Lagartija Nick vuelven a dar un salto de gigante en su sonido gracias a «El Perro Andaluz», un disco en el que exploran el universo de Luis Buñuel.
Un hombre sujeta una cuchilla de afeitar bien afilada mientras se acerca a un ojo femenino que, de idéntica manera que una fina nube atraviesa la luna llena, corta limpiamente en una de las secuencias más icónicas de la historia del cine. Con “Un Perro Andaluz” y esa imagen eterna, Luis Buñuel (en colaboración con Salvador Dalí) estableció el paradigma del surrealismo visual, aunque antes de que inaugurara su seminal cinematografía ya había modelado una poesía que actuaría como espejo de lo que luego el artista aragonés reflejaría con su cámara. De hecho, “Un Perro Andaluz” proviene de un poemario semi-homónimo cuyo significado trascendió los versos hasta convertirse en un símbolo en sí mismo.
Cuando Antonio Arias (voz y bajo), Juan Codorniú (guitarras), Eric (batería) y JJ Machuca (teclados) afrontaron el desafío de adentrarse en esa vertiente poética de Buñuel, sorprendentemente instalada en un segundo plano, bautizaron el producto destilado como “El Perro Andaluz” (Montgrí, 2022). Y ojo al aparentemente sencillo pero nada baladí cambio de artículo.
El germen del disco -el decimocuarto de su carrera- se sitúa en 2017, cuando Lagartija Nick realizaron un directo dedicado a la obra cinematográfica de Luis Buñuel en el marco del festival Abycine de Albacete. Su espectáculo se basó en una banda sonora original diseñada por el grupo para hacer un repaso de la filmografía del director y complementar las imágenes a partir de piezas que Antonio Arias había compuesto tras sumergirse en la poesía de Buñuel. Pero las vibraciones de aquel show tan especial no se quedaron sobre el escenario, sino que empujaron a Arias a seguir explorando esa veta del aragonés, una travesía que desembocó en “El Perro Andaluz”.
Producido por David Soler y Marcel Bagés y con arreglos orquestales de David Montañés, quienes abrillantaron un sonido que se impregna de la atmósfera onírica tan característica de Luis Buñuel, este álbum es otra muestra de la inagotable inquietud creativa y del empeño experimentador de Lagartija Nick. “El Perro Andaluz” escapa de convenciones, como ha sucedido otras veces a lo largo de la vasta y fructífera trayectoria de los granadinos mediante saltos sin red que tuvieron en el legendario “Omega” (El Europeo Música, 1996), su gran cumbre. No obstante, Antonio Arias y compañía no se conformaron con quedarse estancados en esa cima, y posteriormente siguieron rompiendo sus propios moldes con el arte y ensayo eléctrico por bandera.
Esa visión conceptual que del rock poseen Lagartija Nick se extiende a “El Perro Andaluz”, conservando su aura vanguardista pero apoyándola en estructuras asequibles, lo que permite que este trabajo sea una pasarela accesible a la deslumbrante y compleja combinación que se fragua en su interior: de música, conectada en ciertos momentos con los sonidos que más influyeron a Buñuel en su juventud, tanto los tradicionales de su tierra como el jazz, el foxtrot o el charleston propios de la década de 1920; de poesía, con un desbordante crisol de alegorías que llegan al mismo fondo del cerebro; y de imagen, hasta el punto de alcanzar la abstracción adecuada para recrear mentalmente el ambiente y la escenografía de las películas de Buñuel.
Una vez que se cruza el umbral de “El Perro Andaluz”, se despliega un sueño buñueliano al que Antonio Arias nos invita a pasar y sobre el que a continuación nos cuenta toda su realidad antes de que el miércoles 1 de febrero Lagartija Nick comiencen otra tanda de conciertos (prolongada al día 10 del mismo mes en el Teatre El Musical de Valencia y al 24 de marzo en La (2) de Apolo dentro del Rock & Palmas de Barcelona) en el Teatro Eslava de Madrid como parte de la programación del Inverfest con Carmen Linares como invitada de excepción.
