de su particular y brillante dragón melódico, Berglund explora una dimensión en la que la felicidad es una máxima factible y anhelable, pero (casi) nunca algo que se materialice en términos de realidad. E incluso cuando las canciones te propelen al baile, está claro que ceo quiere poner ritmo en tus pies con la misma urgencia con la que invoca lágrimas en tus ojos. Como ejemplo, sólo hay que tomar la endiablada dualidad del single “Come With Me”: mientras que la superficie se glasea como azúcar blanco para bailarines nostálgicos de última hora de la noche, en el fondo late la pulsión de un sampler que no deja de repetir “aquí me muero” (en castellano). Con semejante declaración de intenciones, está claro que ceo nos lo pone a huevo: sí, “White Magic” es un disco en el que muchos estaríamos dispuestos a morir. Porque en él la felicidad sonora está al alcance de la mano… pero en perpetua huída.
ceo – come with me from Modular People on Vimeo.