Pudiera parecer que las 2 nominaciones a los Oscar que le han llovido a «La Cinta Blanca» (en las categorías de «Mejor película de habla no inglesa» y «Mejor fotografía» al trabajo de Christian Berger) son motivo de alegría. Y lo son. Pero no es una alegría completa: duele pensar que han habido otras cintas (e incluso cintas españolas) que han sido distinguidas para categorías más relevantes sin la necesidad de estar habladas en inglés. Y si hay una categoría en la que debería estar «La Cinta Blanca» es, precisamente, en la de mejor realización: el exquisito trabajo de Michael Haneke detrás de la cámara es de aquellos que dejan una doble huella… Para empezar, no hay duda de que el espectador sale «tansformado» de la sala. Pero, sobre todo, el film marca un hito en la carrera del director: ¿un cambio de rumbo? ¿Un placer culpable del autor? Sea lo que sea, el nombre de Haneke se merecía estar entre los nominados a la más alta categoría de la noche de los Oscars.