Cuando realizasteis el proyecto para el festival Abycine, ¿ya habías esbozado en tu mente la posibilidad de componer este disco o solo surgió después? Surgió a partir de aquel concierto. Recibí el encargo de poner música a imágenes de las películas de Buñuel, recordé su libro de memorias “Mi Último Suspiro” y me dije: “Me suena que este hombre odiaba la música incidental…”. Antes de enfrentarme a eso, busqué en internet si había poemas suyos y, al descubrirlos, se abrió un camino directo hacia su arte, sus obsesiones y su aportación al surrealismo. Fue como, con un poco de atrevimiento, preguntarle al propio Buñuel tras aquel concierto: “¿Te importa si cantamos tu poesía? Algo te gustará”. Sin embargo, aquella experiencia quedó aparcada porque estaba a punto de salir “Crímenes, Sabotaje y Creación” y luego nos metimos en la grabación de “Los Cielos Cabizbajos”. Y también debido a la extrañeza que nos supuso acercarnos a la poesía de Buñuel, tan rara aunque genial. Así que, en 2020, aprovechando el parón de la pandemia, pude sacar más canciones.
“Un Perro Andaluz” es uno de los títulos más evocadores y simbólicos de la cultura española del último siglo. Para el álbum, cambiasteis ese ‘un’ por el artículo ‘el’, una alteración muy simple pero que puede encerrar un profundo significado por la relación del título con Lorca y con la intensa amistad existente entre él y Buñuel. ¿A qué se debió esa modificación? Cuando Buñuel desarrolló el poema, lo tituló “El Perro Andaluz”. Posteriormente, llegó a afirmar que lo tenía en imprenta aunque, al final, no se editó. Lo mencionó mucho, pero terminó disperso en revistas de la época. Más tarde, para el film cambia el artículo, lo deja en “Un Perro Andaluz” y mantiene su espíritu, ya que hay guiños y referencias a esa poesía en sus escenas. Con respecto a Lorca, como su relación ya se encontraba en una fase de tensión tremenda, este se lo tomó muy mal porque creía que se estaba metiendo con él y se sentía muy ofendido. Nosotros nos quedamos con el significado de esa especie de insulto para darle la vuelta y disponer de otro punto fuerte para abordar este trabajo. En “Un Perro Andaluz” no hay perros ni andaluces, pero en su título, sí. Eso nos sirvió también para escarbar en esa obra a partir de lo que sabemos de Lorca. Si Buñuel y Dalí estaban haciendo una broma surrealista con Lorca, nosotros la hemos hecho más surrealista todavía hacia Buñuel.
¿Cómo describirías la poesía de Buñuel? Como una forma de reconocer su mundo. Su poesía es un buen camino para intentar explicar qué atrae de su figura. La gente que no conozca su poesía, pero sí su cine, podrá ver a Buñuel con los ojos cerrados al seguir apareciendo imágenes de sus películas. Se crea una conexión con algo no conocido pero sí intuido.
Vendría a ser entonces como una especie de guion de lo que después plasmaría en sus películas. Sí, repite muchos temas. Quien se acerque a su poemario comprobará que puede ver una escena de aquí, otras de allá… Ese también es un gran valor de la obra poética de Buñuel.
