Se titula «Words and Music by Saint Etienne«, pero el último disco de Saint Etienne podría llamarse tranquilamente «Toda una vida«. Y no sólo porque la banda británica lleve una ídem entera dedicada a la música y todo lo que tiene que ver con ella (la producción, el coleccionismo…), sino porque también ha estado presente a lo largo de la edad más o menos adulta de muchos de nosotros (entre los que me incluyo): fans y seguidores que han hecho suyos algunos de los temas que la banda nos ha regalado a lo largo de sus veinte años de carrera. En «Over The Border«, la contenida canción que abre el disco, Sarah Cracknell susurra: «I was in love, and I knew he loved me because he made me a tape«, esa convicción tan naïve y a la vez tan poderosa que todos hemos sentido alguna vez en nuestras musicales vidas… Y es que este disco está dedicado a todos aquellos que alguna vez (o siempre, por qué no) han medido el mundo y el amor a través de la música; a los que recuerdan su vida a través de canciones; a todos aquellos que en su adolescencia y su juventud perdían las horas, la paga y el primer sueldo en singles y discos -que por entonces sólo podías agenciarte físicamente, tan retro es la cosa-; a los que aún hoy siguen emocionándose cuando escuchan un disco (este) que demuestra que una banda que lleva en marcha dos décadas todavía está perfectamente engrasada y es capaz de regalar al mundo uno de sus mejores trabajos.
El último disco de Saint Etienne en siete años (en 2005 editaron “Tales From Turnpike House” –Sanctuary, 2005- se presenta con un artwork delicadísimo con un mapa en su portada. Un mapa en el que se entrecruzan nombres de canciones, las 312 favoritas de los miembros de la banda, y desde que suena la primera canción, la citada «Over The Border» (de nuevo con ese spoken-word en el que Sarah repasa toda su vida emocional relacionada con la música, desde que «In 1974, I bought my first single, from Woollies in Redhill«, hasta que ya en edad madura se plantea si «when I was married, and when I had kids would Marc Bolan still be so important?») ya queda claro que esta va a ser su particular carta de amor a la música, al amor y a la emoción que esta provoca en las vidas de los que la hacen y los que la escuchan. Pero, lejos de utilizar la melancolía y la nostalgia como metrónomos inevitables, Bob Stanley y Pete Wiggs recurrieron a Richard X (que ya les ayudó en su día a convertir su «Foxbase Alpha» -Heavenly, 1991- en un muy festivo «Foxbase Beta«) y han construido su particular «Thank You For The Music» con cristalinas piezas de pop luminoso, alegre, bailable y colorista que ponen algunos temas a los pies de los mejores momentos más recientes de Kylie y Pet Shop Boys .
Al mismo tiempo, las letras de Sarah, que hablan de la emoción de ver a tu grupo favorito («Tonight«), de visitar blogs musicales («Popular«) y del poder curativo de una canción en el momento preciso («Dj», «Record Doctor» y «Answer Song«), escritas sin acritud, con cariño y una visión muy limpia del pasado y del presente, le dan a todo el conjunto un aire vitalista que hace que todo el tracklist pase en un suspiro y que vivas el sentimiento de estar escuchando algo sincero y muy, muy bueno. Para cuando llega «Haunted Box«, tan cercana a la dulzura irrevocable de «Tigerbay» (Heavenly, 1994), sabes que si este disco hubiera caído en tus manos con veinte años sería una de tus bandas sonoras de cabecera para los días buenos (con razón) y para los días malos (por necesidad), y que sus canciones estarían en tantas y tantas cintas de esas que grababas (o mejor todavía, que te grababan) para decirle a alguien «me gustas» pero sin enredarse más de la cuenta.
No sabemos si «Words And Music By Saint Etienne» será el último disco de la banda. Si así fuera, sería una perfectísima rúbrica a esa vida dedicada a la música, que ha regalado increíbles momentos a muchísima gente; sería una alegre elegía a parte de nuestra juventud y, quién sabe, a una forma determinada de vivir y sentir las canciones. Si no lo es, será igualmente perfecto, porque este disco nos devuelve a una banda en una forma estupenda, capacitada como siempre para crear hits generacionales y que, con este disco, se confirma como una de las Biblias del Pop (nunca reliquia) más brillante de nuestra historia. Toda una vida con Saint Etienne… Y si es así, que dure.
[Estela Cebrián]