Poco queda por decir a estas alturas de James Murphy pero empezaremos fuerte: su nuevo título es el mejor que ha grabado hasta ahora. Más completo y físico que sus otras dos obras maestras, también mucho más largo, “This is Happening” (DFA / EMI, 2010) aspira desde ya a disco del año en clara competencia con las perlas entregadas por The National, Beach House y Joanna Newsom. En un año calentísimo en el que estamos viendo cómo los grandes grupos indies de esta última década se consolidan a alturas impensables (el cielo estadounidense, las listas de referencia de Spotify…), el jefe de DFA se sale por la tangente con algo que parecía imposible: un disco todavía más canónico e ilustrado, un disco total y vertical como espaldarazo definitivo del revival new-wave, que suena tanto a manifesto como a canto de cisne. Sí, han oído bien, canto de cisne, pero dejemos las malas noticias para el final y volvamos al principio.
Desde sus comienzos Murphy no ha venido haciendo otra cosa más que batir en sus procesadores los apellidos más granados de la historia del pop. Su primer pepinazo -imposibe olvidar «Losing my Edge«- recitaba todo la lista de grupos que le ponían caliente y cuyo legado acabaría dando forma a una discografía breve pero palpitante, hoy el corpus de hi-fi rock más seminal que podemos echarnos al oído. Copiada hasta la saciedad, aquella letra fue el punto de partida de una carrera empeñada en eso, en jugar al Scrabble de los géneros y estilos de las últimas tres décadas conjugando como si fueran sílabas las mejores partes del disco, la cold-wave, Bowie, Eno, todos los hijos que tuvo Bowie con Eno, y el punk (bastante más presente en actitud que en sonido, este último). La cosa nunca se quedó ahí, en la mera fotocopia, sino que su valor ha consistido en una digestión muy bien hecha y se ha visto potenciada con una pátina de coolness absoluta en la producción/disección sónica a que Murphy gusta de someter sus propias debilidades. Más comedida en “LCD Soundsystem” (DFA, 2005) y más aérea en “Sound of Silver” (2007), ahora la fórmula se revela en “This is Happening” astuta e intrincada como nunca, dispuesta a ir un paso más allá sin mover ni un solo dedo. Murphy ha madurado pero no se ha hecho mayor, y hoy su estilización basada en el expolio de lo retro suena menos rancia todavía (si es que alguna vez sonó algo caduca…). El hecho de tirar el ancla en el pasado y sobrevolar el presente sin asideros, hace que la música de LCD Soundsystem no tenga visos de envejecer a corto plazo, más bien lo contrario: gana con los años, el futuro le pertenece. Es algo físico y químico, ciencia pura, alquimia o magia, llámenlo como quieran.
Como álbum, “This is Happening” funciona tan bien como los anteriores. Qué demonios, ¡funciona mejor! Sí, los tres forman una red entretejida de inteligencia, autocrítica, sentido del humor y hedonismo en la que los temas se intercalan y confunden, pero es este el mejor trazado en cuanto a secuenciación del tracklist, cohesión troncal en el sonido y profusión de singles. Es fácil ver «All I Want» como hermana pequeña de «All My Friends«, o cualquiera de sus antiguos pidorazos reflejado en el hit mamarracho de «Drunk Girls«, o a «Losing my Edge» disuelta en «Pow Pow«. Pero no importa porque, ¿y si era al revés? Quiero decir: en su discografía no hay orden, todo forma parte del mismo sistema y juego, y por eso resulta falto de sentido menospreciar hallazgos de ahora por su parecido con los de antes. Los guiños en el universo LCD deben entenderse como recursos atemporales, juegos metarreferenciales que se salpican y manchan entre sí. La cosa va de eso, de canciones hermanas. Canciones a las que hoy les toca jugar con la genética de Grauzone y Japan (ambos presentes como fantasmas en «You Wanted a Hit«), de Iggy Pop («Nightclubbing«) y de OMD, la banda de referencia confesa como espina dorsal e inspiración clave del álbum. Además de todo eso, en “This is Happening” se localizan dos altísimas cimas en la carrera del grupo. Una se titula «I Can Change» y es el nuevo «No Cambié«, algo así como el hit absoluto de LCD Sixfingers, colocado en el epicentro del álbum y en el que Murphy canta mejor que nunca no sólo a lo largo sino ahora también a lo ancho de casi seis minutos de glossy electro-pop. Y luego está la ya señalada «You Wanted a Hit«, otra jugarreta meta de las suyas, quizá el tema más extraño de la carrera del grupo y también el más lógico, art-rock sobrenatural con falso principio y desarrollo dilatado. Irresistible.
Lo mejor es que, como el resto de temas de su carrera, todos los contenidos aquí dentro suenan a hit-singles absolutos e instantáneos, nunca deudores de esa duración extenuada que asusta al observar el tracklist (sólo un tema baja de los cuatro minutos) sino poseedores de una eterna juventud que hace que se consuman solos al escucharlos. Nueve odiseas galácticas, radioactivas y/o sulfúricas, en las que los bleeps se retuercen, las melodías se metamorfosean y las voces vuelan más alto que nunca antes. Nueve temas que hacen asco al botox y que lo que han bebido directamente es la pócima de la eterna juventud.
Murphy dice que no tiene muy claro de qué va este disco, pero buceando un poco en las pistas que ofrecen las canciones podremos intentar desentrañar algún tipo de coartada. Fíjense bien en las letras, por ejemplo, igual de sexys y unisex que siempre pero también más apagadas y frígidas, menos agresivas. Muchas de ellas aparecen ensambladas a nivel de concepto por el motivo de la casa o el hogar, la necesidad de recogerse podríamos decir. En «All I Want» se clama al cielo “take me homeeeee”; en «You Wanted a Hit» el “llevarnos a casa” se impone como condición en el estribillo; y en «Home» todo ello se enaltece como recogimiento definitivo. Sí, en esos versos podría esconderse el síntoma de la mala noticia que anunciábamos al principio: este sería el último disco de LCD Soundsystem, el que nos permitiría cerrar el círculo abierto por Murphy en la génesis del grupo. En entrevistas, él ha comentado que quiere dedicarse a escribir (¿sabían que en su momento rechazó ser guionista de «Seinfeld» y que hoy lo considera como el mayor error de su vida?) aunque nunca se sabe. La semana pasada, sin ir más lejos, estrenaba una alucinante reconstrucción del «Throw» de Paperclip People ante el que preguntarse: ¿sería ese su epitafio definitivo? No se fíen. Sólo crucen los dedos y recen porque la ley de Murphy no se cumpla y volvamos a tener disco grande.
[Cristian Rodríguez]