De Félix María Samaniego conocemos el cuento de la hormiga y la cigarra, que es la historia de una señora que vivía en un agosto de 2012 permanente y de otra que las venía venir y ahorraba mucho antes de que le llegara la subida del IVA. También conocemos su cuento de la lechera y otras fábulas con moralina. Lo que se desconoce es su faceta más, digamos, picantona. Samaniego, además de fabulador, moralista y noble ilustrado, fue un escritor divertido que en su «Jardín de Venus» recopiló una serie de cuentos y poemas cargados de ironía, sensualidad y descaro que ponían en evidencia la moral recatada de la época que le tocó vivir (el siglo XVII). Muchos fueron los amigos que quisieron publicar sus cuentos más verdes, pero ninguno se atrevió y así pasaron manuscritos de mano en mano y de boca en boca para disfrute de los más libertinos. De los cuentos de esa obra tan libre, divertida y peculiar para su época, la editorial Pepitas de Calabaza recoge veintidós y los publica bajo el título de «Veintidós Cuentos Picantes» con edición de Alfonso Martínez Galilea y Javier Jubera García. Curas, monjas, cortesanos y nobles juntos y revueltos en una serie de cuentos desvergonzados donde la sátira y el humor sorprenden, divierten y sonrojan a partes iguales. No apto para timoratos… O sí.