¿Cómo planteaste la traslación de esa poesía a las canciones de “El Perro Andaluz”? Me dejé llevar por Buñuel. Al investigar cada vez más y al descubrir muchísimos audios de entrevistas en el maravilloso libro de Max Aub “Luis Buñuel, Novela”, me dejé guiar por él porque habla del jazz y de los géneros de aquel momento. Nos venía a decir con su voz que una dirección a seguir era su pasión por esa música. En el disco se refleja de manera evidente, por ejemplo, en “Una Jirafa / Undécima Mancha”, donde hay instrumentos de viento; o en “Polisoir Milagroso”, en la que la orquestación evoca los años 20. A ese estudio de la música de aquella década se unió la inmersión en la tradición de Calanda y de Aragón: la jota, el fandango y ritmos y melodías como la del “Himno a la Virgen de Casbas”. Al final del proceso, nos acabamos encontrando a nosotros mismos gracias a una figura absolutamente fundamental como Buñuel, quien nos llevó a sacar esa tradición musical a través de nosotros, de unos ‘perros andaluces’.
¿Consideras que quizá Buñuel no ha alcanzado en España la repercusión histórica de otros autores coetáneos en diversas artes ni su misma dimensión? Todo su mensaje sigue teniendo muchísima fuerza, aunque es verdad que no cala en las nuevas generaciones del cine comercial, por así decirlo. Pero sí está presente en directores como Albert Serra y otros igual de interesantes. Por otra parte, si no se le está olvidando, se le está dejando por imposible en el sentido de que nadie va a tener ganas de poner una de sus películas en las que se mete, por poner un caso, con la Iglesia, que aún continúa teniendo mucha presencia en esta nueva sociedad. Su cine sigue doliendo del mismo modo que sigue impresionando. Se puede explicar con la anécdota de por qué Buñuel no tiene una calle en el bulevar de Disneyland París. Tras proponérselo, la familia respondió que sí, pero con las condiciones que él había impuesto. Por lo visto, una de ellas era que en la placa se leyera: “Me cago en Dios y en el fascista de Walt Disney” [risas]. Ese carácter sigue levantando ampollas en un mundo donde se vende, precisamente, la fantasía de Disney. Hoy en día la gente no quiere meterse en problemas y parece que todo debe ser homogéneo, el sistema no aguanta que algo se presente de una manera tan clara. Frente a ello, nuestros mensajes buscan la identidad propia. De igual modo que Allen Ginsberg habló de Jack Kerouac, nosotros hablamos de nuestra iconografía.
Como sucedió con el disco que dedicasteis a Val del Omar, ¿es “El Perro Andaluz” un trabajo de revalorización o recuperación de la figura de Buñuel? Sí, a la hora de llevar al directo esta revisión de Buñuel pensamos claramente desde un principio que no iba a ser nada conceptual, como un espectáculo donde solo se viesen fragmentos de sus películas. Ahora que nombras a Val del Omar, tenemos la opción de poner a Buñuel a dialogar con él e incluso con Lorca y Dalí. Por ejemplo, en las proyecciones de los conciertos intercalamos imágenes de Val del Omar con poemas de Buñuel para definir ese grupo tan particular de los años 20, esa especie de Beatles formados por Buñuel, Lorca, Val del Omar y Dalí. Los encerramos en un espacio determinado para que la gente los vea, los relea y los redescubra como parte de una misión artística que tiene como función revalorizarlos. La dictadura franquista hizo un daño tremendo a esos artistas con su interrupción cultural. A dónde íbamos en los 20 y dónde acabamos al final… Este disco es un sueño desde la perspectiva de que sirve para imaginar que ganaron la guerra los vencidos y que la cultura fue otra. Aquel daño permanece todavía. Nos pasó con Val del Omar: habíamos sacado “Omega”, de pronto publicamos “Val del Omar” y la gente empezó a decir que esa persona no existía. Queríamos demostrar que no era así y ahora tiene presencia gracias a muchos artistas relevantes. Este es uno de los propósitos de “El Perro Andaluz”: reivindicar a Buñuel y su generación y que el público los descubra en un espacio lúdico.
