fantasticmag.es se despide… Y no podría tener mejor broche final que estas sentidas palabras de Jose A. Martínez.
Escribir de la forma que nos gustaría encontrar cuando quisiésemos leer sobre música, cine, series o cómics. Huir del copia y pega. Rechazar los tópicos y los clichés. Emitir opiniones desde el fondo del alma y expresarnos sin censura. Si queremos usar 3000 palabras, ¿por qué quedarnos en 1000?
Si Raül no me hubiera ofrecido esas posibilidades antes de empezar, por una feliz casualidad, mi aventura en Fantastic Plastic Mag, quizá no habría aceptado. O, en el mejor de los casos, habría probado durante un mes… Pero han sido casi 15 años, un pedazo de vida levantado entre reseñas de discos, crónicas de conciertos y festivales, entrevistas, reportajes y textos en secciones propias cada cual más singular.
A medida que transcurrió ese largo tiempo, el Plastic se cayó del logo y apareció la fantasticmag más estilizada capaz de llegar a donde se propusiera. Y, en cierto modo, lo conseguimos. Aunque, al final, el balance no se reduce a todo el trabajo hecho por inmenso amor al arte, sino que se extiende a los recuerdos guardados en lugares cercanos y lejanos, personas físicas y virtuales que fueron y vinieron y momentos que, sin la existencia de fantasticmag, no habrían sucedido.
Llamarla simplemente web sería injusto. Este fue, realmente, un hogar en el que dar y recibir su cariño por encima de todas las cosas. Muchas veces, la tarea periodística quedaba en segundo plano y se convertía en un acto humano que nos impulsaba hacia adelante. Si nos hubiese faltado ese aliento, esta despedida se habría adelantado.
Vale, que la emoción y alguna que otra lágrima furtiva no me hagan olvidar que aquí también vinimos a escribir… Pero no de cualquier manera, sino con originalidad, valentía, humor, una pizca de gamberrismo, errores, algo de conocimiento y, sobre todo, sentimiento. A Raül se le ocurrió describir mi rol en fantasticmag diciendo que mi relación con la música no era un simple hobby, sino que se trataba de una pasión y que, por eso mismo, escribía a corazón abierto.
Tenía toda la razón. Aunque he de admitir que, a veces, me pasaba de la raya. Pero puedo afirmar con seguridad que, gracias a esa honestidad, cualquier persona que me leyera sabía cómo era por dentro y cómo me sentía en cada momento. Nada mejor que darle vueltas a una canción o analizar un disco para transmitir los pensamientos que pululaban por mi cabeza y las sensaciones que me hacían vibrar, sorprenderme, enfadarme, entristecerme, alegrarme…
En fantasticmag contábamos y conectábamos con la vida misma. Esa forma de encarar el ejercicio periodístico acarreaba afrontar frustraciones y superar obstáculos cuando queríamos materializar nuestras ideas. Sin embargo, esa lucha por la supervivencia mereció la pena. No sé si durante ese camino hemos imprimido algún tipo de huella o nos han tenido realmente en cuenta… Con haber dejado un buen recuerdo, me conformo.
Ha llegado la hora de bajar el telón. Creo que es la decisión más acertada. Si había que poner fin a fantasticmag, que fuese con el ánimo intacto, a pesar de que en determinadas fases flaquearan las fuerzas. Hemos disfrutado, nos hemos divertido y lo hemos pasado muy bien. Espero que los lectores de fantasticmag, también. Ha sido una gran función. Hasta siempre.