Las fotos que ilustran este post no pertenecen al rodaje de ninguna película del destape español, no es que nos hayamos puesto a repasar fotograma a fotograma «Me siento extraña» (aunque nos gustaría), no son un descarte de alguna Penthouse del 77… Estas fotografías pertenecen a un catálogo de Victoria´s Secret de 1979. Y sí,efectivamente, en una era en la que Megan Fox adorna como buen maniquí de Bershka la cola del paro, Snooki (ése icono) se nos queda preñada y el mundo entero discute «Carey Mulligan sí, Carey Mulligan no» y sólo está de acuerdo en que «Scarlett Johansson todavía sí» (es decir, que tenemos los cánones de belleza femeninos un poco descompensados y difusos), los de la firma de lencería recuperan del baúl de los recuerdos un catálogo para el que el concepto vintage se queda sorprendentemente corto.
Sin macizorras de piernas infinitas, ni chonis con ondas marcadas con las GHD hasta la raíz, sin modelacas que pueden partir sandías en su vientre, esta pieza arqueológica recupera la sensualidad setentera en la que se vestía con una lencería sencilla, delicada y súper femenina a unas modelos in good shape pero sin noticias de botox, las adornaba con un poco de blur y un filtro belleza y las situaba entre brocados, moquetas, plumas y papel pintado. Deliciosamente kitsch, auténticamente demodé, nos recuerda que la sensualidad era esto.
Nosotros, que para algunas cosas somos muy viejunos (y en gran parte mujeres o gays, maldirán algunos, que también), como que somos más de la belleza sugerida que exhibida, que tanto cartel mastodóntico de guarras en sujetadores con aros como que no, y nos gusta que nos vendan las cosas con un poco de sex-appeal y gusto. Algunos lo encontrarán carca (puestos a pensar, alguna de las modelos podría ser nuestra madre… Hmmm. Sexy) y dirán que para ir al lavabo no sirve. Nosotros lo aplaudimos y conminamos a los directores creativos a echar un poco la vista atrás y recuperar un algo de aquella ingenuidad sensual que, sí, podía ser un puntillo hortera. Pero molaba.