Bajo el enorme decorado de la escena alternativa patria conviven grupos que, aunque se encuentran fuera de los focos, se tornan vitales para que toda su tramoya se sostenga con firmeza y cambie su apariencia cada nueva temporada. Los barceloneses Partido son uno de ellos, representantes de esas bandas hacia las cuales no suele dirigirse la mirada de la mayoría del público y la crítica independiente al tenerla ocupada en las caras más visibles de ese plató imaginario, que son también las que hablan más alto y hacen el mayor ruido. El perfil del actual sexteto formado por Víctor Partido (voz, guitarras acústicas y armónica), Arturo Rodríguez (guitarras eléctricas, pedal steel y banjo), Nacho Yoldi (bajo), Eduardo Martínez (piano y teclados), Jose Cattaneo (batería) y David Giménez (productor artístico, productor ejecutivo, manager personal, comunicación y community manager) nada tiene que ver con ese tipo de comportamiento ante las cámaras: su actitud se basa en observar con cierta distancia y prudencia lo que sucede a su alrededor, carácter otorgado por la calma y la tranquilidad que caracteriza su sonido (derivado de su apego por el pop-rock-folk profundo y reposado de raigambre norteamericana) y por la perspectiva del proceso creativo y de la vida que tiene el propio Víctor Partido.
Sobre esto último, cabe destacar que el camino del barcelonés en el negocio musical no resultó nada sencillo por culpa de la zozobra de las dudas, las inseguridades y una pérdida personal que sacudió su trayectoria, la cual se consolidó, afortunadamente, con la salida del primer álbum del grupo, «The Lost Sessions 1999-2003» (Greyhead, 2010), muestrario de las valiosas composiciones que había ido acumulando en ese período temporal. No resulta anecdótico, por tanto, que el segundo trabajo de Partido lleve por título un elocuente “Leaving All Behind” (Warner, 2012), reflejo de todas esas situaciones (más y menos negativas) que tanto Víctor como su reformada banda fueron dejando atrás y una frase igualmente válida para expresar su nueva situación, jalonada por apariciones en directo como acompañantes de Eef Barzelay y teloneros de Damien Jurado, The Dodos o Mojave 3, entre otros artistas. Con todo, muchos de los temas incluidos en el repertorio de este LP ya habían sido engendrados en la época anterior del conjunto, lo que demuestra que, a veces, es imposible escapar del pasado…
Eso sí, el ubicuo Paco Loco, encargado de moldear en el estudio de grabación la añeja materia prima de “Leaving All Behind”, no dudó en tirar de su ideario sonoro enciclopédico para conseguir que esta virara, suave y naturalmente, hacia el pop y el rock. Esto no quiere decir que variase radicalmente el aspecto folkie de Partido (en él se siguen advirtiendo ecos del Neil Young menos eléctrico o de los The Jayhawks más luminosos y ortodoxos), pero sí que es posible afirmar que ahora se encuentra próximo al de referentes expansivos de la envergadura de Wilco, por poner el ejemplo más recurrente y notorio. No es casual que una de las mejores piezas del disco, “Jesus”, remita desde su mismo nombre a la emblemática “Jesus Etc.” perteneciente a Jeff Tweedy y familia: no por similitudes acústicas, evidentemente, sino por el aura de grandeza, de limpieza de espíritu y de franqueza que desprenden ambas. Aunque, realmente, esa cascada de sinceridad y honestidad desciende a borbotones por todo el tracklist de este álbum; no hay ningún corte que no se empape de ella: en unos casos es la melodía la que refuerza esos matices sensibles (“Feel All Down”), junto con los arreglos perfectamente medidos (como el pedal steel lánguido y el piano hiriente de “Bulletin Board System”); en otros, es la simplicidad bien ejecutada y entendida (“Only In You”), que se confronta con los desarrollos progresivos convertidos en llamaradas que rompen la quietud nocturna (“Carnival”).
Por otra parte, sin abandonar esa desnudez emocional, la energía (positiva) de “First Time” y “Not Full Of Anger” y la extraña melancolía que reconforta el corazón que supuran “Breaking Me Through”, “I Found Your Glasses” y la noctívaga “Kingdom” (elevada por unos espléndidos coros y rematada por un final evanescente que se queda suspendido en el cielo estrellado) completan el cuadro sonoro pintado en tonos calientes (unos más pálidos, otros más intensos) que es “Leaving All Behind”. Un disco que debería situar a Partido en la misma liga donde juegan, cada uno con sus tácticas definidas, McEnroe o Autumn Comets. De ese modo, Víctor y compañía ya no tendrían que continuar sujetando, ocultos en la sombra, el telón del decorado alternativo nacional, sino actuar delante de él como protagonistas.