Entrevistamos a BFlecha sobre su nuevo disco «ExNovo», una invitación a que dejemos de soñar con viajes estelares y cuidemos nuestro planeta.
La música vanguardista es la que, por definición, esquiva convenciones y se salta las normas establecidas. Pero no sólo debe parecer revolucionaria, sino que también tiene que adelantarse a su tiempo, avanzar el futuro… BFlecha lo hizo en su primer disco, “ßeta” (Arkestra, 2013), con el que esbozó a través de una electrónica tan sofisticada como espacial los ritmos que el trap después asimilaría convertido en el estilo de moda.
Posteriormente, con “Kwali” (Arkestra, 2017) mostró hacia dónde se movería el nu-r&b, etiqueta de la que arrancó el ‘nuevo’ para redimensionar su significado. Y con su álbum más reciente, “ExNovo” (Arkestra, 2021), se vale otra vez de ese prefijo para darle un par de vueltas de tuerca y vislumbrar, sin desmarcarse de los pasos dados anteriormente, el pop de lo que resta de década.
Es decir, que el trabajo de BFlecha posee un componente visionario que describe a la perfección sus intenciones creativas. Como afirmaba Marshall McLuhan, “el medio es el mensaje”, sentencia que en el caso de “ExNovo” se concreta en una música cuyas formas se amoldan simbióticamente a lo que Belén Vidal pretende transmitir a sus receptores: el futuro no es tan negro como se pinta, a pesar de las amenazas que, a todos los niveles, acechan a la sociedad.
Por tanto, el discurso que BFlecha despliega en “ExNovo” no es en absoluto pesimista. De hecho, mantiene prendida la llama de la esperanza en el ser humano, aunque este viva cada vez más sometido a la dictadura de la tecnología, que ofrece al instante las supuestas ventajas de la virtualidad que ayuda a olvidarse de la dureza del mundo real.
Esta profunda narrativa expuesta con un acentuado espíritu humanista que aboga por la naturalidad de la existencia se acompaña, en contraposición, de un sonido de texturas sintéticas y beats digitales que no oculta su pulso orgánico. Como si la música que encierra “ExNovo” quisiese rebelarse contra las máquinas con las que fue construida.
Es más, en este álbum -co-producido por Mwëslee y completado con las colaboraciones de Judah GT, Monkeys’s Cymbal o Lost Twin– aparece la BFlecha más apegada a la tierra. En particular, a la suya misma, a Galicia, de la que usa su idioma por primera vez e introduce la sonoridad de instrumentos tradicionales como gaitas, caracolas, pandeiros, palos o piedras, probaturas que extendió a otros proyectos. Y, de idéntico modo, se aferra al planeta y a su supervivencia (del cual no hay alternativa, ya se sabe…), huyendo del derrotismo que fácilmente podría embargar las ideas vertidas en “ExNovo”.
Antes de que BFlecha se suba al escenario del Auditorio Municipal de Vigo esta noche en el primer concierto oficial de presentación de “ExNovo” y del festival Underfest SON Estrella Galicia 2021 -que se celebrará desde hoy hasta el 12 de octubre-, conversamos con la artista viguesa sobre el origen de las raíces de “ExNovo” y sus diferentes lecturas. Cuando se habla con BFlecha el tiempo se articula en presente, pero realmente se conjuga en futuro. Tanto sus pensamientos como su música no están aquí y ahora, sino que viajan hacia el mañana abriéndonos el camino para encontrarnos allí con nosotros mismos.
Cuando publicaste “ExNovo”, afirmaste que el disco formaba parte de “un proceso que ha de retomarse desde el principio”. ¿Hasta qué punto llevaste esa idea a la práctica en su creación y composición con respecto a tus anteriores discos? Ese aspecto se relaciona con la búsqueda del sonido ideal, con ajustar las cosas con respecto a “Kwali”, mi anterior disco. A medida que pasa el tiempo, vamos cambiando, no somos las mismas personas. Se trata de ir definiendo a lo largo de ese proceso qué se ajusta más a cómo veo las cosas en el momento, no solo en lo relativo al sonido, sino también a nivel vocal para estar más cómoda con las voces y crear más espacio. En “ExNovo” la música es más ligera, hay más espacio para las voces.
El título del álbum sugiere un retorno al principio, a hacer las cosas a partir de algo nuevo, pero sin olvidarte de lo logrado con tus otros dos trabajos. No, no me olvido. De hecho, hay una especie de puente hacia “ßeta”. Los dos discos están interconectados de alguna manera.
También hablaste de “ExNovo” como “un espacio utópico en el que convergen filosofía, ciencia y poesía”. ¿Cuáles fueron tus fuentes para construir el discurso del álbum? De muchos tipos, sobre todo el cine y la literatura. Y la vida en general.
En concreto, ¿qué películas, libros y autores te influyeron en la confección de la narrativa del disco? Tarkovski, Pasolini… Pasolini tiene un libro llamado “Todos Estamos en Peligro” que me llegó mucho y dio sentido a pensamientos que parecían estar separados y, de repente, se acoplaron. A la hora de hacer música me inspiro mucho en otras artes. Por ejemplo, me gusta mucho recurrir al cine.
