¿Sabes qué es la pizza estilo Detroit? Lo sepas o no, no puedes dejar pasar la oportunidad de gozarla en su nuevo templo en Barcelona: Four Corners.
Nos pasó con las hamburguesas, nos pasó con el ramen, nos pasó con los tacos… Madredelamorhermoso, si es que hasta nos pasó con algo como el pollo frito. En los últimos años, en Barcelona hemos vivido las diferentes olas de «gourmetización» de conceptos gastronómicos a priori básicos. Dicho de otro forma: hemos ido cogiendo preparaciones culinarias populares y baratas y, muy en la tradición de lo que nos gusta hacer en la Ciudad Condal, las hemos convertido en algo desafiantemente cool.
¿Y qué pasa con la pizza? ¿Nos hemos olvidado de colonizarla y ponerle la banderita de lo cool? Obviamente, no. Pero esto no es algo intrínsecamente barcelonés, sino que es algo que viene de lejos a lo largo y ancho del planeta Tierra. Desde que salió de su Italia natal, la pizza ha demostrado una versatilidad inusitada dentro del mundo de la gastronomía para adaptarse no solo a las exigencias de paladares de lo más diverso, sino también a bolsillos de lo más variado.
Un buen ejemplo de esta versatilidad es, por ejemplo, el hecho de que exista algo tan loco como la pizza al estilo Detroit. Y, no, por suerte para el mundo, no nos encontramos ante «otra variante de pizza que no debería existir» (coff, coff… ¡hawaiana!), sino ante un estilo pizzaiolo que por fin tiene su primer templo en la ciudad de Barcelona: el Four Corners, situado en la planta baja del hotel The Hoxton. Pero no avancemos acontecimientos y ataquemos lo básico: ¿qué carajo es esto de la pizza estilo Detroit?
¿Pizza estilo Detroit? ¿Mande?
No vamos a detenernos demasiado en esto, porque aquí hemos venido a halbar del Four Corners. Pero un poco de historia no mata a nadie… Y resulta que lo que hoy conocemos como pizza estilo Detroit nació obviamente en esa misma ciudad, específicamente en el año 1946 en el restaurante Cloverleaf Pizza. Y, ojo, porque Detroit es precisamente la cuna de grandes cadenas pizzeras como Domino’s o Little Caesars. El creador de Cloverleaf, de hecho, fundó posteriormente otra de las grandes cadenas de pizzerias estilo Detroit: Buddy’s Pizza.
¿Conclusión? En esta ciudad saben de pizza. Un buen rato. Y, específicamente, de lo que en el resto del mundo llamamos pizza estilo Detroit pero que allá se llama square pizza: una variante de la pizza siciliana (es decir: de masa gordota) que presenta una altura inusual, un grosor de locura y una forma cuadrada o rectangular. El mencionado grosor, sin embargo, huye de la masa sólida y apuesta por la esponjosidad más agradable. Y, claro, luego están los toppings, que pueden ser variados pero que siempre tienen un elemento en común: toneladas de queso. Muerte por queso. La muerte más dulce.
La pizza estilo Detroit es, al fin y al cabo, el epítome de lo que los yankis suelen considerar una buena comida: pillas un slice (en este caso, un square) de pizza enjundiosa, una buena bebida… ¿Quién necesita más? Y esto es algo que se mantiene en Four Corners. Más o menos.
La experiencia Four Corners
Porque recordemos que el Four Corners se ha abierto precisamente en un lugar tan inherentemente cool como The Hoxton. Para los que no lo sepan: este es un hotel situado justo a los pies de la torre Endesa en el barrio 22@, que es una zona que poco a poco está siendo colonizada por el hype gastronómico, coctelero, eventista y fiestero. Hedonismo al cien por cien en una zona que queda lo suficientemente lejos del centro como para evitar las hordas de turistas y que se ve agraciado por edificios con tantas posibilidades como las del mismo The Hoxton.