Hablando de la Generación del 27, da la sensación de que actualmente algunos quieren que se olvide su espíritu, cuando debería preservarse pasen los años que pasen… Claro, no hay una reivindicación histórica sobre la Generación del 27, no por pasada está superada. En la actualidad tenemos acceso a archivos, filmotecas y otra clase de información y es cuando menos interesa porque se piensa que pertenece a un tiempo remoto, y esto genera confusión. Ahora que se puede ver todo ello con más facilidad, es cuando se quita a la gente esa oportunidad de las manos y todo se reduce a la cultura del ocio, a que el individuo se achique.
¿Qué paralelismos observas entre “El Perro Andaluz”, “Val del Omar” e incluso “Omega” más allá de su vinculación con miembros de la Generación del 27? El paralelismo se halla en el estudio concienzudo de cada figura. A la vez, estos discos supusieron una transformación en el sonido de Lagartija Nick. Íbamos acelerados desde “Inercia” siguiendo una dirección, pero cuando empezamos a trabajar el repertorio de “Omega” con Enrique Morente y las versiones de Leonard Cohen sentimos un impacto enorme. Después, prácticamente sin tomar un respiro, dimos otra vuelta de tuerca con “Val del Omar”. Y, con “El Perro Andaluz”, nos hemos transformado de nuevo. Estos tres álbumes y la manera de abordar cada figura nos cambiaron de una forma determinante.
Este disco parece proceder de un idealismo o romanticismo creativo que choca con la artificialidad imperante… La cuestión se basa en cómo vemos la escena musical. La observamos como algo que aporta un beneficio a la sociedad y que convive con nosotros siempre, no en un período corto de tiempo para luego dejarla fuera del radar. Está variando la visión de para qué vale la música. En vez de hacer convivir la música con el arte en general para que dialogue con la gente y gire en diversas direcciones, se busca que haya una uniformidad, frente a la cual hay que activar mecanismos para encontrarse a uno mismo. Parece que hoy en día la introspección es peligrosa… Curiosamente, ese era uno de los títulos que tenía Buñuel para “Un Perro Andaluz”: “Es Peligroso Asomarse al Interior”. Creo que, actualmente, ese es el mensaje que transmite el mercado: cuidado, eso puede deprimirte y quizá no sonrías para que se vea en las redes sociales.
¿Interpretarías la confección de este álbum como un reto para ti y para Lagartija Nick? Fue un proceso importantísimo para darnos cuenta de lo que somos y de lo que hemos ido haciendo y para continuar divirtiéndonos con la música, llevándola a sitios que nos apasionan. Es alucinante comprobar que los mismos que hemos sacado este disco seamos los de nuestro primer single y conservemos intactas las ganas de tocar y de montar espectáculos diferentes.
Tras treinta años de trayectoria, resultaría sencillo pensar que decae la motivación para arriesgarse, mantener la ambición y seguir en la brecha. Si lo miras con la perspectiva del tiempo, acojona; pero si lo ves en función de cómo se mueve la vida, día a día, tiene más sentido. El tiempo pasa vertiginosamente, pero la motivación diaria es la que hace que veamos a largo plazo. Sentirte bien con los ensayos y el contacto humano [justo en aquel instante llegaban Eric y Juan al local de ensayo] es un valor que también trasladamos al directo como diciendo “estos somos nosotros y estamos aquí”.
A vuestra audiencia no sólo le mandáis ese mensaje, sino que también sabéis cómo pillarla desprevenida. Con un disco como “El Perro Andaluz” habéis cogido con el pie cambiado hasta a vuestros seguidores más acérrimos. Después de “Los Cielos Cabizbajos” y su tono bélico, “El Perro Andaluz” es un punto de luz y una vía para cagarnos en Dios, como diría la placa de Buñuel que hemos comentado antes [risas].
De ahí que “El Perro Andaluz” sea tan sorprendente y provocador como el propio Buñuel. Por momentos, parece que su espíritu os hubiera poseído. Y transmitís muy fielmente el modo en que se despega del mundo físico, ya sea con palabras o, a partir de estas, con imágenes visualizadas en la cabeza. Es lo que llamaría ‘cine interior’ o ‘cine ciego’. Si antiguamente había cine mudo, nosotros lo hacemos ciego. Es un modo de recrear el gran espacio artístico de Buñuel a través de otros inputs.
