«Bardín El Superrealista» llegó en un momento excepcional: aquel año 2006 en el que la novela gráfica vivía una eclosión mundial que, por fin, le hizo entrar en el mundo del arte por derecho propio (algo que muchos ya reclamaban desde hacía tiempo, pero que no llegó a formalizarse hasta que no se juntaron los esfuerzos de artistas como Ware, Thompson, Hornschemeier… o el mismo Max). Aquella obra le reportó a su autor la publicación en infinidad de países e idiomas, e incluso el ansiado Premio Nacional de Cómic del Ministerio de Cultura. Así las cosas, era de recibo que Max por fin dejara de operar en el underground y que su nueva obra estuviera llamada a ser recibida en palmitas. Ahora, La Cúpula por fin lanza (en edición tanto en castellano como en catalán) «Vapor«, donde el autor vuelve a mostrarse crítico con la sociedad que nos ha tocado vivir: una realidad siempre oculta por la cultura del espectáculo y el entretenimiento, por la ilusión de una cortina de humo. Es de esta realidad de la que escapa Nick, el protagonista de «Vapor» que se autoexilia al desierto a la búsqueda de la realidad verdadera, sin máscaras, pero acaba topándose con el desfile de la reina de Saba. Si consigue superar este espectáculo definitivo, Nick sabe que podrá acceder a la realidad primigenia. Definitivamente, sabemos que un argumento como este en manos de Max debe ser gloria pura.