Four Corners, por su parte, ocupa parte de la planta baja del hotel. Su nombre, de hecho, no solo hace referencia a las cuatro esquinas de su pizza estilo Detroit, sino que también homenajea a las cuatro esquinitas en las que se divide el espacio. Dos de ellas están íntimamente relacionadas, ya que la slice-shop (un espacio que invita al take away: escoge tu pizza al corte de entre las opciones recién horneadas que encontrarás en la vitrina, acompáñala de una cerveza bien fría… ¡y ya vas servido!) está conectada directamente con la bodega y su reminiscencia a los colmados italianos tradicionales. Independientemente de si va a comer pizza o no, cualquiera puede pasarse por la bodega para hacerse con embutidos y quesos italianos, además de una amplia selección de marcas de bebidas independientes, vinos naturales y cervezas artesanas.
Las otras dos esquinitas también están íntimamente conectadas: el restaurante y la terraza. Este es el espacio no para los que están de paso, sino más bien para todos aquellos que quieran gozar de la experiencia del Four Corners a su máxima potencia. Dentro, encontrarás un espacio luminoso y diáfano con cocina abierta y hornos de pizza a la vista. Fuera, ya sabes: una excusa más para seguir mariposeando en el eterno buen tiempo de la Ciudad Condal.
Ambas esquinitas son perfectas para dejarse sorprender por una carta diseñada por Anthony Falco (conocido chef con varios libros a sus espaldas). La pizza estilo Detroit es la gran estrella, evidentemente, con recetas imprescindibles como la pizza de burrata y mortadella con pesto de pistacho, la Sopressata (con peperoni y miel picante… ¿Mi preferida? #SíLoDigo), la tradicional Carbonara (cocinada de forma muy poco tradicional) o la Red Top (con salsa arrabiata y cantidades ingentes de queso).
Además de pizza, la carta de Four Corners incluye aperitivos tan sugerentes como los palitos de mozzarela, la parmigiana y diferentes ensaladas. Hay platos principales de alta elaboración (pollo rustido, tagliata…) para los menos aficionados a la pizza y, para todos, postres golosos como el ineludible tiramisú o los helados de Delacrem. ¿Y para beber? Vinos naturales y cervezas artesanas.
¿Vas viendo por dónde van los tiros? ¿Qué tienen en común los vinos naturales, los palitos de mozzarella y las pizzas del tamaño de un campo de fútbol? Que todo está pensado para ser compartido. Y esa es precisamente la experiencia Four Corners… Que, a su vez, es una experiencia muy Barcelona. Porque no sé vosotros, pero yo ya no tengo edad para locales de pizza regulera regada por lambrusco y, sobre todo, no tengo edad de cadenas de pizza atestadas de chavales que están haciendo colchoncito para luego salir de farra.
Yo tengo edad para quedar con amigos, tomar un cóctel de bienvenida en la terraza de Four Corners mientras va llegando todo el mundo, pedir unos palitos de mozzarella para ir abriendo el apetito, compartir un par de pizzas colosales, echarme unas risas viendo cómo los hilos de mozzarella caen entre nuestras bocas y nuestros slices, regarlo todo con un buen vino natural, dejarnos agasajar por el tiramisú y los helados mientras nuestras cucharillas van y vienen de un postre al otro… Y, al acabar, como se nos ha hecho tarde, ¿cómo dejar pasar la oportunidad de tomar un último cóctel en el hall del hotel The Hoxton?
Esto es, básicamente, una descripción certera de lo que fue mi primera (pero no última) visita a Four Corners. Porque en Barcelona ya lo hemos vuelto a hacer: hemos cogido algo tan populista como la pizza estilo Detroit… y lo hemos convertido en una experiencia que no podría ser más cool. Sí, soy consciente de la rabia que da leer algo así. Pero subscribo todas mis palabras. [Más información en la web de Four Corners]