De hecho, la apertura del disco, “Palacio de Hielo” o “Me Gustaría Para Mí (Las Libélulas)” simulan estar elaboradas con fotogramas de películas de Buñuel… Totalmente. Tras la experiencia del festival Abycine se me quedaron algunas imágenes metidas en la cabeza. En “Palacio de Hielo” veo perfectamente “Simón del Desierto”. En otro tema, “No me Parece ni Bien ni Mal”, veo “Viridiana”. Sin embargo, también sucede que veo otras escenas que no acabo de relacionar directamente y que son las que sugiere el disco. Incluso se entra en el juego de intentar encontrar sentido a todo lo que huye del poemario. Un aspecto interesante de este trabajo es que está bordeando algo que se guarda dentro de ti, jugando con tu subconsciente.
En “El Perro Andaluz” mantenéis el estilo rockero que os caracteriza y lo aproximáis al pop y al shoegaze. Gracias a ello, y es otra de las virtudes del álbum, lográis mostrar un sonido reconocible y accesible para que el receptor se adentre sin dificultad en las complejidad de la poesía de Buñuel. El disco sería como una ensalada. Nosotros pusimos todos nuestros ingredientes para obtener el plato que, más o menos, habíamos concebido de antemano. Luego está eso que se dice de “un cauto para la sal, un generoso para el aceite y un loco para remover”. Los locos que han removido “El Perro Andaluz” han sido Marcel Bagés y David Soler, y la idea era que lo trataran en función del personaje protagonista del disco. Son unos productores con un sonido muy definido y actual. Como bajaron a Granada, estuvimos juntos y hubo una gran sintonía para conseguir que el sonido de un grupo rock conviviera con todo los arreglos que se introdujeron. Habíamos maquetado varias veces el disco según un concepto que teníamos, pero también estaba pensado para que fuese manoseado después.
En la línea de lo que comentas, dentro de “Polisoir Milagroso” rebotan ecos de pop clásico. La escucho y me imagino a los Beatles colaborando con Buñuel para componer una canción con final circense que podría incluirse en “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”. Una unión que puede haber con esa idea es que, en la época de los Beatles había que irse treinta y tantos años hacia atrás para encontrar la música de los 20 y 30. Esa música, con su sonoridad y su influencia, les pillaba relativamente cerca y se aproximaron a ella con naturalidad temporal y por herencia anglosajona. A nosotros nos pasa algo similar al acercarnos también a aquella música de los años 20: sonamos a los Beatles del “Sgt. Pepper’s” en algunos momentos.
Además de la producción de Marcel y David, en “El Perro Andaluz” se aprecia igualmente la riqueza de los arreglos de David Montañés, quien repitió tarea después de “Los Cielos Cabizbajos”. Montañés estuvo presente en la actuación de 2017, con lo que conocía muy bien el repertorio y cómo fue creciendo. A pesar de la maravillosa orquestación que había hecho para “Los Cielos Cabizbajos”, no queríamos aquel mismo sonido para “El Perro Andaluz”. Fue muy divertido trabajar de nuevo con él, le dije: “¿Te acuerdas de los arreglos cubistas del tema de Guernika? Pues esta vez tienen que ser surrealistas”. Y así nos entendimos.