Has nombrado a Tarkovski y Pasolini, autores del pasado, pero a través de sus obras plasmaste tu visión del presente. Los problemas de los seres humanos están presentes en muchos autores. Hay obras que son universales y que soportan el paso del tiempo perfectamente.
No te dejaste llevar por el desánimo apocalíptico propio de los tiempos que vivimos. Todo lo contrario: vislumbras un futuro, en cierta medida, positivo. Sí, es necesario. Mis inspiraciones para tener esa visión sobre el futuro provienen de la filosofía del presente, de alguien como Rosi Braidotti, de quien hay una referencia en el disco, en “Zaï”. A la vez, sus ideas beben de otros filósofos más antiguos, como Spinoza. Al final, todo se resume en mantenerse en un modo afirmativo que nos permita seguir adelante en estos tiempos de crisis simultáneas. También buscaba un sentido a todo lo que sucede y en lo que estamos envueltos para ir contra el pesimismo reinante que parece que nos obliga a tirar la toalla. Me apoyé en ideas que me ayudaron a llevar esas sensaciones después a mi música.
Remataste y grabaste “ExNovo” en 2019, antes del inicio de la pandemia. ¿Habría cambiado ese tono optimista que has explicado si lo hubieras hecho meses después en pleno confinamiento? Empecé con “ExNovo” hace cuatro años, pero creo que no habría cambiado ese tono. Varias de mis inquietudes venían ya de antes: la crisis climática, nuestra posición en el mundo como especie… La pandemia hizo que salieran a flote esas problemáticas, por lo que prefiero ver toda esta situación como una oportunidad para iniciar un cambio. Todo lo sucedido a raíz de la pandemia es una advertencia. Habría que intentar abandonar la actual forma de hacer las cosas. Cuando digo esto, hablo de mí y de mi entorno. En mi área de acción, me pregunto: ¿qué cosas puedo cambiar? ¿Se pueden hacer de otra manera? E intento aplicarlo no solo a la vida en general, sino también a la música. Hay unos caminos marcados para componer música o grabar discos. ¿Por qué tenemos que hacerlo así? Igual podemos pensar que merece la pena replanteárselo.
El disco parece un alegato contra la tiranía de lo digital, curiosamente, recurriendo a la música electrónica y sintética. Es como un ataque desde dentro del sistema… Más que un ataque, es una reapropiación de la tecnología para usarla con fines distintos, como contribuir a resolver problemas y a crear diferentes espacios de encuentro. En relación con esto, las redes sociales no son sistemas libres, están diseñados con unos intereses determinados que no tienen que ver con sus usuarios. La tecnología es necesaria, nos ayuda, pero hay que utilizarla pensando en el bien común.
Precisamente, ayer cayeron Facebook, Instagram y WhatsApp [el día anterior a esta entrevista se había producido un fallo de acceso a las citadas redes sociales a nivel mundial], lo que podría entenderse como una señal vinculada con lo que transmites en el disco. Esas compañías también tienen sus vulnerabilidades. Hay propuestas externas de ciertas personas. La solución vendrá de lugares paralelos donde la gente decidirá organizarse de otras formas y usar los avances tecnológicos con propósitos más positivos.
“ExNovo” funciona igualmente como un manifiesto por la vida física y natural frente a la digital y virtual. Debe existir un equilibrio entre esas dos vidas. Somos materia, de carne y hueso, y lo virtual tiene que ser un complemento o una extensión. Lo veo bien, pero el problema está en las intenciones que hay detrás. Es igual que el dilema del cuchillo: lo puedes usar para cortar algo o para matar a alguien. Lo virtual es una tecnología que facilita las cosas, pero no podemos olvidar que no estamos preparados mental ni físicamente para aguantar tal saturación de información. Hay que estar en sintonía con los ciclos de la vida, de la Tierra, porque también somos eso.
Estos argumentos se concentran claramente en algunos cortes del LP. Por ejemplo, en “Skyline” se escucha una especie de declaración de amor de un sistema operativo, al estilo de lo que ocurre en la película “Her”. ¿Puede haber emociones en el mundo virtual, se puede extraer sentimientos del algoritmo? “Skyline” más bien está planteada como la historia de un hacker que intenta vulnerar el sistema y romperlo. Está enfocada hacia lo que comentaba antes: romper con lo preestablecido, con las normas que nos constriñen. Todos tenemos que ser un poco hackers.
Siguen un poco esa línea “Máscara” y “Alén da Máscara”. ¿Son críticas a la artificialidad y la impostura que imperan en nuestra sociedad? Se centran en liberarse de, como decía, las normas sociales para pensar por una misma. La rapidez a la que se mueve todo hoy en día te va llevando e igual no estás yendo a dónde quieres ir.
O no estás siendo la persona que eres realmente… Claro, me refiero también a los deseos. ¿Cuáles son nuestros verdaderos deseos? ¿Son nuestros o están implantados?
