Reseñamos dos discos ideales para darle carpetazo al verano: «Seeking New Gods» de Gruff Rhys y «Golden Doubt» de Quivers.
Hay discos que parecen estar hechos para el verano… Ya procedan de Gales, tierra cuyo cielo nuboso y húmedo no debe de cambiar demasiado entre junio y septiembre; o de Australia, donde la época estival llega con tal fuerza que el país arde hasta el punto de provocar que los pobres koalas corran asustados.
De allí han salido los últimos meses, respectivamente, “Seeking New Gods” (Rough Trade, 2021), el séptimo LP de Gruff Rhys; y “Golden Doubt” (Ba Da Bing / Bobo Integral / Spunk Records, 2021), el segundo álbum de Quivers, ejemplos ambos de cómo unas mentes creativas tan diferentes y originarias de puntos geográficos tan distantes y dispares pueden alegrar con sus canciones la etapa del año en la que el sol más calienta.
SEEKING NEW GODS, de Gruff Rhys
De acuerdo, la nueva obra en solitario del líder de Super Furry Animals se publicó en primavera y, en principio, poco tiene que ver con el verano. De hecho, siguiendo la estrategia conceptual de anteriores discos, “Seeking New Gods” posee su propio argumento derivado de Paektu, un volcán situado en la frontera entre China y Corea del Norte al que se asocian historias mitológicas y propiedades mágicas. A partir de estas cualidades, el galés conecta emocionalmente con la montaña asiática e incluso se transmuta en ella para componer un retrato del comportamiento del ser humano que, en realidad, no deja de ser un reflejo del mismo Gruff Rhys.
Para desarrollar esa narración surrealista pero muy bien estudiada, Rhys se muestra de entrada como un peculiar crooner al estilo de Jonathan Richman que, imbuido por una extraña fuerza, parece recrear el volcán Paektu con puré de patata de idéntico modo que Richard Dreyfuss en “Encuentros en la Tercera Fase”. Pero, a medida que avanza “Seeking New Gods”, Gruff Rhys se va acercando -al igual que sucedía en “Babelsberg” (Rough Trade, 2018)- a Stuart Murdoch (Belle And Sebastian) y Neil Hannon (The Divine Comedy) por su habilidad para moldear lustrosas piezas pop. Como la espléndida apertura del álbum, “Mausoleum Of My Former Self”, una joya enriquecida con piano, trompeta y los maravillosos coros de Lisa Jen-Brown y Mirain Haf Roberts (de 9Bach), las cuales iluminan otras secciones del LP.
La fina y ondulante línea de sintetizador que se escucha de fondo desde que comienza hasta que termina “Seeking New Gods” le otorga una pátina cósmica y recuerda el poso psicodélico y alucinado de la música de Rhys, que en este disco emerge con policromáticas guitarras de diversas texturas (“Hiking In Lightning”), un bajo que dibuja melodías por su cuenta y sorprendentes cambios de ritmo (“Holiest Of The Holy Men”). Aunque en lo que destaca aquí el galés es en producir estribillos infecciosos que se pueden tararear durante una semana sin parar. Ahí están para corroborarlo “Can’t Carry On” o “Loan Your Loneliness”, que a su vez demuestran el gusto de Gruff Rhys por el soft-rock y el space-pop de los 70.
“Seeking New Gods” es, probablemente, el trabajo más directo, inmediato y accesible de Gruff Rhys, ya que entra por los oídos a la primera. Incluso en los tramos más reposados y etéreos, cuya máxima expresión se alcanza con el par que cierra el LP, “Everlasting Joy” y, sobre todo, “Distant Snowy Peaks”, hipnótico desenlace de un disco que es un auténtico caramelo pop (unas veces, dulce; otras, más ácido) que se saborea mucho mejor en los calurosos y brillantes días veraniegos. [Más información en la web de Gruff Rhys || Escucha «Seeking New Gods» en Apple Music y en Spotify]
GOLDEN DOUBT, de Quivers
Indie-pop y Australia. Es unir el género con ese país y hacerse la boca agua. Claro, la historia de la música alternativa confirma que esa asociación siempre ha dado buenísimos frutos: The Go-Betweens, Rolling Blackouts Coastal Fever, The Goon Sax… Y Quivers, nuevos guardianes de esa estirpe que parece inagotable y cuya definición del estilo que practican es clarividente: jangle-pop herido pero esperanzador.
En realidad, esa descripción se puede extender en general al indie-pop como sonido recetado para dejar atrás el dolor, intentar ver el horizonte despejado y romper, de alguna manera, ese dilema existencial expresado por Rob Gordon en “Alta Fidelidad”: no se sabe si una persona escucha pop porque está triste o está triste porque escucha pop. Sam Nicholson, líder de Quivers, sabe bien de qué va el asunto porque dedicó el primer álbum de la banda, “We’ll Go Riding On The Hearses” (autoeditado, 2018), a su hermano fallecido.
Superada aquella etapa y entregado un disco tributo a “Out Of Time” (Warner, 1991) de R.E.M. -influencia confesa que se desvía del tradicional linaje sonoro australiano antes comentado y del neozelandés, con el kiwi-pop de la escudería Flying Nun a la cabeza-, Quivers doblaron su apuesta con un segundo LP original que refrenda sus virtudes compositivas gracias a una colección de canciones deliciosas que rebosan romanticismo. Así es “Golden Doubt”, donde por encima de todo priman las melodías relucientes y los juegos vocales armoniosos que la banda aplica con sapiencia para elevar el impacto emocional de “Chinese Medicine”, “Gutters Of Love”, “Overthinking” o “When It Breaks”. Luego, arreglos exquisitos en forma de violines otorgan empaque a “Hold You Back”, deudora de la sofisticación de The Style Council y de la efusividad de los The Boo Radleys más brit-poperos.
Cuando Quivers rebajan el pulso rítmico también aciertan de lleno en la diana, como ocurre en “Nostalgia Will Kill You”, balada de aires sesenteros que guarda en su interior una frase lapidaria: “No puedes volver a todos los lugares a los que quieres ir, la nostalgia te aniquilará”. Razón no le falta a Sam Nicholson, aunque hay que matizar que sí es posible regresar a esos sitios para lidiar con los sentimientos nostálgicos e irlos difuminando. Funciona, en serio.
Esas palabras y esas sensaciones muchas veces encontradas se conectan con el espíritu de “Golden Doubt”, el cual, no lo olvidemos, se basa en tomar el indie-pop como remedio para quitarse de encima la melancolía, mirar hacia adelante y dejarse abrazar (otra vez) por el amor. Aunque el contradictorio título del corte estrella del lote, “You’re Not Always On My Mind”, parezca decir lo contario… No, no lo dice. Solo da una pequeña vuelta de tuerca al cliché pop “te tengo todo el tiempo en mi cabeza” (¿verdad, Elvis Presley y Pet Shop Boys?) con encanto guitarrero. De esta manera se completa la moraleja de “Golden Doubt” que tan bien encaja con la esencia más idealista del verano: lo mejor está por llegar. [Más información en la web de Quivers || Escucha «Golden Doubt» en Apple Music y en Spotify]