Para hablar de Father John Misty hay que hablar de dos personas o personajes. Y, si me apuran, incluso podría afirmar que se hace necesario aumentar ese monto hasta el número mágico de tres. Porque antes incluso de ponerte delante de «Fear Fun» (SubPop / Music as Usual, 2012), lo más normal es que ya hayas visto tu percepción afectada por la información de que el hombre que se esconde detrás de un nombre tan cachondón como Father John Misty es, ni más ni menos, que ese Joshua Tillman que, bajo el apelativo de J. Tillman, lleva desde el año 2006 lanzando por lo bajini sus colecciones de folkismos con toques country y rock en discos que siempre han tenido que luchar contra cierta sombra. Este es el personaje número uno… Mientras que el número dos sería precisamente la sombra en cuestión: el hecho de que Tillman hiciera funciones de batería en Fleet Foxes desde 2008 hasta 2011. Como hipotético personaje número tres, apelaré a la construcción del nuevo alias de Tillman con ese «Father» que alude directamente a un misticismo patriarcal que sólo hace acto de presencia en sus canciones de una forma humorística (con ese tipo de humor que crece en ese incómodo límite en el que no sabes si la cosa va en serio o en broma). ¿No recuerda la jugada cachondona a otro tipo que decidió crearse un alias coronado por un mayestático «Prince«? Pues a eso vamos: el hipotético personaje numero tres es ni más ni menos que Bonnie ‘Prince’ Billy. Ya tenemos montado el pesebre.
La fuerza de «Fear Fun«, evidentemente, nace claramente de la tensión y el tira y afloja entre los dos primeros personajes. Está claro que la apertura del álbum con la sublime «Funtime in Babylon» remite directamente al folkismo pastoral de Fleet Foxes, al igual que otras composiciones como «O I Long to Feel Your Arms Around Me» o la más épica «Only Son of the Ladiesman«. Hay aquí un eco de la banda de Robin Pecknold y su concepción del folk como un espacio ancerstral capaz de dejarse preñar por un ambiente de dulces harmonías que rozan el pop de los 60 y los 70. Pero también hay aquí una electricidad estática surgida precisamente de la capacidad de J. Tillman (sí, el mismo que ya ha sacado varios discos) para manipular entre sus manos la cruda arcilla de géneros más desnudos y menos cómodos que los de Fleet Foxes: en «Hollywood Forever Cemetery Sings» se filtra el coolism (considerado a día de hoy) de un blues urbano que de la suciedad del género primigenio sólo conserva el barro en la suela de los zapatos; «Misty’s Nightmares 1 & 2» aborda el rollo fronterizo dándole caña a la slide guitar; «I’m Writing a Novel» no muestra ningún prejuicio a la hora de rozar lo paleto y el honky-tonk; mientras que «Well, You Can Do It Without Me» bien podría ser una de las mejores / peores baladas de country hortera de la historia del género, con silbido incluído. Esta lucha entre los dos personajes, sin embargo, no debe concebirse como una antagonía, como una lucha de contrarios, como una obra teatral bélica en la que dos caracteres llevan sus diferencias hasta las últimas consecuencias. No. Más bien todo lo contrario: aunque «Fear Fun» tiene su principal valía en la dinámica entre estos dos personajes, lo más cierto es que ambos se pisan las frases y se conjugan a la perfección como si de una comedia ligera se tratara.
Y aquí es precisamente donde entre el tercer e hipotético personaje en discordia. Porque nadie negará que si ha habido un artista que en los últimos tiempos haya bordado la esquizofrenia musical, ese ha sido precisamente Will Oldham con su eterna careta de Bonnie ‘Prince’ Billy. Y vaya por delante que, musicalmente, en «Fear Fun» no hay ni una gota del sonido de este; pero es justo considerar que Tillman ha recurrido a las artimañas de Oldham a la hora de recuperar la diversión en su persona escénica. Tómese como ejemplo la muy cachonda pero igualmente preciosa «Everyman Needs a Companion«, donde tanto la forma (con mandolinas romanticonas, palmas desganadas y unos despuntes de piano puro crooning) como el fondo (una letra que parece desnuda pero que no por ello reniega de ciertos ramalazos de humor autoconsciente como el que se encierra en la frase «I never liked the name Joshua / I got tired of James«) bailan elegantemente en la fina linea que separa la honestidad pura y dura con la distancia irónica. Unos juegos malabares, además, que Tillman consigue bordar en el resto de su debut siempre con una sonrisa de tranquilidad en rostro, como si el esfuerzo fuera mínimo, como si el valor real de su hazaña no fuera nada en comparación con lo que hacen todos esos Dioses del folk que suelen acaparar las portadas y las atenciones de los medios habituales.
Y esto, a la larga, puede ser lo que lastre con mayor ahínco la valía de «Fear Fun» (además de ser el eterno problema de Oldham). La dificultad tradicional de la comedia para imponerse a un drama que suele presuponerse de mayor valía por ser más serio: la confusión entre seriedad y realidad. Porque, al igual que Bonnie ‘Prince’ Billy e incluso aquel Harry Nilsson con el que también guarda grandes parecidos estilísticos y conceptualos, Father John Misty corre el peligro de quedarse entre dos tierras: puede que esta apertura al humor y la ironía consiga que Joshua alcance el éxito más mayoritario que le parecía vetado como J. Tillman. Y también puede que su fascinante fotogenia de superhéroe folkie ayude en este proceso de popularización… Pero tampoco puede negarse que «Fear Fun«, pese a estar plagado de logros mayores, sigue sonando a primera toma de contacto, a primer capítulo de una serie televisiva protagonizada por tres personajes que en sus primeros episodios te fascinan pero que, definitivamente, cuando te enamorarán sin remisión será a partir de la segunda temporada.