Y en “Zaï” sugieres que el futuro está en este planeta, no en otro. Es decir, que no hay un planeta B. El planeta B es este, en el que estamos. Este es el paraíso, mientras estamos buscando planetas alternativos…
Hay películas y novelas que pretenden vendernos lo contrario, que es posible montarnos en unas naves e irnos todos a vivir a otro mundo. Sí, como los millonarios de Silicon Valley, que quieren colonizar Marte y expoliar otro planeta. Siempre es lo mismo. Molaría que todos viajáramos por el espacio, pero no se puede corromper nuestro hogar. Vivimos aquí, somos parte de ello. El daño nos lo hacemos a nosotros mismos.
Todos estos puntos narrativos hacen de “ExNovo” un disco con múltiples capas de lectura. Pero, ¿no temes que esas interpretaciones provoquen que el receptor deje en un plano secundario, por así decirlo, el sonido y la forma de cada tema? No, es un disco que se puede escuchar y te puede llegar de diversas maneras. Las frecuencias serían la primera capa y, a partir de ahí, se puede ir bajando hasta encontrar pasarelas que te lleven a otros sitios si tú quieres.
En cualquier caso, como en tus anteriores trabajos, se aprecia que continúas indagando en el poder del ritmo y de la melodía. He experimentado con sonidos más granulados y he investigado la combinación de elementos orgánicos con electrónicos para encontrar una armonía.
Y, de paso, has multiplicado tu apuesta futurista, deconstruyendo todavía más el pop y el r&b. Sí, pero no incluiría ese proceso en ningún género. Me empapo de sonidos que me llenan y, a medida que desarrollo el trabajo, van saliendo cosas que me sorprenden. Dejo margen para que ocurran cosas inesperadas. El disco está co-producido por Mwëslee y a ambos nos gusta dejar espacio para que pase eso. También intervinieron varios colaboradores, con los que no sabía a dónde me iban a llevar. Eso está guay.
Al mismo tiempo, justamente buscas resaltar la parte orgánica de tu sonido. De hecho, has recurrido a sonoridades de instrumentos tradicionales. Teníamos la intención de plasmar la metáfora sonora entre tecnología y naturaleza, en la que conviviesen esos dos componentes. Por un lado, la parte orgánica, celular; y, por otro, la digital. El reto estaba en unificarlo todo. Por ejemplo, “Blázares” es una canción que tiene instrumentos orgánicos, aunque el ritmo es elástico, no es cuadriculado, altera los patrones del compás.
Exploras en “ExNovo” el encuentro entre tradición y modernidad como en otro proyecto que llevaste a cabo recientemente: la banda sonora para “Tatuado nos Ollos Levamos o Pouso”, el corto documental de la directora Diana Toucedo sobre las tareas de las mariscadoras y de los pescadores del área de Redondela (Pontevedra). Me gusta mucho esa combinación, me sale hacerla con naturalidad. Para el corto de Diana intenté inspirarme en la actividad de los marineros y de las mariscadoras a lo largo de una jornada, tanto de día como de noche. Para el día buscaba sonidos más brillantes y, para la noche, más pesados, que recordaran a los metales de los barcos. Ese trabajo me llevaba por esa línea de una manera más marcada, ya tenía de donde partir.
En “Enantiómeros” adaptas un texto del poeta y novelista Xavier Queipo y cantas por primera vez en gallego. ¿Cómo fue ese proceso? La verdad es que salió muy bien. Xavier me entregó varios textos, leí el de “Enantiómeros” y me pareció perfecto. Después me pasó Lost Twin un tema que tenía y empecé a trabajar sobre él. Fue todo un proceso muy fluido.
Reunidos todos estos elementos, en “ExNovo” estimulas al oyente para que se introduzca en un viaje sensorial de principio a fin. El disco funciona como una pieza entera, está pensado para ir metiéndote poco a poco en su interior.
Tu evolución discográfica podría resumirse, hasta ahora, de la siguiente manera: “ßeta” era como una travesía galáctica; “Kwali”, un recorrido por paisajes exóticos de la Tierra; y en “ExNovo” te centras en el ser humano. Vamos, que fuiste descendiendo progresivamente a los mandos de tu nave… Siempre ha habido en mis discos una parte conceptual. En “ExNovo” no hay más que en los anteriores, aunque ese concepto sí se presenta más definido, con mayor peso. También se debe al aspecto del álbum de recorrido con un desarrollo continuado. En “ßeta» nos íbamos a Marte y, ocho años después, en “ExNovo” propongo que nos quedemos en la Tierra.
Pensando en tu concierto de hoy en el festival Underfest, ¿cómo trasladarás “ExNovo” al directo? El plan es aprovechar otro tipo de medios además de los sonoros, como los visuales y lumínicos para recrear la atmósfera y las sensaciones que genera el disco y sumergirte así en el viaje al que te invita. Se trata de hacer más multimedia la experiencia de escucha de “ExNovo” en casa. [Más información en el Instagram de BFlecha]