Otro corte que llama la atención es “Pájaro de Angustia”, que se puede tomar como la pieza que condensa la esencia de “El Perro Andaluz”, ya que en su intro se escucha a Buñuel hablar de blues antes de mimetizarse con el ritmo del tema. Y, transcurridos unos minutos, asoma la guitarra española de Edu Pacheco. Es la canción que más evolucionó porque, cuando hicimos la presentación de 2017, su música era la base para “20 Sueños” de Buñuel, que realmente no necesitaba una canción tan enorme. Cuando apareció “Pájaro de Angustia” sabíamos que esa sería la melodía que utilizaríamos. Es la canción a la que más interés le pusimos por su dinámica, que podía ir in crescendo o ser más sencilla pero en todo momento sorprendente. Queríamos demostrar que podíamos mezclar tempos como el clásico 4×4, el del charleston, el del two-step o el 3×4 del flamenco, mediante el que aparece Lorca disimuladamente. Y también hay un violín, grabado por Tymo Dogg [multi-instrumentista inglés que colaboró con The Clash y la última banda de Joe Strummer, The Mescaleros]… Los productores dicen que está, pero no sé dónde exactamente [risas]. La intención era que se combinara la guitarra española andaluza con el violín que le gustaba a Buñuel, aunque para detectarlo hay que tener un oído muy fino. Es un reflejo de la libertad creativa de David y Marcel para que no hubiera un respeto sacrosanto por la sonoridad de ese instrumento.
Pensando en vuestros próximos conciertos, aparte de revalorizar la poesía en particular y la obra en general de Buñuel, ¿qué reacción buscáis provocar en el público? Para nosotros, “El Perro Andaluz” es un disco muy colorista y en vivo queremos que se conecte con temas de otros álbumes. Nos dimos cuenta de que la presentación de este trabajo tiene mejor resultado si se relaciona con el resto de nuestra discografía. Por supuesto, Lorca está invocado a través de “Omega”; y aparecen algunas canciones de “Val del Omar”. Se trata de ponerlos a dialogar tanto sonora como visualmente porque en la pantalla se proyectan imágenes de Val del Omar, de Buñuel y otros elementos. Lo que más nos llamó la atención a la hora de preparar el directo fue que puede sonar un poema de Buñuel acompañado de una imagen de Val del Omar y viceversa. Es una idea un poco derivada del propio Buñuel: encerrar a los personajes de una película en una habitación o ponerlos a deambular juntos y ver cómo interactúan. Por otro lado, como parte de la escenografía, también tenemos reproductores Super-8 que nos iluminan y proyectan películas antiguas. Es una manera de homenajear al cine, el del momento de su nacimiento y el de la época que nos ha influido en “El Perro Andaluz”.
Dada la vinculación que habéis establecido con la Generación del 27, ¿cuál puede ser el siguiente nombre sobre el que hagáis canciones. ¿Quizá Dalí, para completar el trío con Lorca y Buñuel? Sí, es el que falta… Está claro que tenemos que incorporarlo, como pintor y como poeta. Y como persona, que era demencial. En las conversaciones de los últimos años surgidas en torno a “El Perro Andaluz”, cuando nombraba a Dalí la gente fruncía el ceño por su implicación con Franco o la monarquía. Pero en su momento fue encarcelado por comunista. Es un personaje que te lo tienes que tomar como te viene, era un genio. Parecía que él y Buñuel competían por ver cuál de los dos era el más surrealista. Y Dalí lo consiguió, aunque se enemistara con todos. Tengo que abordarlo pero, como me ocurrió con Buñuel, no puedo dulcificar su imagen, eliminar sus incongruencias ni limpiar sus contradicciones.
Es decir, que si en el futuro publicáis un disco dedicado a Dalí, no será ninguna sorpresa… No, aunque quiero que aparezca algo ya en directo. Llevo un tiempo estudiando su poesía, en concreto sus poema-cuadros. Hay uno llamado “La Miel es más Dulce que la Sangre” que me encantaría tratar y meter en directo de alguna forma. Me quedaría con esa frase como titular poético: “La miel es más dulce que la sangre…”. [Fotos: Antonio García Olmedo / Foto concierto: Iván Martínez] [Más información en el Instagram de Lagartija Nick // Escucha «El Perro Andaluz» en Apple Music y en Spotify]