Tres cosas son las que definen a un hombre con estilo: sus zapatos, su reloj y su colección de vinilos. De lo primero ya os damos buena cuenta puntualmente aquí, y para lo segundo no se nos ocurre mejor manera de rematar vuestro armario de gentleman 2.0 que introducir Nixon, la auténtica marca de relojes premium que acerca un complemento con tantísimos años de historia a las tendencias más actuales. En la redacción ya tenemos algún fanático de estos relojes, de los que te dice “quiero comprarme un reloj y no sé cuál” y al final siempre acaba recurriendo a uno de esta firma. Está claro que la calidad indiscutible y el diseño que cada temporada se adapta y se renueva crean fidelidad. No hay más que echarle un vistazo al increíble catálogo que tienen para este año para darse cuenta de que Nixon está muchísimo más allá de los complementos para salir del paso. Llevar uno de estos relojes es todo un statement de clase y buen gusto.
Sus modelos pueden ser resistentes e ideales para los hombres rudos, como el Steelcat: waterproof con pulsera de goma y un diseño urbanita y muy masculino; también pueden ser extraordinariamente eficaces, atemporales y refinados, como el Automatic, fabricado en Suiza con los elevados estándares de calidad que da el sello “Swiss Made”; el modelo The Ride tiene un aire bastante haunting-prep o safari-adventurer, con su correa en cuero marrón, y su esfera de tres metales; para los amantes de lo viejuno está The Regent, con su aire de reloj decimonónico que se hereda de padres a hijos y para los que gusten de un complemento más contemporáneo está The Ceramic 42-20, un reloj de diseño actual pero con aires de clásico instantáneo…
Nixon nace en California en 1998 con la intención de hacer lo pequeño mejor y de convertir este accesorio en el auténtico protagonista de cualquier look. Con los años, Nixon ha ido ganándose una fama totalmente merecida y ha ido refinando sus modelos y mejorando sus estándares de calidad, por lo que tener hoy en día un reloj de su catálogo no es sólo tener un ítem que concentre miradas en el transporte público, sino poseer una pequeña obra de arte. Así que ya sabes: los pelucos se quedaron en los ochentas horteros, Nixon es otra cosa.