Ya sé que los porcentajes son tan perniciosos como las generalizaciones… Pero permitidme un porcentaje como punto de partida de esta reseña. Pongamos que la serie «Curb Your Enthusiasm» sólo es apta para un 50% de la población humana: a Larry David o le amas o le odias, como suele decirse de forma más que tendenciosa. Y es que con este humorista no hay término medio a la hora de abordar la bajeza moral de sus vivencias cotidianas -y supuestamente ficcionalizadas-: los encontronazos de David con las convenciones sociales que se consideran dentro de los límites de «lo normal» provocan o empatía inmediata o un rechazo visceral. En relación a lo comentado, no me acaba de quedar claro si el porcentaje de público capaz de empatizar con «Reencuentro» (publicado en nuestro país por La Cúpula) es superior o inferior a ese 50% de «Curb Your Enthusiasm«… Sólo sé que ese debería ser el rasero a tener en cuenta a la hora de ponderar esta novela gráfica en la que Pascal Girard aborda una cena de reencuentro con los antiguos alumnos de su instituto diez años después de haberlos visto por última vez. La cena y, claro, todos los meses previos en los que prepararse mental y físicamente para la aventura.
Por momentos, lo normal sería pensar que el porcentaje de público capaz de abrazar «Reencuentro» va a ser incluso menor que el de «Curb Your Enthusiasm«. Y es que la psicología de Pascal Girard guarda amplios parecidos con la de Larry David: ambos muestran unas aptitudes más bien nulas a la hora de desenvolverse de forma natural en medios preeminentemente sociales y, además, tienen una poderosa tendencia hacia una paranoia que a veces roza la hipocondría y más que comunmente se ampara en la visión que los demás han de tener de uno mismo. La principal diferencia, sin embargo, es que David suele firmar sus escaramuzas con una sensación de triunfo absoluto: al fin y al cabo, las personas que rodean a Larry están tanto o más desquiciadas que él, de tal forma todo suele reducirse a una pantagruélica lucha de egos absurdos y de disfunciones psicológicas a cada cual más borderline de la que el humorista puede zafarse creyéndose vencedor. En el caso de Girard no ocurre tal cosa. De cara a la cena de reencuentro, el autor se pone a dieta estricta, empieza a correr cada día, engaña a su mujer sobre la posibilidad de reecontrarse con un viejo amor… Y lo más jodido es que nada de lo que hace le mejora como persona, sino que cada vez se afea más y más física y psicológicamente, convirtiéndose en un esperpento de apariencia desagradable y personalidad más desagradable todavía. ¿Reduce esto la posible empatía?
Hay, sin embargo, un factor que puede hacer pensar que el público objetivo que «Reencuentro» pierde por la vía de la psicología arisca lo gana precisamente cuando Pascal entra en contacto con sus antiguos compañeros de instituto. Si esto fuera «Curb Your Enthusiasm«, Larry David saldría victorioso del tinglado… Pero en el caso de Girard, la aventura se salda exponiéndole como un ser mezquino, feo (literalmente), cobarde y, al fin y al cabo, poco merecedor de la escasa estima que todavía le conservan algunos de sus «amigos». En estos tiempos de apología al nerd (o a la imagen entrañable de nerd que quieren vendernos desde diversos flancos), se agradece que «Reencuentro» muestre que aquel «tonto de la clase» ha crecido para ser tan feo por fuera como por dentro… Con una sinceridad desarmante, Girard parece querer decirte (voluntaria o involuntariamente) que si en algún punto de tu adolescencia maltrataste a ese «tonto de la clase», lo más probable es que se lo mereciera. Y, así, traspasando la victoria desde el protagonista hacia el lector, es como la novela gráfica de Pascal Girard sube muchos enteros por encima de la serie de Larry David.
[Raül De Tena]