Da igual que sea martes, que haga un frío de esos de maldecir el hostil clima de Madrid o que hayas acabado reventado de la jornada laboral: decir que no a Papercuts es uno de esos delitos que, al menos yo, no me permito. El prolífico Jason Quever (dueño y señor intelectual de esta banda) viene ganándose la reputación de “joyita andante” tanto por su perculiar vida de comunas y experiencias hippies como por sus colaboraciones con otras propuestas de solera tal y como Cass McCombs o Vetiver; y ya como traca final, por haber colado su último disco («Fading Parade«) en la escudería Sub Pop, sello insignia del buen hacer en los últimos años.
Con todas estas excusas, haber tenido la ocasión de verle en el madrileño Café Berlín el pasado 31 de enero ante menos de cien personas (gracias al buen hacer del ciclo Son Estrella Galicia) puede resultar, a priori, un gran privilegio… Aunque a los pocos minutos de actuación esta sensación tornó en una más que razonable duda sobre la acústica de la sala. Abstrayéndonos de este fallo, es imposible no recordar con felicidad el delicado dream pop que Papercuts sembraron a su paso por la capital: unos intrincados a la vez que sencillos pasajes sonoros en forma de composiciones perfectas como son “Don’t You Really Wanna Know” o “Do What You Will”, canciones capaces de hacerte olvidar el frío, el cansancio y el largo tramo de semana que aún quedaba por delante.
[TEXTO Y FOTOS: Alejandro Masferrer]