Justo cuando habíamos conseguido olvidarnos de lo mucho que echábamos de menos a The Beta Band, ha venido este grupo de cabrones a recordárnoslo. Qué se le va a hacer, es lo que tienen las bandas imprescindibles: puedes borrarlas de tu mente una temporadita, pero inevitablemente volverán a tu cabeza… o aparecerá alguien dispuesto a saquearlos. Django Django no cuenta en sus filas con ningún ex miembro de aquéllos (como algún despistado por ahí se empeña en afirmar), aunque su líder David MacLean es hermano del teclista de los autores de “To You Alone”. También son escoceses, dicen que su nombre no tiene nada que ver con Django Reinhardt, han tardado tres años desde que se formaron hasta que han entregado su primera obra y probablemente habréis escuchado hablar bastante de ellos porque su disco de debut, el homónimo «Django Django» (Because Music, 2012) ha hecho mucho ruido, hasta el punto de colarse entre los nominados al prestigioso Mercury Prize (y dicen muchos que con serias posibilidades de llevárselo a casa, pero eso lo veremos dentro de unas semanas).
El disco comienza con una introducción que despista un poco respecto a lo que viene detrás. Con un tono quizá más grave que la mayoría de los demás cortes, sí deja entrever sin embargo esa querencia por la psicodelia que veremos muchas más veces en los siguientes tres cuartos de hora. Comienza a arrancar “Hail Bop” y vemos que lo que estaban haciendo era coger carrerilla. Ahí ya vemos el gusto por el electropop, los sintetizadores y esos coros con un puntito Beach Boys. Acto seguido, el subidón: la vacilona “Default” es sin duda uno de los singles del año. Puedes decir que te suena a Talking Heads, a Hot Chip, a Yeaasayer o a ninguna de las anteriores… y probablemente en cualquiera de los casos tendrás razón.
El comienzo es arrollador y, entonces, con un corte algo de transición como “Firewater”, llegan las dudas: ¿de verdad van a mantener el interés, la gracia y el nivelón durante los trece temas? Porque «Django Django» deslumbra, pero es de esos discos en los que enseguida eres consciente de que, más que llegar, lo difícil para ellos va a ser mantenerse. Pero sí, la prueba del algodón queda ampliamente superada. Aquí te espera una sorpresa en cada esquina: estructuras machaconas y casi animalcollectivianas que luego te rompen la cintura con infinitos cambios de ritmo (“Zumm Zumm”), interludios alucinógenos (“Hand of Man”) o experimentos marcianos con toques surf (“WOR”). Es un trabajo fresco, divertido, con una vocación decididamente lúdica pero lograda a base de canciones enormemente trabajadas, un disco que conoce sus armas y las distribuye inteligentemente para mantener el interés, hasta el punto de reservarse casi hasta el final la muy perfecta “Life’s A Beach”.
Sería, en fin, un gran ejemplo si tuviésemos que aplicar el concepto feel-good-movie a la música (un feel-good-album como un piano). No hace falta escucharlo en un garito para dejarse llevar: te reto a que escuches cualquiera de los cortes de «Django Django» (indiscutiblemente, uno de los mejores debuts que escucharemos en este 2012) en la calle, o mientras trabajas, o conduciendo, sin mover los piececicos para seguir el ritmillo. Ya te digo yo que no lo conseguirás.